Por Mons. George Dillon
XVI.
EL PARTIDO INTELECTUAL Y
EL PARTIDO BELICO EN LA MASONERIA
Eckert nos demuestra que actualmente todas las sociedades secretas están divididas en dos partidos, el partido directivo y el partido de la acción o de la guerra. Los deberes del partido intelectual son complotar y planear; los del partido de la acción son combinar, reclutar, incitara a la insurrección y luchar. Los miembros del grupo de la guerra son siempre miembros del grupo intelectual, pero no vicerversa. El partido guerrero conoce, por lo tanto, lo que están complotando. Pero el otro partido, cuyos miembros están disimulados como francmasones comunes entre los tontos de las logias, cubren del peligro a ambos grupos. Si el partido de la guerra tiene exito, el partido de la paz se adelanta y apodera de los cargos del gobierno y de las riendas del poder. Sus hombres se presentan a elecciones, hacen discursos convenientes, y se habla de ellos en la prensa que, en todo el mundo está bajo la influencia masónica. Son aclamados por hábiles manipuladores de masas. Se convierten en diputados, en ministros; son los Talleyrand, los Fouch, los Gambetta, los Ferry. Y, por supuesto, ellos hacen de los miembros del partido de la guerra generales, almirantes y oficiales del ejército, de la armada y de la policía. Si el partido bélico falla, el partido intelectual, que clausura las logias durante el combate aparece luego como partidiario, si es posible, de los vencedores; y si esto no puede ser, conspira en silencio. Se las arreglan para colocar a algunos amigos en posiciones de poder. Agitan. Y, en cualquier caso, van en ayuda del vencido partido belico. Tratan de quitarle importancia a las faltas haciendo como que condenan los desbordes de mal aconsejados, pero en el fondo buenos, jóvenes ardientes. Claman por perdón. Agitan la compasión popular. En su momento, liberan a los culpables, y se preparan para nuevas conmociones.
Toda la Francmasoneria está adaptada a esto desde antiguo, de modo de hacer que el partido intelectual pueda asistir al partido belico en necesidad. Debe recordarse que cada carbonario es un francmason, en realidad. A él se le han enseñado los signos y puede manipular a los miembros de la sociedad. Ahora bien, en el mismo umbral de admisión de un miembro a la francmasoneria, el maestre de la logia, el "Venerable", se dirige a él en estos términos:
"Los masones —dice— están obligados a asistirse unos a otros por todos los medios cuando la ocasion se presenta. Los Francmasones no se deben mezclar en conspiraciones, pero, si llega a vuestro conocimiento que un Francmasón está mezclado en una empresa de esta clase, y ha caido victima de su propia imprudencia, debéis tener compasión de su desgracia. El lazo masónico hace que esto sea un deber para vosotros, y debéis usar toda vuestra influencia y la influencia de vuestros amigos con el objeto de disminuir el rigor de su castigo".
De esto se verá con que astuto cuidado la rnasoneria prepara a sus engañados desde el mismo principio, para servir a los propósitos de la Revolucion Universal. Bajo la excusa de compasión por un hermano en desgracia, aunque a traves de su supuesta imprudencia, el deber del Mason es hacer uso no solo de toda su propia influencia, sino tambien "de la influencia de sus amigos", con el fin de o bien librar al culpable de las consecuencias de lo que es llamado "Su desgracia", o bien de "disminuir el rigor del castigo".
La masoneria, aun en su forma más inocente, es una asociación criminal. Es criminal en sus juramentos, que por lo menos son osados; y es criminal al prometer obediencia a órdenes desconocidas provenientes de superiores ocultos. Por lo tanto, siempre simpatiza con el crimen. Odia el castigo represivo de cualquier clase, y hace lo que puede para destruir la pena de muerte aun en el caso de asesinato. En las revoluciones, su practica común es abrir las carceles y dejar libres en medio de la sociedad a los felones. Cuando no puede hacer esto, hace surgir para beneficio de estos una simpatia artificial. Por eso es que lo tenemos a Victor Hugo rogando ante cada gobierno de Europa en favor de los revolucionarios; tenemos a la Republica francesa liberando a los comunistas; tenemos una moción ante el Parlamento Francés para que se deroguen las leyes contra el partido de la dinamita —los Internacionalistas— cuyo objetivo es la destrucción de toda clase de religion, ley, orden y propiedad, y el establecimiento del socialismo absoluto. Entre nosotros, no hay un solo movimiento revolucionario que se haya creado y que al mismo tiempo no haya sido un partido intelectual aparentemente desconectado de la masoneria, que a menudo aparece como condenándola, pero que en realidad la sostiene indirecta pero celosamente. Los Odgers y otros de los sindicatos obreros, por ejemplo, asesinarán e incendiarán; pero es la gente del tipo de Bradlaughs y los hombres que teorizan en el Parlamento si pueden, o en los mitines si no pueden, quienes sostienen ese verdadero partido de acción. Ellos sostienen en secreto lo que reprueban energicamente en público, y, de ser necesario, desconocen y denuncian. Este es un punto digno de profunda consideración y muestra, más que nada, la habilidad y astucia con la cual toda la organización ha sido planeada.
Nuevarnente, debemos recordar que mientras las cabezas del partido de la acción saben perfectamente acerca del curso tomado por el partido intelectual no se sigue de esto que el partido intelectual conozca los movimientos del partido belico, o aun a los individuos, por lo menos en lo que se refiere a los reclutas. Por lo
tanto puede ocurrir en este país que los Francmasones u otros que están en comunicación solo con el Consejo Supremo del Continente, reciban instrucciones para seguir una linea de conclucta y que el partido de la guerra reciba instrucciones para oponerse a éstas. Esto sirve, al mismo tiempo que para prevenir la posibilidad de ser descubiertos, para permitir que se realice mejor el trabajo de proselitismo infiel. Es el jefe profundamente oculto y su consejo los que complotan y lo dirigen todo. Manejan un poder con el cual, como es bien conocido, debe contar la diplomacia en todo el mundo.
Hay hombres o de este Consejo, o a su servicio inmediato. que nunca se debe permitir que sean molestados. Weishaupt, Nubius, Mazzini, Piccolo Tigre, De Witt, Misley, Garibaldi. El Número Uno, Hartmann, podrían haber sido arrestados, reducidos al ostracismo, etc., pero nunca hubo prisión que los cobijara durante mucho tiempo, ni hubo país que los pudiera condenar por crímenes contra la ley o aún contra la vida. El Supremo Directorio ha determinado que a cualquier costo, sus hombres de primera línea no deben sufrir; y desde, el principio ellos han encontrado medios de hacer cumplir esta determinación a todas las testas coronadas de Europa.
Ahora bien: el hombre que heredó la jefatura de esta formidable conspiración cuando, Nubius murió fue no otro que Lord Palmerston.
XVII
LORD PALMERSTON
Es con dificultad que uno puede creer que Lord Pamerston, conocía el verdadero secreto de la Francmasonería, y que durante la mayor parte de su carrera él, fuera el verdadero amo, el sucesor de Nubius, el Gran Patriarca de los Illuminati, y, como tal, el gobernante de todas las sociedades secretas del mundo. Como hombre de estado, el distinguido noble estuvo en tratativas de muy secreto carácter con Mazzini, Cavour, Napoleón III, Garibaldi, Kossuth, y los otros líderes revolucionarios de la. Europa de su tiempo, pero ni por un momento jamás se sospechó que hubiera ido tan lejos como para aceptar la suprema dirección de toda a oscura y copleja maquinaria del ateismo organizado, o que sacrificara el bienestar del gran país al cual se suponía queservia tan habilmente y tan bien, a los designios del terrible cónclave secreto cuyos actos y tendencias eran para él tan bien conocidos. Pero la masa de evidencias recolectadas por el padre Deschamps y otros para probar
la cornplicidad de Lord Palmerston con los peores designios del ateismo
contra la cristiandad y la monarquia -ni aun exceptuando a la monarquia
inglesa- es tan clara, conclusiva y de tanto peso, que es imposible
rehusarse a creer. El padre Deschamps pone como prueba el testimonio de
Henry Misley, uno de los más prominentes revolucionarios de la época,
cuando Palmerston reinaba en el secreto sector islámico de las sectas, y
da otros testimonios no menos importantes. Estos me gustaria, si el
espacio lo permitiese, darlos en detalle. Pero, desgraciadamente, la
historia completa de Lord Pahnerston los prueba sin necesitar más. En1809, cuando solo contaba 23 años de edad, lo encontramos como Ministro de Guerra en el gabinete del Duque de Portland. Permaneció en este cargo hasta 1828, durante las administraciónes sucesivas de Mr. Percival, el Earl de Liverpoo (El titulo nobiliario de "Earl" está a mitad de camino entre el título de marqués y el de vizconde), Mr. Canning, Lord Goderick y el Duque de Wellington. Dejó su partido, —el Conservador- cuando Lord Wellington insistiera en aceptar la renuncia de Mr. Huskisson. En 1830, aceptó el cargo de Secretario del Exterior en el ministerio Whig (Whig: Partido politico que en Inglaterra, luego de la Revolución de 1688; tuvo como objetivo subordinar el poder de la corona al del Parlamento y las clases altas. En el siglo XIX los liberales fueron sus sucesores. Los whigs están opuestos a los tories en su tendencia politica. N. del T.) de Earl Grey. Hasta ese momento debe haber estado bien informado en cuanto a los asuntos del gobierno inglés. Vio a Napoleon en la flor de su juventud y tambien vio su caida. Conoció y aprobó
las medidas tomadas después de ese acontecimiento por los consejeros de
Jorge IV a favor de la conservacion de los legitimos intereses de
Europa y a favor de la preservación de los estados papales para el Papa.
Eckere fue un abogado sajón de inmensa erudición, que dedicó su vida a
develar los misterios de las sociedades secretas y que publicó varios
documentos de grán valor sobre su acción ha opinado que el "orden interno" no existió solo ahora sino
siempre y que ha gobernado la masa exterior de la masonería con sus
sociedades secretas subsidiarias y emparentadas. Dice: La masoneria es
una asociación universal gobernada por un solo jefe llamado Patriarca.
El título de Gran Maestre de la orden no es el privilegio exclusivo de
una familia o de una nación. Escocia, Inglaterra, Francia y Alemania han
tenido en su momento el honor de dar a la orden su jefe supremo. Parece
que hoy en día (Eckere escribió en la época de Lord Palmerston) Lord
Palmerston ha sido investido de la dignidad de Patriarca.
Al lado del gran Patriarca
se encuentran dos comisiones: una legislativa y la otra ejecutiva.
estas comisiones, compuestas por delegados del Gran Oriente (Logias
Madres Nacionales) son las unicas que conocen al Patriarca y son las únicas que están en relación con él.
Todas las revoluciones de los tiempos modernos prueban que la orden está dividida en dos partes distintas: una pacifica y otra bélica.
La primera solo emplea medios intelectuales, es decir, discursos y escritos. Esta hace que las autoridades o personas sobre las cuales ha resuelto que sucumban„ así lo hagan o que se destruyan mutuamente.
Busca para ventaja de la Orden todos los cargos de estado, todos los cargos de la Iglesia (Protestante) y en las Universidades; en una palabra: todas lasposiciones de influencia. Seduce a las masas y domina a la opinión pública por medio de la prensa y de las asociaciones.
Su Directorio lleva el nombre de Gran Oriente y cierra sus logias, (luego dire por qué) en el momento en que su division bélica hace que las masas que ellos han conquistado para las sociedades secretas ganen en la calle.
En el momento en que la división pacifica haya llegado suficientemente lejos en su trabajo como para que un ataque violento tenga posibilidades de exito; entonces, en un futuro no tan distante, cuando las pasiones de los hombres esten inflamadas, cuando la autoridad este lo suficientemente debilitada, o cuando los puestos, importantes esten ocupados por traidores,la división bélica recibirá las órdenes de emplearse a fondo.
El Directorio de la división beligerante es llamado el Firmamento.
Desde el momento en que se realize la acción armada y que la división de guerra toma las riendas, las logias de la división de paz se cierran. Estes tácticas denotan nuevamente todas las triquiñuelas de la orden. En efecto, de este modo se previene que la orden sea acusada de cooperar en 1a revuelta.
Aún más, los miembroe beligerantes, como altos dignatarios forman parte de la division pacifica, pero no reciprocamente, como que la existencia de tal división es desconocida para gran parte de los miembros de la otra division. Es más, la primera puede respaldarse en la segunda en caso de fracaso. Los miembros de la division de la paz están ansiosos por proteger por todos los medios a su alcance a los hermanos de la division bélica, haciendolos aparecer como patriotas demasiados ardientes que han permitido que se los convenciera desafiando las prescripciones del orden y la prudencia.
El balance del poder, tal como quedó formado en el Congreso de Viena, era considerado por los mas avisados y patrióticos hombres de estado ingleses como el mejor seguro para los intereses británicos y su influencia en el continente. Mientras existiera la multitud de pequeños estados de Italia y Alemania podrian ser siempre ser manipulados por la diplomacia británica para prevenir efectivamente el completo aislamiento que Inglaterra siente hoy tan agudamente y que puede resultar tan desastrosa en poco tiempo para sus mejores intereses. Si aquella sana politica se ha cambiado, se le debe enteramente a Palmerston, quien aparece, después de abandonar las filas de los tories, como habiéndose entregado por completo a las manos de la Francmasoneria liberal, que en esa epoca comenzó a mostrar su poder en Francia y Europa en general. Cuando tomó a su cargo la Oficina de Relaciones Exteriores en 1830, encontró al gabinete liberado de la influencia de Jorge IV y de las tradiciones conservadoras: y al momento hizo sentir el peso de su energia, posición e influencia para hacer que su gobierno se coaligara con el programa masónico para revolucionar a Europa.
Con su ayuda los sectarios pudieron causar disturbios en España, Portugal, Nápoles y los Estados de la Iglesia, como así también en los pequeños estados de Italia. El grito a favor de un gobierno constitucional recibió su ayuda en cada estado de Europa, grande o pequeño. La autoridad temporal del Papa y cada uno de los intereses católicos fueron atacados. Inglaterra, sin embargo, permaneció tranquila. Su pueblo estaba fascinado por esta actitud. Es que al ser beneficiados los intereses comerciales por los disturbios en las otras naciones, y la parcialidad religiosa gratificada al ver al Papa y a cada uno de los paises católicos conmocionados el pueblo prestó su acuerdo voluntaria y aún calurosamente a la línea política de Palmerston.
Poco sabía el pueblo inglés acerca de que esa Política era dictada no por proteger sus intereses, sino por obediencia a un poder, oculto del cual Palmerston era a la vez la víctima engañada y el intrumento, y que permitía a tal pueblo gloriarse en su propia tranquilidad sólo para ganar su apoyo y, en un día futuro, lograr su ruina con mayor certeza. La Francmasonería, como hemos visto, crea muchos gran maestres que sólo son "cabezas visibles", entre los príncipes de las casas reinantes y los más prominentes jefes de Estado, y a los cuales sólo hace conocer una pequeña parte de sus verdaderos secretos. Palmerston fue una excepción a esta regla. Fue admitido en los círculos más internos de la secta. Fue hecho su Monarca, y, como tal, reinó con verdadero poder sobre sus dominios oscuros. Por medio de esta confianza fue adulado, persuadido y finalmente preso, más allá de toda posible esperanza de escape, en las redes de los sectarios. El era un noble sin esperanza de descendencia o de algún heredero cercano para su título y sus propiedades. (La cuestión de la transmisión del título y las posesiones ha sido siempre
una cuestión de la máxima importancia entre las clases altas inglesas.
No otro parece haber sido el motivo por el cual Enrique VIII hizo
decapitar a Ana Bolena, y que lo hiciera previamente repudiar a Catalina de Aragón, lo que en última instancia causó el cisma religioso que alejo a Inglaterra de la tutela del Papa en el siglo XVI. (N. del T.). Por lo tanto prefirió los designios de la conspiración atea que dirigía a los intereses del pais a quien debía servir, y sacrificó Inglaterra a los proyectos de la Masonería. A medida que envejecía parecía estar más enceguecido con su manejos. En 1837, alrededor de la época en que Nubius pereció envenenado, Mazzini, quien probablemente. causó la desaparición de este jefe, y que se convirtió en líder del partido de la acción, fijó su residencia permanente en Londres. Con él también llegaron varios consejeros del "Gran Patriarca" y desde ese día en adelante la libertad de Palmerston para mover a Inglaterra en cualquier dirección que no fuera en la dirección de los intereses de la conspiración secreta, murió para siempre. Inmediatamente se elaboraron planes destinados a dar otro paso hacia la concreción de la programación hecha por Weishaupt. (En la página 340 de su obra El Judío, etc., ya citada, Gougenot des Mousseaux reproduce un artículo de El Luchador Politico, de Munich, 1862, en el cual se señala la existencia en Alemania,
en Italia y en Londres, de logias directrices desconocidas para la
generalidad de los masones y en las cuáles los judíos son mayoría. "En Londres, donde se encuentra el hogar de la revolución bajo el Gran Maestre Palmerston, existen dos logias judías que nunca permiten a los cristiano, pasar del umbral. Es allí que todos tos hilos y todos los elementos de la revolución que han sido empollados en las logias cristianas, se traman fanlmente." Más adelante, des Mousseaux cita la opinión, (Pág. 368) de un hombre de estado protestante al servicio de una gran Potencia Germana, quien le escribiera en diciembre de 1865: "al comienzo de la revolución de 1845 conocí a un judío que
por vanagloriarse traicionó los secretos de las sociedades a las que
estaba afiliado, y que me informó con dias de anticipación de todas las revoluciones que estaban por estallar en varios puntos de Europa. Debo a este hombre la inamovible convicción de que todos esos grandes movimientos de "pueblos oprimidos", etc., etc., son manejados por una media docena de individuos que aconsejan a las sociedades secretas de toda Europal".
Henry Misley, también una gran autoridad, le escribió al padre Deschamps: "Conozco un poco el mundo, y sé que en todo ese "gran futuro"
que se está preparando, no hay más de cuatro o cinco personas que
tienen las cartas en la mano. Muchos otros piensan que son ellos mismo,
los que las sostienen, pero se engañan"). Esta consistía, con la ayuda de bien planeadas revoluciones, en la creación de un inmenso imperio de los pequeños estados germanos en el centro de Europa, bajo la casa de Brandeburgo luego, en debilitar los dominios austríacos; más tarde, aniquilar la soberanía temporal del Papa por intermedio de la creación del Reino Unido de Italia bajo el gobierno provisional de la casa de Saboya; y, por último, formar con las poblaciones descontentas de Polonia, Hungría y Eslavonia, un reino independiente entre Austria y Rusia.
Después de un intervalo durante el cual se planeó esta conspiración, Palmerston retornó a su cargo en 1846, y se vio entonces trabajar la influencia de Inglaterra en las numerosas revoluciones que estallaron en Europa en un lapso de dieciocho meses. Si éstas fallaron en parte, por lo menos tuvieron una compensación al darle a Francia un gobernante masón en la persona del carbonario Luis Napoleón. A él ató Palmerston la fortuna de Inglaterra, y con él complotó para llevar a cabo sus ideas hasta el fin mismo de su carrera. Es aquí que se presenta un acontecimiento de la mayor importancia, probando sin duda alguna la determinación de Palmerston de sacrificar su país a los designios de la secta que gobernaba. El espíritu conservador de Inglaterra se sentía incómodo en cuanto a reconocer a Luis Napoleón o a aprobar su coup d'état. El país comenzaba a asustarse de los revolucionarios, coronados o no.
Este sentimiento era compartido por la soberana, por el gabinete y por el parlamento, a tal punto que lord Derby promovió un voto de censura al gobierno, a causa de la política exterior de lord Palmerston. Porque Palmerston, confiando en la fuerza secreta que controlaba, y que no dejaba de tener influencia en 1a misma Inglaterra, tiró por la borda toda consideración de lealtad, deber y honor, y sin considerar a su Reina o a sus colegas, envió, como ministro del exterior, el reconocimiento de Inglaterra al gobierno de Luis Napoleón. Comprometió a Inglaterra con el ímperio, y las otras naciones de Europa tuvieron que seguir el ejemplo.
Acerca de este punto, dice la Enciclopedia Chambers, bajo el ítem "Palmerston": "En diciembre de 1852 el público se asombró ante la noticia de que Palmerston ya no era miembro del gabinete de Russell. Había otorgado su aprobación del golpe de estado de Luis Napoleón (haciendo que Inglaterra lo aceptara) sin consultar ni a la Reina ni al Primer Ministro. Y, como no quiso dar explicaciones, la Reina ejerció su derecho constitucional y lo destituyó."
También había Palmerston interpolado despachos firmados por la Reina. Actuaba, en realidad, como quería. Tenía a los agentes de su oscuro reino en casi cada una de las logias masónicas de Inglaterra. La prensa local y extranjera, bajo influencia masónica, aplaudía su política. La secta actuaba de tal manera que sus medidas tenían un éxito inmediato. Sus maneras, su bonhomie, sus mismos vicios fascinaban a la multitud. Ganó la confianza de las clases medias de comerciantes, y supo mantener a raya a los conservadores. Destituido por la soberana, pronto volvió al poder como amo, y desde ese día hasta el día de su muerte gobernó a Inglaterra en el interés de la revolución atea, de la cual se creía el espíritu maestro.
Mr. F. Hugh O'Donnell, el hábil parlamentario por Dungarvan, contribuyó al Freeman's Journal de Dublin, con un artículo muy interesante y útil que demostraba un cuidadoso estudio de los trabajos de Monseñor Segur y otras autoridades del continente en lo que se refiere a la francmasonería. Dice en el articulo, con respecto a sus propios recuerdos de los acontecimientos contemporáneos: "Hace muchos años que escuché de mi lamentado maestro y amigo, el reverendo Sir Christopher Bellew, de la Compañía de Jesús, estas impresionantes palabras. Hablando de las incansables maquinaciones y ubicua influencia de Lord Palmerston contra la independencia temporal de los Papas, Sir Christopher Bellew dijo:
"Lord Palmeston es mucho más que un hostil miembro del gobierno. Jamás habría tenido tanta influencia en el continente si fuera sólo un Ministro del gabinete ingles. Pero Palmerston es un francmasón, y uno de los mas grandes y mas altamente colocados de entre ellos. El es quien envia lo que se ha dado en llamar la Voz Patriarcal a través de las logias de europa. Y para obtener tal rango debe haber dado las más extremas pruebas de su insaciable odio por la Iglesia Católica".
"Otro ejemplo de la manera en la cual los acontecimientos europeos son arrastrados por corrientes ocultas me fue dado por el hoy fallecido Mayor-General Burnaby, M. P un tranquilo y amable soldado que, a pesar de su apariencia inofensiva, estaba encargado del más importante y delicado trabajo en la cuestión de la política inglesa en el Este. El General Burnaby estaba comisionado para obtener y preservar los nombres y direcciones de todos los miembros italianos de la legión extranjera alistados para el Servicio Británico en la guerra de Crimea. Esto ocurría en 1855 y 1856. Después de la guerra estos hombres, en su mayor parte audaces e inescrupulosos -"temibles villanos" los llamaba el general Burnaby- se dispersaron hacia sus provincias natales, pero la clave para encontrarlos de nuevo estaba en las manos de Burnaby y cuando un par de años después Cavour y Palmerston en conjunción con las logias masónicas consideraron llegado el momento de hacer estallar la revolución italiana, las listas de aquellos soldados de la legión extranjera fue comunicada al gobierno de Cerdeña y fue colocada en las manos del directorio garibaldino que al instante buscó a la mayoria de los hombres. De esta manera varios cientos de "temibles villanos", que habían recibidoinstrucción militar y que se habian disciplinado bajo la bandera britanica, le fueron proporcionados a Garibaldi para formar el cuerpo de su celebrado "ejercito de emancipación" en las dos Sicilias y en los Estados romanos. Mientras los diplomáticos Britanicos en Turin y Napoles llevaban a cabo, bajo la máscara que les proporcioonaba su carácter de enviados, la porción peligrosa de la conspiración de los carbonarios, los contribuyentes de Gran Bretaña ayudaban a formar y entrenar un ejército destinado a confiscar las posesiones de las ordenes religiosas y de la Iglesia en Italia, y, en última instancia, a destruir la misión universal de la Iglesia misma n el mundo".
Después de un intervalo durante el cual se planeó esta conspiración, Palmerston retornó a su cargo en 1846, y se vio entonces trabajar la influencia de Inglaterra en las numerosas revoluciones que estallaron en Europa en un lapso de dieciocho meses. Si éstas fallaron en parte, por lo menos tuvieron una compensación al darle a Francia un gobernante masón en la persona del carbonario Luis Napoleón. A él ató Palmerston la fortuna de Inglaterra, y con él complotó para llevar a cabo sus ideas hasta el fin mismo de su carrera. Es aquí que se presenta un acontecimiento de la mayor importancia, probando sin duda alguna la determinación de Palmerston de sacrificar su país a los designios de la secta que gobernaba. El espíritu conservador de Inglaterra se sentía incómodo en cuanto a reconocer a Luis Napoleón o a aprobar su coup d'état. El país comenzaba a asustarse de los revolucionarios, coronados o no.
Este sentimiento era compartido por la soberana, por el gabinete y por el parlamento, a tal punto que lord Derby promovió un voto de censura al gobierno, a causa de la política exterior de lord Palmerston. Porque Palmerston, confiando en la fuerza secreta que controlaba, y que no dejaba de tener influencia en 1a misma Inglaterra, tiró por la borda toda consideración de lealtad, deber y honor, y sin considerar a su Reina o a sus colegas, envió, como ministro del exterior, el reconocimiento de Inglaterra al gobierno de Luis Napoleón. Comprometió a Inglaterra con el ímperio, y las otras naciones de Europa tuvieron que seguir el ejemplo.
Acerca de este punto, dice la Enciclopedia Chambers, bajo el ítem "Palmerston": "En diciembre de 1852 el público se asombró ante la noticia de que Palmerston ya no era miembro del gabinete de Russell. Había otorgado su aprobación del golpe de estado de Luis Napoleón (haciendo que Inglaterra lo aceptara) sin consultar ni a la Reina ni al Primer Ministro. Y, como no quiso dar explicaciones, la Reina ejerció su derecho constitucional y lo destituyó."
También había Palmerston interpolado despachos firmados por la Reina. Actuaba, en realidad, como quería. Tenía a los agentes de su oscuro reino en casi cada una de las logias masónicas de Inglaterra. La prensa local y extranjera, bajo influencia masónica, aplaudía su política. La secta actuaba de tal manera que sus medidas tenían un éxito inmediato. Sus maneras, su bonhomie, sus mismos vicios fascinaban a la multitud. Ganó la confianza de las clases medias de comerciantes, y supo mantener a raya a los conservadores. Destituido por la soberana, pronto volvió al poder como amo, y desde ese día hasta el día de su muerte gobernó a Inglaterra en el interés de la revolución atea, de la cual se creía el espíritu maestro.
Mr. F. Hugh O'Donnell, el hábil parlamentario por Dungarvan, contribuyó al Freeman's Journal de Dublin, con un artículo muy interesante y útil que demostraba un cuidadoso estudio de los trabajos de Monseñor Segur y otras autoridades del continente en lo que se refiere a la francmasonería. Dice en el articulo, con respecto a sus propios recuerdos de los acontecimientos contemporáneos: "Hace muchos años que escuché de mi lamentado maestro y amigo, el reverendo Sir Christopher Bellew, de la Compañía de Jesús, estas impresionantes palabras. Hablando de las incansables maquinaciones y ubicua influencia de Lord Palmerston contra la independencia temporal de los Papas, Sir Christopher Bellew dijo:
"Lord Palmeston es mucho más que un hostil miembro del gobierno. Jamás habría tenido tanta influencia en el continente si fuera sólo un Ministro del gabinete ingles. Pero Palmerston es un francmasón, y uno de los mas grandes y mas altamente colocados de entre ellos. El es quien envia lo que se ha dado en llamar la Voz Patriarcal a través de las logias de europa. Y para obtener tal rango debe haber dado las más extremas pruebas de su insaciable odio por la Iglesia Católica".
"Otro ejemplo de la manera en la cual los acontecimientos europeos son arrastrados por corrientes ocultas me fue dado por el hoy fallecido Mayor-General Burnaby, M. P un tranquilo y amable soldado que, a pesar de su apariencia inofensiva, estaba encargado del más importante y delicado trabajo en la cuestión de la política inglesa en el Este. El General Burnaby estaba comisionado para obtener y preservar los nombres y direcciones de todos los miembros italianos de la legión extranjera alistados para el Servicio Británico en la guerra de Crimea. Esto ocurría en 1855 y 1856. Después de la guerra estos hombres, en su mayor parte audaces e inescrupulosos -"temibles villanos" los llamaba el general Burnaby- se dispersaron hacia sus provincias natales, pero la clave para encontrarlos de nuevo estaba en las manos de Burnaby y cuando un par de años después Cavour y Palmerston en conjunción con las logias masónicas consideraron llegado el momento de hacer estallar la revolución italiana, las listas de aquellos soldados de la legión extranjera fue comunicada al gobierno de Cerdeña y fue colocada en las manos del directorio garibaldino que al instante buscó a la mayoria de los hombres. De esta manera varios cientos de "temibles villanos", que habían recibidoinstrucción militar y que se habian disciplinado bajo la bandera britanica, le fueron proporcionados a Garibaldi para formar el cuerpo de su celebrado "ejercito de emancipación" en las dos Sicilias y en los Estados romanos. Mientras los diplomáticos Britanicos en Turin y Napoles llevaban a cabo, bajo la máscara que les proporcioonaba su carácter de enviados, la porción peligrosa de la conspiración de los carbonarios, los contribuyentes de Gran Bretaña ayudaban a formar y entrenar un ejército destinado a confiscar las posesiones de las ordenes religiosas y de la Iglesia en Italia, y, en última instancia, a destruir la misión universal de la Iglesia misma n el mundo".
Veremos la verdad de esto cuando consideremos la acción politica de la secta que dirigía, pero primero será necesario echar una mirada a lo que la Igflesia y el Cristianismo en general tuvieron que sufrir en sus dias.
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