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jueves, 5 de diciembre de 2013

El Verdadero Patriota

 
      Oh hijo mío, debes amar a tu patria, es un deber sagrado; pero la amarás con verdadero amor y tu patriotismo será tan ilustrado como ardiente.
     Aprende, pues, lo que es el verdadero patriota y qué virtudes le distinguen de los políticos y demagogos que, con mucha frecuencia, usurpan este bello título.
     "Si véis a un hombre insultar a los altares, a la santidad del matrimonio, a la decencia, a la probidad, y le ois gritar: ¡Patria! ¡Patria! no le creáis. Es un hipócrita del patriotismo; es un ciudadano malvado.
     "No es patriota más que el hombre virtuoso, el hombre que comprende, el que ama sus deberes y el que tiene una ocupación digna que cumplir.
     "No se confunde jamás ni con el vil adulador del poderoso, ni con el odiado criticón de toda autoridad. El no conoce ni uno ni otro de estos dos extremos: servilismo o insolencia".
     Si ves a un hombre buscar sus intereses en el servicio de su país y correr en pos de la fortuna o de los honores, desconfiad de ese hombre; es un explotador, no es un patriota.
     El verdadero patriota no va tras los empleos oficiales con el objeto de alcanzar honores o prebendas. El verdadero patriota busca ante todo el bien del pueblo y la gloria de su país.
     El verdadero patriota no es demagogo; no es escandaloso; no es violento; es un hombre amigo de la paz, siempre que la paz sea posible sin deshonor.
     El verdadero patriota es un cordero que se deja llevar en los días de calma. Pero ten cuidado, ese cordero se convertirá en león, cuando sea llamado por la patria en peligro. ¡Entonces pelea y triunfa, o muere!
     Por tanto, el verdadero patriota no es el patriotero tonto que afecta complacerse en victorias y conquistas; el verdadero patriota desea para la nación, —de la cual es hijo— todas las grandezas, pero ante todas, la grandeza moral.
     Tampoco pone su deber en el odio estrecho y salvaje al extranjero; ignora los sentimientos bajos y no se arma más que para la justicia.
     Nunca ve con indiferencia los negocios políticos de su país; se mezcla en la medida de sus fuerzas en estos asuntos; en lo que puede contribuye a la prosperidad nacional.
     Como nada es más precioso que la fe para el pueblo, se hace entre sus conciudadanos el campeón de las ideas religiosas. Sabe que es la apatía de los buenos la que hace poderosos a los malvados, y tiene como un deber el ejercer dentro de su esfera toda la influencia de que dispone.
     En nuestros tiempos, porque los cristianos han quedado como simples espectadores en la lucha es por lo que el pais ha sido entregado como una presa a las pandillas antirreligiosas tan funestas al país.
     El verdadero patriota, en fin, no se contenta con depositar su voto en las urnas; se. esfuerza por hacer prosélitos y por ganar partidarios para la buena causa. Sabe que un hombre resuelto goza de gran ascendiente sobre las almas vacilantes, siempre numerosas y todo pone en obra con tal de arrastrarlas tras él.
     Un hombre así no fuerza a nadie: para él la conciencia es sagrada; pero trata firmemente de hacer retroceder del mal a los demás y atraerlos al bien.
     Feliz, hijo mío, si cuando llegues a la edad de hombre comprendes y practicas estas grandes obligaciones.
     Se podrá —cuando se te encierre más tarde en la tumba— escribir estas palabras sobre tu lápida funeraria: "Fué del partido de Dios y de su patria, buen cristiano y buen ciudadano".
     No existe más bello elogio en la lengua de los hombres.

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