Por Dr. Homero Johas
Dicen algunos que es imposible cumplir el deber de elegir un papa fiel. Si así fuera el mandamiento divino seria imposible. Sobre esto veamos el Magisterio universal de la Iglesia y Santo Tomás.
1. CONCILIO DE TRENTO
"Nadie, en cuanto que se crea justificado, debe considerarse libre de la observancia de los mandamientos".
Nadie debe usar las palabras prohibidas, bajo anatema, por los Santos Padres: Los preceptos de Dios son imposibles de ser observados por el hombre justificado.
Por cuanto Dios no manda cosas imposibles.
Al ordenar manda que hagas lo que puedas y que pidas para lo que no puedes. Él ayuda para que puedas.
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Los que son hijos de Dios, aman a Cristo y los que lo aman guardan sus palabras (Jo XIV, 23); Lo que, con la ayuda divina, puede hacer.
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Dios no abandona aquellos a los cuales una vez, justificó con a su gracia, si, antes, no es por ellos abandonado.
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Cristo mismo (como lo dice el Apóstol) siendo Hijo de Dios, aprendió la obediencia, por las cosas que sufrió, y, consumado, fue hecho causa de salvación eterna para todos los que le obedecen (Hebr. V, 8-9).
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Son adversarios de la Religión Católica ortodoxa los que dicen que el justo peca, por lo menos venialmente, en todo buena obra.
CONDENACIONES TRIDENTINAS
• Si alguien dice que los preceptos de Dios son imposibles de ser observados, por el hombre justificado y constituido por la gracia, sea anatema (D.S. 1568).
Si alguien dice que el hombre justificado, no está obligado a la observancia de los mandamientos de Dios y de la Iglesia, sino solo a creer, como si el Evangelio fuera una pura y absoluta promesa de vida eterna, sin la condición de observancia de los mandamientos, sea anatema (D.S. 1570).
Si alguien dice que el hombre justificado, puede perseverar en la Justicia recibida sin un especial auxilio de Dios; sea anatema. (D.S. 1572).
2. CONCILIO DE ORANGE
Según la Fe católica creemos que después de recibida la gracia por el Bautismo, todos los bautizados, con el auxilio y la cooperación de Cristo, pueden y deben, cumplir fielmente lo que pertenece a la salvación del alma.
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Profesamos y creemos también que, en toda obra buena, no comenzamos nosotros y luego somos auxiliados por la misericordia de Dios; sino que Él nos inspira primero, -sin que preceda mérito alguno de nuestra parte— la fe y el amor a Él, para que busquemos fielmente el Sacramento del Bautismo, y para que después del Bautismo, con su ayuda, podamos cumplir lo que a Él agrada.
De ahí se debe creer que, con toda evidencia, que a tan maravillosa fe del ladrón (Jo. II, 3, 43) y la de Zaqueo, que mereció hospedar al Señor (Jo. XIX, 6) no les vino de la naturaleza, sino que fue don de la liberalidad divina (D.S. 397).
3. SENTENCIAS HERÉTICAS
La sentencia: "Dios nada preceptuó al hombre como imposible" es falsamente atribuida a San Agustín: pero es de Pelagio" (Sentencia de Baio, condenada por San Pio V) (D.S. 1952).
Algunos preceptos de Dios son imposibles a los hombres justos que quieren y que se esfuerzan según sus fuerzas que ellos posen (D.S. 2001). (Sentencia de Cornelio Jansénio).
Condenación de Inocencio X:
"Es una sentencia temeraria, impía, blasfema que declaramos condenada con anatema y ser herética y que, como tal, condenamos" (D.S. 2006).
4. SANTO TOMÁS DE AQUINO
Responde a la dificultad: "Nadie está obligado aquello que no está bajo su poder".
Cabe decir que, si algo está en poder del hombre excluyéndose el auxilio de la gracia, así el hombre estaría obligado a muchas cosas las cuales, sin la gracia reparadora, no puede: como a amar a Dios y al prójimo; y, de modo semejante, a creer en los artículos de la fe.
Mas el hombre puede estas cosas con el auxilio de la gracia.
Este auxilio es dado divinamente, y es dado de modo misericordioso.
Mas aquellos a los cuales no les da, no les da por Justicia, como pena de pecado precedente, por lo menos del pecado original, como lo dice San Agustín en el libro sobre la gracia (S.T. 2-2, 2,5, ad 1).
COMENTARIOS
Todos los argumentos rechazados por el Magisterio de la Iglesia, como heréticos, bajo anatema, son hoy repetidos por laicos y clérigos, que se dicen tradicionalistas y sedevacantistas, rechazando la Cabeza visible de la Iglesia el "deber gravísimo" de obrar para que se concretice de hecho. No será por ellos que la Iglesia Católica cumplirá ese deber.
Traducción
R. P. Manuel Martinez H.
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