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domingo, 21 de abril de 2013

Arminianismo,

Arminianismo
     Doctrina de Arminio, célebre ministro de Amsterdam, y despues profesor en teología de la academia de Leyde y de los arminianos sus sectarios. Calvino, Beza, Zanquio, etc., habian establecido dogmas demasiado severos sobre el libre albedrío, la predestinación, la justificación, la perseverancia y la gracia; los arminianos tuvieron sobre estos puntos opiniones mas moderadas y aproximadas bajo algunos aspectos a las de la Iglesia romana. Gomar, profesor de teología en la academia de Grouineja y calvinista rígido, se levantó contra la doctrina de Arminio despues de muchas disputas que tuvieron principio en 1609, amenazando encender la guerra civil en las provincias unidas: se discutió la materia y se decidió a favor de los gomaristas, por el sínodo de Dordrecht, celebrado en 1618 y 1619. Además de los teólogos de Holanda, asistieron a este sínodo diputados de todas las iglesias reformadas, exceptuando franceses, que se lo impidieron por razones de estado.
     Para comprender bien el estado de la cuestión que había que decidir, es preciso saber que los teólogos adheridos a las opiniones de Calvino sobre la predestinación, no estaban de acuerdo: los unos sostenían, como su maestro, que Dios ab eterno y aun antes de prever el pecado de Adán, habia predestinado una parte del género humano a la felicidad eterna, y otra parte a los tormentos del infierno; que por consiguiente Dios tenia resuelto de tal modo la caida de Adán y habia preparado de tal suerte los acontecimientos, que nuestros primeros padres no podían abstenerse de pecar. Estos teólogos fueron llamados supralapsarios, porque suponían una predestinación y una reprobación absolutas ante lapsum ó supra lapsum, opinion horrible, que pinta a Dios como el mas injusto y cruel de todos los tiranos. Otros decian que Dios no predeterminó positivamente la caida de Adán, que solo la permitió; que por esta caida habiéndose convertido todo el género humano en una masa de perdición y condenación resolvió Dios sacar un cierto número de hombres y conducirlos por sus gracias al reino eterno, al paso que deja a los demás en esta masa, y les rehusa las gracias necesarias para salvarse. Así, según estos teólogos, la predestinación y la reprobación se verifican supra lapsum ó infra lapsum, y por esto fueron llamados supralapsarios ó infralapsarios. Estos dos partidos se reunieron bajo el nombre de gomaristas para condenar a los arminianos.
     La disputa, por entonces, se reducía a cinco puntos principales: el primero era relativo a la predestinación; el segundo a la universalidad de la redención; el tercero y el cuarto, que siempre se trataban a la vez, correspondían a la corrupción del hombre y su conversión; el quinto era concerniente a la perseverancia.
     Sobre la predestinación decian los arminianos, «que no se debe reconocer en Dios ningún derecho absoluto, por el cual haya resuelto dar a Jesucristo a solo los elegidos, ni el dar a ellos únicamente, por medio de una vocación eficaz, la fe, la justificación, la perseverancia y la gloria; sino que ha dado a Jesucristo por Redentor común a todo el mundo, y resuelto por este decreto el justificar y salvar a todos los que crean en él, y al mismo tiempo darles a todos los medios suficientes para salvarse; que ninguno perece por no tener estos medios, sino por abusar de ellos; que la elección absoluta y precisa de los particulares se hace en vista de su fe y de su perseverancia futura; que no existe mas que elección condicional; que la reprobación se verifica del mismo modo, en vista de la infidelidad y de la perseverancia en el mal.» Este sistema estaba en oposicion directa, tanto con el de los supralapsarios, como con el do los infralapsarios.
     Acerca de la universalidad de la redención, enseñaban los arminianos, «que el precio pagado por el Hijo de Dios no solo es suficiente para todos, sino actualmente ofrecido para todos y cada uno; que ninguno está excluido del fruto de la redención por un decreto absoluto ni de otro modo que por su culpa.» Doctrina del todo diferente de la de Calvino y de los gomaristas, que establecen como dogma indudable que Jesucristo no ha muerto en sentido alguno sino por los predestinados, y de ninguna manera por los réprobos.
     Acerca de los puntos tercero y cuarto, después de haber dicho que la gracia es necesaria para todo bien, no solo para acabarle, sino también para comenzarle, añadían que la gracia no es irresistible, es decir, que se puede resistir a ella, sostenían que aunque la gracia sea dada desigualmente, «Dios da ú ofrece una suficiente a todos aquellos a quienes ha sido anunciado el Evangelio, aun a los que no se conviertan, y la ofrece con un deseo sincero y formal de salvar a todos. Es indigno de Dios, decian, el aparentar querer salvar, y en el fondo no quererlo; el inducir secretamente a los hombres a los pecados que prohibe públicamente» dos opiniones monstruosas que introdujeron los primeros reformadores. Acerca del quinto, es decir, sobre la perseverancia, decian, «que Dios da a los verdaderos fieles regenerados por su gracia medios para conservarse en este estado; que pueden perder la verdadera fe justificante, é incurrir en pecados incompatibles con la justificación; aun en los crímenes atroces perseverar y morir en ellos, levantarse de ellos por la penitencia, y sin que no obstante la gracia les obligue a hacerlo.» Con esta opinión destruían la de los calvinistas rígidos: a saber, que el hombre una vez justificado no puede perder la gracia, ni total, ni finalmente, es decir, ni absolutamente por cierto tiempo, ni para siempre, y sin que vuelva. Los arminianos han sido llamados también remontrantes, por una demanda ó representacion que dirigieron a los estados generales de las Provincias Unidas en 1611, y en la cual expusieron los principales artículos de su creencia.
     Sus cinco artículos de doctrina fueron solemnemente condenados por el sínodo de Dordrecht; se les privó de sus plazas de ministros y de sus cátedras; y se decidió que en adelante ninguno fuera admitido a la función de enseñar sin haber suscrito a esta condenación. Los gomaristas supralapsarios hicieron los mayores esfuerzos para que se aprobara por el sínodo su opinion, con respecto a la predestinación, pero no lo pudieron conseguir: los teólogos ingleses y otros se opusieron a ello, así es que la doctrina establecida en Dordrecht es la de los infralapsarios. (Mosheim, Hist. ecles. siglo XVII, secc. 2. p. 2, c. 2, § 11). Los decretos de la asamblea de Dordrecht fueron recibidos y adoptados por los calvinistas de Francia en un sínodo nacional celebrado en Charenton, en 1623; veremos pronto cuales fueron sus resultados.
     Desde su condenación, los arminianos llevaron su sistema mucho mas allá de lo que lo habia hecho el mismo Arminio; cayeron en el pelagianismo y se aproximaron mucho a los socinianos, principalmente cuando tuvieron por jefe a Simón Episcopio. Cuando los calvinistas les acusan de renovar una antigua herejía condenada ya en los pelagianos y en los semipelagianos, replican que la simple autoridad de los hombres no puede pasar por una prueba legítima mas que en la Iglesia romana; que los calvinistas mismos introdujeron en la religión otra manera de decidir las diferencias; que no basta el hacer ver que una opinion ha sido condenada, sino que es preciso demostrar que está condenada con justicia. Fundados en este principio, que no están en estado de refutar los calvinistas, los arminianos suprimían bastante número de artículos de religión a que los primeros llaman fundamentales, porque no se encuentran suficientemente explicados en la Escritura. Desechan con desprecio los catecismos y las confesiones de fe a que quieren atenerse los calvinistas. Por eso estos en el sínodo de Dordrecht influyeron mucho para que se estableciera la necesidad de decidir las diferencias de religión por vía de autoridad, volviendo de esta manera a los principios de los católicos, contra los cuales declamaron tanto. Los arminianos fueron desde luego proscriptos en Holanda, en donde se les tolera no obstante en el dia.
     Han abandonado la doctrina de su primer maestro sobre la predestinación y elección hechas ab aeterno, en consecuencia de la previsión de los méritos; Episcopio ha inventado que Dios no elige a los fieles sino en tiempo y cuando creen actualmente. Juzgan que la doctrina de la Trinidad no es necesaria para salvarse, y que no existe en la Escritura ningún precepto que nos mande adorar al Espíritu Santo. Por último, su gran principio es que se deben tolerar todas las sectas cristianas; porque dicen, que hasta ahora no se ha decidido nada acerca de quien, entre los cristianos, son los que han abrazado la religión mas verdadera y la mas conforme a la palabra de Dios.
     Se dividieron los arminianos en dos ramas, con relación al gobierno y relativamente a la religión. Los primeros se llamaron arminianos políticos, y se comprende, bajo este nombre todos los holandeses que se opusieron en alguna manera a los designios del príncipe de Orange, tales como MM. Barnewelt, Witt y otros muchos reformados, que fueron víctimas de su zelo por su patria. Los arminianos eclesiásticos son aquellos que profesando las opiniones de los remontrantes no tienen parte en la administración del estado; al principio fueron perseguidos vivamente por el principe Mauricio; pero después los dejaron en paz, sin admitirlos al ministerio, ni a las cátedras de teología, a menos que no aceptasen las actas del sínodo de Dordrecht. Además de Simón Episcopio los mas célebres entre estos últimos fueron Esteban de Courcelles y Felipe de Limbroch que escribieron mucho para exponer y sostener las opiniones de su partido.
     El célebre Juan Leclerc la abrazó también. Es muy dudoso, dice Mosheim, si la victoria obtenida sobre los arminianos por los gomaristas fué ventajosa para la Iglesia reformada en general. Por lo que respecta a nosotros, nos parece que ha cubierto la pretendida reforma de un oprobio eterno.  
     Despues de haber establecido como máxima fundamental de esta reforma que la Sagrada Escritura es la sola regla de fe, el único juez en las disputas en materia de doctrina, era muy absurdo el juzgar y condenar a los arminianos, no por el texto solo de la Escritura santa, sino por las glosas, los comentarios y explicaciones que plugo darla a los gomaristas. Cuando se echa una ojeada sobre los pasajes alegados por estos últimos en el sínodo de Dordrecht , vemos que apenas hay uno solo a cuya letra no añadiesen alguna cosa, y que la mayor parte pueden tener un sentido muy diferente del que le dan los gomaristas. Los arminianos les alegan por su parte, a los que no contestan sus adversarios; ¿con qué cara puede decirse que la Escritura Santa es la que decide la contienda, cuando se disputa sobre su mismo fondo?
     2° Apenas puede contenerse la indignación, cuando se ve que el sínodo de Dordrecht se funda sobre la promesa que Jesucristo hizo a su iglesia de estar con ella hasta la consumación de los siglos, mientras que todos los protestantes hacen profesion de creer que este divino Salvador ha abandonado esta misma Iglesia inmediatamente despues de la muerte de los apóstoles; que por espacio de mil y quinientos años, dejó introducir los errores mas monstruosos y las supersticiones mas groseras, de manera que esta Iglesia no era ya la esposa de Jesucristo, sino la prostituida de Babilonia, de la cual ha sido indispensable separarse en el siglo diez y seis para poder salvarse. ¿Qué pensar todavía cuando se ve a los doctores de Dordrecht recordar el ejemplo y método de los antiguos concilios para condenar los errores, y sobre todo cuando se recuerdan las declamaciones fogosas que los protestantes se han permitido contra todos los concilios? Para colmo de ridiculo, citan la conducta de los príncipes y de los soberanos que protegieron la Iglesia contra los ataques de los herejes, despues de haber censurado cien veces a los emperadores que se mezclaron en disputas de religión; felicitan a la Iglesia belga por haberse librado de la tiranía del Antecristo romano, y de la horrible idolatría del papismo, al paso que ellos mismos ejercen contra sus hermanos uno de los principales actos de esta pretendida tiranía, haciéndose jueces y arbitros de la creencia , etc.
     3° Tampoco los arminianos dejaron de hacer a sus adversarios todas las acusaciones, que los protestantes hicieron contra el concilio de Trento que los ha condenado. Dijeron que los que se arrogaban el derecho de juzgarlos, eran acusadores y partes; que un sínodo debia ser libre; que los acusados debían ser admitidos en él para defenderse y justificarse; que sus pretendidos jueces se hacian árbitros de la palabra de Dios, etc. No se han tomado en consideración ni sus quejas ni sus clamores. Está averiguado en el dia, que el sínodo de Dordrecht no fué otra cosa mas que una farsa política jugada por el príncipe Mauricio de Nassau, principe de Orange, para deshacerse de algunos republicanos que le hacian sombra.
     Mosheim nos hace notar que los decretos de Dordrecht, lejos de destruir la doctrina de Arminio la extendieron mas é indispusieron los ánimos contra las opiniones rígidas de Calvino. Los arminianos, dice, atacaron a sus adversarios con tanto espiritu, valor y elocuencia, que una multitud de gentes se persuadió de la justicia de su causa. Cuatro provincias de Holanda rehusaron suscribir al sínodo de Dordrecht; este sínodo fué recibido en Inglaterra con desprecio, porque los anglicanos manifiestan mucho respeto hacia aquellos antiguos Padres, que no se han atrevido a poner límites a la misericordia divina. En las Iglesias de Brandeburgo, de Brema, y aun en Ginebra, prevaleció el arminianismo. Mosheim añade que los calvinistas de Francia se acercaron también a fin de no dar demasiada ventaja a los teólogos católicos contra ellos; pero olvida la aceptación formal de los decretos de Dordrecht hecha en el sínodo de Charenton en 1623. O esta aceptación no fué sincera, ó los calvinistas se han avergonzado despues de la ceguedad de sus doctores.
     No concluiríamos si siguiéramos enumerando todos los absurdos, errores y rasgos de doblez y de pasión que se notan en estos mismos decretos. Se encuentran en la coleccion de las confesiones de fe de las Iglesias protestantes. (Bossuet, Hist. de las variac. lib. 14, § 23).
     Los luteranos, así como los anglicanos, no han podido disimularse que la censura dada en Dordrecht contra el arminianismo recaía directamente sobre ellos. Mosheim hizo una disertación, en la cual prueba: 
     1° Que los cinco artículos de doctrina condenados por este sínodo, son el sentir común de los luteranos y de la mayor parte de los teólogos anglicanos. 
     2° Que el sínodo, lejos de condenar la conducta abominable de Calvino, que representa a Dios como autor del pecado, mas bien la ha adoptado y confirmado. 
     Que los decretos de Dordrecht fueron expresamente concebidos en términos ambiguos para dejar libertad de entenderlos al capricho. 
     4° Refuta los sofismas y subterfugios por medio de los cuales muchos teólogos calvinistas quisieron probar que la censura de este sínodo no interesaba a los luteranos. 
     5° Demuestra el ridiculo de los elogios exagerados, que han hecho de esta asamblea y de sus decretos, y el oprobio de que se han cubierto los calvinistas usando de violencia contra los arminíanos, por considerarlos como herejes. 
     6° Concluye diciendo, que esta conducta es el mayor obstáculo que los calvinistas pudieron oponer para su reunión con los demás protestantes, y el medio mas seguro que pudieron hallar para hacer eterna su división. (De aucioritate concilii Dordrae pací sacrae noxia, in 4° Helmstad. 1726.)

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