Por Mons. José F. Urbina Aznar
EL DR. WENDLAND Y EL SR. HELLER, ESTAN PREDICANDO LA COMPLETA DESTRUCCION DE LA IGLESIA CATOLICA.
Jesucristo dijo claramente que cualquier edificación ha de estar FUNDADA SOBRE ROCA, es decir, sobre el Colegio Apostólico, estando Pedro como el primero de ellos, y no sobre la arena, es decir, sobre la muchedumbre de los fieles. La doctrina de la Democracia moderna que dice que el poder viene del pueblo y que los gobernantes, en el pueblo fundan su poder, es una gran falsedad. El pueblo puede elegir a sus gobernantes, como la Iglesia puede elegir al papa, pero el poder lo reciben de Dios, no de sus electores. Esta moderna doctrina no es otra cosa que una forma de manipular y engañar que ahora nos están proponiendo los de la revista EINSICHT.
¿Qué podemos esperar de los predicadores de tales doctrinas, si le están negando a la Iglesia toda autoridad al decir que ni los obispos ni el papa aunque sean legítimos sucesores de Pedro y de los Apóstoles son la luz del mundo?.
El fundamentar la autoridad y la dirección de la Iglesia en juntas centrales regionales representaría la completa atomización del Cuerpo místico de Cristo, pues ya no habría una sola cabeza y miembros unidos a un mismo cuerpo, cumpliendo todos funciones diferentes pero perfectamente coordinadas para el logro de fines que son comunes a todos. La sociedad fundada por Cristo, se convertiría en una masa informe de individuos sin coordinación, sin jerarquías, antagónicos y en constante competencia.
Estas doctrinas propuestas por EINSICHT son de un espíritu profundamente liberal. El Liberalismo proclama la independencia del hombre y de la familia (y se puede decir de las familias religiosas) con relación a Dios, a Jesucristo o a la Iglesia. Pero esto constituye la apostasía oficial de los hombres y de los pueblos, que rechazan la realeza social de Cristo y desconocen la autoridad divina de la Iglesia. El Cardenal Pie (OBRAS. T. II, Págs. 380-381) dice: "Enseñaréis que el dogma es indispensable, QUE EL ORDEN SOBRENATURAL EN EL CUAL EL AUTOR MISMO DE NUESTRA NATURALEZA NOS HA CONSTITUIDO, POR UN ACTO FORMAL DE SU VOLUNTAD Y DE SU AMOR, ES OBLIGATORIO E INEVITABLE; enseñaréis que Jesucristo, NO ES FACULTATIVO, y que fuera de Su ley revelada no existe ni existirá jamás, el justo medio filosófico y apacible donde todos, almas de "élite" o almas vulgares, puedan encontrar el descanso de su conciencia y la regla de su vida".
¿Qué podemos esperar de los predicadores de tales doctrinas, si le están negando a la Iglesia toda autoridad al decir que ni los obispos ni el papa aunque sean legítimos sucesores de Pedro y de los Apóstoles son la luz del mundo?.
El fundamentar la autoridad y la dirección de la Iglesia en juntas centrales regionales representaría la completa atomización del Cuerpo místico de Cristo, pues ya no habría una sola cabeza y miembros unidos a un mismo cuerpo, cumpliendo todos funciones diferentes pero perfectamente coordinadas para el logro de fines que son comunes a todos. La sociedad fundada por Cristo, se convertiría en una masa informe de individuos sin coordinación, sin jerarquías, antagónicos y en constante competencia.
Estas doctrinas propuestas por EINSICHT son de un espíritu profundamente liberal. El Liberalismo proclama la independencia del hombre y de la familia (y se puede decir de las familias religiosas) con relación a Dios, a Jesucristo o a la Iglesia. Pero esto constituye la apostasía oficial de los hombres y de los pueblos, que rechazan la realeza social de Cristo y desconocen la autoridad divina de la Iglesia. El Cardenal Pie (OBRAS. T. II, Págs. 380-381) dice: "Enseñaréis que el dogma es indispensable, QUE EL ORDEN SOBRENATURAL EN EL CUAL EL AUTOR MISMO DE NUESTRA NATURALEZA NOS HA CONSTITUIDO, POR UN ACTO FORMAL DE SU VOLUNTAD Y DE SU AMOR, ES OBLIGATORIO E INEVITABLE; enseñaréis que Jesucristo, NO ES FACULTATIVO, y que fuera de Su ley revelada no existe ni existirá jamás, el justo medio filosófico y apacible donde todos, almas de "élite" o almas vulgares, puedan encontrar el descanso de su conciencia y la regla de su vida".
Bien decía San Pío X (Ag. de 1910) en su carta sobre Le Sillón NUESTRO CARGO APOSTOLICO: "No, venerables hermanos, -es necesario recordarlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual, en los cuales CADA UNO SE COLOCA COMO DOCTOR Y LEGISLADOR-, no se construirá la sociedad DE UN MODO DIFERENTE a como Dios la ha edificado; no se edificará la sociedad, SI LA IGLESIA NO PONE LAS BASES Y DIRIGE LOS TRABAJOS; no, la civilización no está por inventarse ni la ciudad nueva por edificarse en las nubes. Ella ha sido, ella es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata más que de instaurarla y restaurarla sin cesar, en sus cimientos naturales y divinos, contra los ataques siempre renacientes de la utopía malsana, de la rebelión y de la impiedad".
La libertad moral no es un absoluto, sino que es totalmente relativa al bien. La facultad de pecar no es una libertad, sino que es una esclavitud como enseña Santo Tomás de Aquino en su Comentario sobre las palabras de Jesucristo en San Juan. Porque quien comete pecado, es esclavo del pecado (Juan VIII, 34). En la sociedad de los hombres y en la Iglesia la libertad no consiste en hacer todo lo que nos viene en gana, o todo lo que nos gusta, porque eso provocaría un estado de extrema confusión, enseña León XIII en su Encíclica LIBERTAS. Por eso es necesario atenerse a las prescripciones de la ley eterna.
Jean Jacques Rousseau dice lo contrario, y así lo dicen el Dr. Wendland y el Sr. Heller. El enseña que los hombres nacen libres, libres de toda coacción, "asociales" por naturaleza, hechos para vivir solos, donde son felices. La sociedad no tiene nada de natural, pues es solamente convencional en su origen histórico y en su constitución.
Santo Tomás de Aquino (De regimine principum, L. I, Cap. I), ha refutado esto, demostrando la naturaleza social del hombre. El hombre es el animal más desprovisto de medios naturales para subsistir de manera autónoma e incluso en la edad adulta, es incapaz de satisfacer solo, todas sus necesidades. El hombre, entonces, DEBE AYUDARSE MUTUAMENTE. Lo contrario es mitología rouseauniana, individualista e igualitaria. El predicar la inutilidad de las jerarquías de la Iglesia para crearse juntas regionales centrales constituye cabalmente la más violenta oposición contra el orden establecido por Dios mismo. El permanecer en la división, POR EL MOTIVO QUE SEA, como lo hacen las comunidades llamadas "tradicionalistas", aunque prediquen la unidad hipócritamente, es la práctica de estas doctrinas anticristianas. Y es la falta más completa de espíritu de fe, QUE ES UN ESPIRITU DE TOTALIDAD.
León XIII (DIUTURNUM, junio 29 de 1881) enseñaba: "...los hombres no constituyen una raza salvaje y solitaria; antes de cualquier decisión de su voluntad, les es condición natural, vivir en sociedad". En la QUOD APOSTOLICI decía: "...el que creó y gobierna todas las cosas, dispuso en Su providencia y sabiduría, que las cosas ínfimas, se dirijan a las medias, y las medias POR SUS SUPERIORES, a sus fines...".
Pío VI (QUOD ALICUANTULUM, marzo de 1771) decía: "¿Es posible ignorar que el hombre no fue creado para sí mismo, sino para ser útil a sus semejantes?. Pues tal es la debilidad de la naturaleza humana que, para conservarse, los hombres tienen necesidad del socorro mutuo; por eso, los hombres han recibido de Dios la razón y el uso de la palabra, para permitirles pedir ayuda a los otros y poder socorrer a su vez a aquellos que imploran su auxilio. Es la misma naturaleza la que ha establecido lazos entre los hombres, y los ha reunido en sociedad...".
¿Qué es, pues, predicar la destrucción del Cuerpo místico de Cristo?.
La libertad moral no es un absoluto, sino que es totalmente relativa al bien. La facultad de pecar no es una libertad, sino que es una esclavitud como enseña Santo Tomás de Aquino en su Comentario sobre las palabras de Jesucristo en San Juan. Porque quien comete pecado, es esclavo del pecado (Juan VIII, 34). En la sociedad de los hombres y en la Iglesia la libertad no consiste en hacer todo lo que nos viene en gana, o todo lo que nos gusta, porque eso provocaría un estado de extrema confusión, enseña León XIII en su Encíclica LIBERTAS. Por eso es necesario atenerse a las prescripciones de la ley eterna.
Jean Jacques Rousseau dice lo contrario, y así lo dicen el Dr. Wendland y el Sr. Heller. El enseña que los hombres nacen libres, libres de toda coacción, "asociales" por naturaleza, hechos para vivir solos, donde son felices. La sociedad no tiene nada de natural, pues es solamente convencional en su origen histórico y en su constitución.
Santo Tomás de Aquino (De regimine principum, L. I, Cap. I), ha refutado esto, demostrando la naturaleza social del hombre. El hombre es el animal más desprovisto de medios naturales para subsistir de manera autónoma e incluso en la edad adulta, es incapaz de satisfacer solo, todas sus necesidades. El hombre, entonces, DEBE AYUDARSE MUTUAMENTE. Lo contrario es mitología rouseauniana, individualista e igualitaria. El predicar la inutilidad de las jerarquías de la Iglesia para crearse juntas regionales centrales constituye cabalmente la más violenta oposición contra el orden establecido por Dios mismo. El permanecer en la división, POR EL MOTIVO QUE SEA, como lo hacen las comunidades llamadas "tradicionalistas", aunque prediquen la unidad hipócritamente, es la práctica de estas doctrinas anticristianas. Y es la falta más completa de espíritu de fe, QUE ES UN ESPIRITU DE TOTALIDAD.
León XIII (DIUTURNUM, junio 29 de 1881) enseñaba: "...los hombres no constituyen una raza salvaje y solitaria; antes de cualquier decisión de su voluntad, les es condición natural, vivir en sociedad". En la QUOD APOSTOLICI decía: "...el que creó y gobierna todas las cosas, dispuso en Su providencia y sabiduría, que las cosas ínfimas, se dirijan a las medias, y las medias POR SUS SUPERIORES, a sus fines...".
Pío VI (QUOD ALICUANTULUM, marzo de 1771) decía: "¿Es posible ignorar que el hombre no fue creado para sí mismo, sino para ser útil a sus semejantes?. Pues tal es la debilidad de la naturaleza humana que, para conservarse, los hombres tienen necesidad del socorro mutuo; por eso, los hombres han recibido de Dios la razón y el uso de la palabra, para permitirles pedir ayuda a los otros y poder socorrer a su vez a aquellos que imploran su auxilio. Es la misma naturaleza la que ha establecido lazos entre los hombres, y los ha reunido en sociedad...".
¿Qué es, pues, predicar la destrucción del Cuerpo místico de Cristo?.
Pero nada de esto es nuevo para la Iglesia, porque se anunciaron falsos profetas y falsos doctores, que introducirían sectas perniciosas (II Pe.) que negarían al Señor que los rescató y que muchos los seguirían en sus liviandades y que a causa de ellos sería blasfemado el camino de la verdad. Y que harían mercadería con el pueblo a causa de sus palabras mentirosas y que andarían en la confusión, por no haber creído en la piedra angular y escogida, puesta en Sión (I Pe.), porque si como el primer Papa escribe en su primera carta, todo aquel que cree en esa piedra, y la piedra es Cristo, no será confundido, ¿no andará en la confusión, fuera de la Iglesia, todo aquel que rechaza sujetarse a aquella piedra que con Cristo hace una sola por voluntad de Dios?. ¿No es un acto supino de desobediencia, de soberbia y de rebeldía, permanecer acéfalo en situación de sede vacante en contra de lo que los papas han ordenado?.
QUIENES PERMANECEN ACEFALOS Y SE NIEGAN A ELEGIR AL PAPA, SON ENEMIGOS DE CRISTO.
No es suficiente oir la doctrina de los labios de quienes aparentemente proclaman la ortodoxia, porque son labios que pueden ser mentirosos. San Agustín (In Epist. loan, ad Parthos, c. 2, 18-27, tr. 3), escribe: "Busquemos quiénes son los que niegan a Jesucristo, pero no atendiendo a las palabras, sino observando los hechos, porque si nos fiamos de las palabras, no habrá ni uno que no confiese que Jesús es el Cristo. Descanse, por lo tanto, la lengua e interroguemos la vida...El MAYOR MENTIROSO es el que confiesa con los labios que Jesús es el Cristo, y lo niega en la práctica, porque dice una cosa y hace otra diferente". En esto por lo menos el Dr. Wendland y el Sr. Heller son más honestos, pues proclaman abiertamente la inutilidad del papa y de los obispos ya que basta solamente con Jesucristo que ha de enseñar directamente a los fieles el verdadero camino. En esto son menos peligrosos, porque se muestran abiertamente, que los que predicando la necesidad del papa y la unidad de la Iglesia, permanecen sin embargo en la más férrea inacción y acefalia.
El Papa Gregorio XVI en su Encíclica MIRARI VOS, 2, escribió: "Se combate tenazmente a la Sede de Pedro, en la que Cristo PUSO EL FUNDAMENTO de la Iglesia y se quebrantan y se rompen por momentos, los vínculos DE LA UNIDAD. Se impugna la autoridad divina de la Iglesia y, conculcados sus derechos, SE LE SOMETE A RAZONES TERRENAS y, con suma injuria, la hacen objeto del odio de las gentes, reduciéndola a torpe servidumbre" .
"Pero donde, sobre todo, se extrema la rabia de los enemigos, dice León XIII en su Enc. HUMANUS GENUS, es contra la Sede Apostólica y el Romano Pontífice. Quitósele primero con fingidos pretextos el reino temporal, baluarte de su independencia y de sus derechos; enseguida se le redujo a situación inicua, a la par que intolerable, por las dificultades que de todas partes se le oponen; hasta que, por fin, se ha llegado a punto de que los fautores de las sectas proclaman abiertamente lo que en oculto maquinaban largo tiempo, a saber, QUE SE HA DE SUPRIMIR LA SAGRADA POTESTAD DEL PONTIFICE Y DESTRUIR POR ENTERO AL PONTIFICADO INSTITUIDO POR DERECHO DIVINO".
Los actuales llamados "tradicionalistas", pretenden predicar la ortodoxia y defender la Tradición, pero no son más que los continuadores y sostenedores de la obra de esos enemigos que en forma gradual se fueron introduciendo en la Iglesia, infectándolo todo y socavando las bases de la Institución papal. Ellos son cómplices de quienes arrancaron al papa el poder temporal que le permitía autonomía; lo redujeron a situación inicua y a un mar de dificultades; aliados de las sectas proclamaron que la institución papal debía ser destruida; y luego que esto pudo ser hecho, como firuletes de los grandes líderes anticristianos, continuaron la obra, por cuanto han mantenido al pueblo remanente fiel a la Doctrina de siempre, en la acefalia que los otros lograron introduciendo al Trono papal a un usurpador. ¿No es esta una férrea pinza que aprieta el corazón de los fieles y paraliza a quienes pretenden hacer alguna cosa?. Y continúan consolidando lo que sus amos iniciaron. Por las obras los hemos conocido, y aunque ellos pueden aducir lo contrario, razgando sus vestiduras, estamos VIENDO con nuestros propios ojos, que no nos engañan, HECHOS INCUESTIONABLES. Se mantiene el cisma y se mantiene la acefalia con toda clase de pretextos y con toda clase de argumentos que incluso llegan a la estupidez. Y mientras con una mano sostienen con firmeza la continuidad de la obra de los enemigos de la Iglesia llevada al aparente éxito actual, con la otra condenan y desprestigian a todo aquel que a su labor quiere oponerse, SOBRE TODO si se ha atrevido por la extrema necesidad y por la inacción de ellos a actuar sobre la letra de la ley.
Muy bien viene recordar lo que dijo el Papa Pío XII en su radiomensaje en la Navidad de 1946 (10): "La táctica contra la Iglesia es siempre la misma: "Hiere al pastor y las ovejas quedarán dispersas" (Zac XIII, 7). Siempre la misma táctica, incapaz de renovarse...".
Se sabe perfectamente la Doctrina, sobre todo aquellos que se jactan de haber egresado de seminarios tradicionalistas, e incluso se predica con cinismo. Se sabe la necesidad del papa para que la unidad de la Iglesia se logre y consolide y venga el favor divino; se sabe que la infalibilidad de la que Cristo lo revistió es un antídoto perfecto que del Cielo ha bajado contra el error al que están exponiéndose ellos mismos y al que exponen a sus feligreses irresponsablemente; se sabe que los obispos y los sacerdotes participan de la jurisdicción que Pedro les comunica, por la cual absuelven válidamente a los fieles, entre otras cosas, de sus pecados, y que separados de Pedro pierden la jurisdicción; se sabe que donde está Pedro está la Iglesia, y que donde no está Pedro, no está la Iglesia; se sabe que Pedro es la roca sobre la que Cristo ordenó construir la Iglesia; se sabe que esa construcción sólida e indestructible es la única forma de protegerse contra la destrucción que los enemigos pretenden desde antiguo; se sabe que los obispos participando de un solo episcopado, deben de gobernar en la unidad de un solo Colegio Episcopal y que separados de esa unidad pierden todo fundamento de su autoridad y aunque continúan siendo obispos "válidos", de ninguna manera pueden ser ya, vicarios de los Apóstoles ni miembros de la Iglesia de Dios. Pero se niegan a elegir al papa, se niegan a la unidad. Continúan manteniendo tozudamente el cisma y chantajean a los fieles que se adhieren a ellos con la recepción de la Misa y de los Sacramentos. ¿Quiénes son estos, sino unos traidores de la peor pasta, pues muy lejos de haber tenido la inteligencia para destruir, porque ni eso tuvieron, se conforman a ser la peluza de Satanás y de sus adláteres?.
Ellos predican, sin embargo, la necesidad del papa: ¿dónde tienen escondido al papa que no lo vemos?. Ellos predican y aceptan de palabra la necesidad de la unidad y una Iglesia una, santa, católica y apostólica: ¿es posible encontar unidos tan sólo a dos de ellos?, ¿no vemos que cuando se dan las uniones son solamente circunstanciales, temporales o de conveniencia, sobre todo si así se ha de lograr algún beneficio, especialmente la obtención de un episcopado "válido"?. Ellos predican que a Pedro se prometió la infalibilidad y que de esa infalibilidad depende la inerrancia de la Iglesia: ¿están protegiendo a los fieles del error, o soberbiamente se han constituido líderes infalibles en vez del papa a quien se niegan elegir?. Ellos predican que la Iglesia está pasando por una crisis muy grande, probablemente la más grave de su historia: ¿vemos que adoptan y aceptan las normas, los medios y la inmensa doctrina sobre la extrema necesidad claramente expresada y enseñada por teólogos, canonistas y moralistas, o lo que vemos es una eterna discusión, una eterna polémica y un apego fariseo y absurdo a la letra de la ley?, ¿no vemos que se razgan sus vestiduras cuando a alguien se le ocurre, aun por los motivos más graves y justificados, y hasta obligatorios, pasar sobre la letra de la ley?. No hay un solo legislador que pueda publicar una ley, que en ningún caso pueda abandonarse. No hay ninguna crisis, no hay ninguna guerra en la que no se tenga a veces que obrar fuera de las reglas normales de acción. Nuestros enemigos saben esto muy bien por lo cual , han adoptado por sistema la condena sistemática de cualquier apartamiento de la letra, para nulificar a muchos. La "pureza legal" que ellos logran con enormes recursos es violentamente contrastante con los "impuros legales" que no han podido obrar en otra forma ante la inacción de los otros. ¿Por qué no utilizar un arma tan poderosa, incluso a los ojos del pueblo al que se "escandaliza" antes que se le intruye, que las circunstancias han puesto en sus manos?. Ellos predican que la Iglesia es la institución fundada por el Hombre-Dios, perfecta, suficiente y capaz de salir de cualquier crisis por grave que esta sea. Conocen los textos, entre otros de León XIII y de Pío XII: ¿los estamos viendo caminar a la solución del problema actual, o los vemos encerrados en sus propios quistes regodeándose por su aislado progreso y fortalecimiento?. Ellos predican que el cisma separa de la Iglesia y arranca de sacerdotes y obispos el poder de jurisdicción por el cual se puede absolver de sus pecados al pueblo: ¿no los vemos sordos y ciegos a esa doctrina asegurando que el cisma que ellos mantienen es por la necesidad y situación solamente temporal?, ¿no aseguran que todos los Sacramentos que ellos administran en el cisma son válidos?, ¿no se están aplicando ellos mismos las normas de la extrema necesidad donde no se pueden aplicar, allá donde se les pega la gana?, ¿no aseguran, entonces, que todo eso la Iglesia lo "suple"?. Los vemos predicar la prudencia: ¿no saben que la prudencia implica a veces gran diligencia y prontitud en la acción, para que no se convierta en pereza y en gravísimo pecado de omisión?. Los vemos predicar la caridad: pero, ¿no es cierto que no la practican ni entre ellos mismos, porque son excluyentes, porque son desconfiados, porque no hacen absolutamente nada que no vaya en provecho de sus propias haciendas o de su propio equipo?. Predican ellos que la Iglesia es una, porque tiene unidad de Doctrina y unidad de gobierno: ¿pero no es cierto que cada secta, o sector, está gobernado por un pastor celoso, desconfiado, engreído, puritano y a veces cruel, en competencia con los demás y que dice pertenecer a la verdadera Iglesia católica, exactamente igual que lo predican las sectas protestantes?.
Muchos de ellos podrán condenar lo que digo, lo rechazarán furiosos, pero, ¿importa algo que no existan acuerdos entre ellos y los enemigos de Cristo, si las obras se dirigen al mismo fin?, ¿no es el supremo director de todo esto Satanás?, por lo cual ¿no es cierto que todas las herejías están atadas por la cola como decía Gregorio IX? (Denz. 444). Los que no guardan la unidad están fuera de la Iglesia (Denz. 246, 247). Pedro es necesario (Denz. 1505). Lo más caro en la Iglesia, es la unidad (Denz. 1686). No se pueden callar estas doctrinas a fin de que el pueblo las olvide (Denz. 1529). Los fieles no deben de olvidar que las NOTAS que distinguen a la Iglesia, NO PUEDEN SER SEPARADAS (Denz. 1686). Se quiere defender a la Iglesia desde la visión de la propia comunidad y ella está muriendo universalmente por la falta de unidad, la cual solamente está en manos de los obispos. León XIII (SAPIENTIAE CHRISTIANAE) escribe: "...no querer defender a Cristo (es propio decir Iglesia) ES MILITAR EN LAS FILAS DE SUS ENEMIGOS, y El nos asegura (Luc. IX, 26) que no reconocerá por suyos delante de Su Padre, a cuantos rehusaron confesarle delante de los hombres". Y Pío XII decía (Disc. revista ECCLESIA, No. 288, 18 ene. 1945. P. 5): "El cristiano justo y fuerte no se contentará en quedarse en pie, impasible entre las ruinas; se sentirá obligado a resistir y a impedir el cataclismo o, por lo menos, a limitar el efecto de sus daños".
No puede existir barco sin capitán, ejército sin general, empresa sin gerente, ciudad sin alcalde, orden sin ley, nación sin rey o sin presidente, triunfo sin unidad de propósitos. Quieren ahora que haya Iglesia sin papa. La prudente espera incomprensible en el caso de sede vacante es subversión. El que no siembra desparrama. Si en la Iglesia se quita el fundamento que es el papa, todo el edificio amenaza ruina y se oscurece en los ánimos la luz de los principios morales. Mucho más, cuando San Pío X (VACANTE SEDE APOSTOLICA, Dic. 1904) y Pío XII (VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS, Dic. 1945) ordenaron que en sede vacante se elija al papa INMEDIATAMENTE, pues en la Iglesia, NO HAY DEBER MAS SAGRADO Y URGENTE QUE ELEGIR PAPA CUANDO LA SEDE QUEDA VACANTE. ¡PORQUE NO HAY PELIGRO MAS GRANDE QUE LA SEDE VACANTE!.
El Papa Gregorio XVI en su Encíclica MIRARI VOS, 2, escribió: "Se combate tenazmente a la Sede de Pedro, en la que Cristo PUSO EL FUNDAMENTO de la Iglesia y se quebrantan y se rompen por momentos, los vínculos DE LA UNIDAD. Se impugna la autoridad divina de la Iglesia y, conculcados sus derechos, SE LE SOMETE A RAZONES TERRENAS y, con suma injuria, la hacen objeto del odio de las gentes, reduciéndola a torpe servidumbre" .
"Pero donde, sobre todo, se extrema la rabia de los enemigos, dice León XIII en su Enc. HUMANUS GENUS, es contra la Sede Apostólica y el Romano Pontífice. Quitósele primero con fingidos pretextos el reino temporal, baluarte de su independencia y de sus derechos; enseguida se le redujo a situación inicua, a la par que intolerable, por las dificultades que de todas partes se le oponen; hasta que, por fin, se ha llegado a punto de que los fautores de las sectas proclaman abiertamente lo que en oculto maquinaban largo tiempo, a saber, QUE SE HA DE SUPRIMIR LA SAGRADA POTESTAD DEL PONTIFICE Y DESTRUIR POR ENTERO AL PONTIFICADO INSTITUIDO POR DERECHO DIVINO".
Los actuales llamados "tradicionalistas", pretenden predicar la ortodoxia y defender la Tradición, pero no son más que los continuadores y sostenedores de la obra de esos enemigos que en forma gradual se fueron introduciendo en la Iglesia, infectándolo todo y socavando las bases de la Institución papal. Ellos son cómplices de quienes arrancaron al papa el poder temporal que le permitía autonomía; lo redujeron a situación inicua y a un mar de dificultades; aliados de las sectas proclamaron que la institución papal debía ser destruida; y luego que esto pudo ser hecho, como firuletes de los grandes líderes anticristianos, continuaron la obra, por cuanto han mantenido al pueblo remanente fiel a la Doctrina de siempre, en la acefalia que los otros lograron introduciendo al Trono papal a un usurpador. ¿No es esta una férrea pinza que aprieta el corazón de los fieles y paraliza a quienes pretenden hacer alguna cosa?. Y continúan consolidando lo que sus amos iniciaron. Por las obras los hemos conocido, y aunque ellos pueden aducir lo contrario, razgando sus vestiduras, estamos VIENDO con nuestros propios ojos, que no nos engañan, HECHOS INCUESTIONABLES. Se mantiene el cisma y se mantiene la acefalia con toda clase de pretextos y con toda clase de argumentos que incluso llegan a la estupidez. Y mientras con una mano sostienen con firmeza la continuidad de la obra de los enemigos de la Iglesia llevada al aparente éxito actual, con la otra condenan y desprestigian a todo aquel que a su labor quiere oponerse, SOBRE TODO si se ha atrevido por la extrema necesidad y por la inacción de ellos a actuar sobre la letra de la ley.
Muy bien viene recordar lo que dijo el Papa Pío XII en su radiomensaje en la Navidad de 1946 (10): "La táctica contra la Iglesia es siempre la misma: "Hiere al pastor y las ovejas quedarán dispersas" (Zac XIII, 7). Siempre la misma táctica, incapaz de renovarse...".
Se sabe perfectamente la Doctrina, sobre todo aquellos que se jactan de haber egresado de seminarios tradicionalistas, e incluso se predica con cinismo. Se sabe la necesidad del papa para que la unidad de la Iglesia se logre y consolide y venga el favor divino; se sabe que la infalibilidad de la que Cristo lo revistió es un antídoto perfecto que del Cielo ha bajado contra el error al que están exponiéndose ellos mismos y al que exponen a sus feligreses irresponsablemente; se sabe que los obispos y los sacerdotes participan de la jurisdicción que Pedro les comunica, por la cual absuelven válidamente a los fieles, entre otras cosas, de sus pecados, y que separados de Pedro pierden la jurisdicción; se sabe que donde está Pedro está la Iglesia, y que donde no está Pedro, no está la Iglesia; se sabe que Pedro es la roca sobre la que Cristo ordenó construir la Iglesia; se sabe que esa construcción sólida e indestructible es la única forma de protegerse contra la destrucción que los enemigos pretenden desde antiguo; se sabe que los obispos participando de un solo episcopado, deben de gobernar en la unidad de un solo Colegio Episcopal y que separados de esa unidad pierden todo fundamento de su autoridad y aunque continúan siendo obispos "válidos", de ninguna manera pueden ser ya, vicarios de los Apóstoles ni miembros de la Iglesia de Dios. Pero se niegan a elegir al papa, se niegan a la unidad. Continúan manteniendo tozudamente el cisma y chantajean a los fieles que se adhieren a ellos con la recepción de la Misa y de los Sacramentos. ¿Quiénes son estos, sino unos traidores de la peor pasta, pues muy lejos de haber tenido la inteligencia para destruir, porque ni eso tuvieron, se conforman a ser la peluza de Satanás y de sus adláteres?.
Ellos predican, sin embargo, la necesidad del papa: ¿dónde tienen escondido al papa que no lo vemos?. Ellos predican y aceptan de palabra la necesidad de la unidad y una Iglesia una, santa, católica y apostólica: ¿es posible encontar unidos tan sólo a dos de ellos?, ¿no vemos que cuando se dan las uniones son solamente circunstanciales, temporales o de conveniencia, sobre todo si así se ha de lograr algún beneficio, especialmente la obtención de un episcopado "válido"?. Ellos predican que a Pedro se prometió la infalibilidad y que de esa infalibilidad depende la inerrancia de la Iglesia: ¿están protegiendo a los fieles del error, o soberbiamente se han constituido líderes infalibles en vez del papa a quien se niegan elegir?. Ellos predican que la Iglesia está pasando por una crisis muy grande, probablemente la más grave de su historia: ¿vemos que adoptan y aceptan las normas, los medios y la inmensa doctrina sobre la extrema necesidad claramente expresada y enseñada por teólogos, canonistas y moralistas, o lo que vemos es una eterna discusión, una eterna polémica y un apego fariseo y absurdo a la letra de la ley?, ¿no vemos que se razgan sus vestiduras cuando a alguien se le ocurre, aun por los motivos más graves y justificados, y hasta obligatorios, pasar sobre la letra de la ley?. No hay un solo legislador que pueda publicar una ley, que en ningún caso pueda abandonarse. No hay ninguna crisis, no hay ninguna guerra en la que no se tenga a veces que obrar fuera de las reglas normales de acción. Nuestros enemigos saben esto muy bien por lo cual , han adoptado por sistema la condena sistemática de cualquier apartamiento de la letra, para nulificar a muchos. La "pureza legal" que ellos logran con enormes recursos es violentamente contrastante con los "impuros legales" que no han podido obrar en otra forma ante la inacción de los otros. ¿Por qué no utilizar un arma tan poderosa, incluso a los ojos del pueblo al que se "escandaliza" antes que se le intruye, que las circunstancias han puesto en sus manos?. Ellos predican que la Iglesia es la institución fundada por el Hombre-Dios, perfecta, suficiente y capaz de salir de cualquier crisis por grave que esta sea. Conocen los textos, entre otros de León XIII y de Pío XII: ¿los estamos viendo caminar a la solución del problema actual, o los vemos encerrados en sus propios quistes regodeándose por su aislado progreso y fortalecimiento?. Ellos predican que el cisma separa de la Iglesia y arranca de sacerdotes y obispos el poder de jurisdicción por el cual se puede absolver de sus pecados al pueblo: ¿no los vemos sordos y ciegos a esa doctrina asegurando que el cisma que ellos mantienen es por la necesidad y situación solamente temporal?, ¿no aseguran que todos los Sacramentos que ellos administran en el cisma son válidos?, ¿no se están aplicando ellos mismos las normas de la extrema necesidad donde no se pueden aplicar, allá donde se les pega la gana?, ¿no aseguran, entonces, que todo eso la Iglesia lo "suple"?. Los vemos predicar la prudencia: ¿no saben que la prudencia implica a veces gran diligencia y prontitud en la acción, para que no se convierta en pereza y en gravísimo pecado de omisión?. Los vemos predicar la caridad: pero, ¿no es cierto que no la practican ni entre ellos mismos, porque son excluyentes, porque son desconfiados, porque no hacen absolutamente nada que no vaya en provecho de sus propias haciendas o de su propio equipo?. Predican ellos que la Iglesia es una, porque tiene unidad de Doctrina y unidad de gobierno: ¿pero no es cierto que cada secta, o sector, está gobernado por un pastor celoso, desconfiado, engreído, puritano y a veces cruel, en competencia con los demás y que dice pertenecer a la verdadera Iglesia católica, exactamente igual que lo predican las sectas protestantes?.
Muchos de ellos podrán condenar lo que digo, lo rechazarán furiosos, pero, ¿importa algo que no existan acuerdos entre ellos y los enemigos de Cristo, si las obras se dirigen al mismo fin?, ¿no es el supremo director de todo esto Satanás?, por lo cual ¿no es cierto que todas las herejías están atadas por la cola como decía Gregorio IX? (Denz. 444). Los que no guardan la unidad están fuera de la Iglesia (Denz. 246, 247). Pedro es necesario (Denz. 1505). Lo más caro en la Iglesia, es la unidad (Denz. 1686). No se pueden callar estas doctrinas a fin de que el pueblo las olvide (Denz. 1529). Los fieles no deben de olvidar que las NOTAS que distinguen a la Iglesia, NO PUEDEN SER SEPARADAS (Denz. 1686). Se quiere defender a la Iglesia desde la visión de la propia comunidad y ella está muriendo universalmente por la falta de unidad, la cual solamente está en manos de los obispos. León XIII (SAPIENTIAE CHRISTIANAE) escribe: "...no querer defender a Cristo (es propio decir Iglesia) ES MILITAR EN LAS FILAS DE SUS ENEMIGOS, y El nos asegura (Luc. IX, 26) que no reconocerá por suyos delante de Su Padre, a cuantos rehusaron confesarle delante de los hombres". Y Pío XII decía (Disc. revista ECCLESIA, No. 288, 18 ene. 1945. P. 5): "El cristiano justo y fuerte no se contentará en quedarse en pie, impasible entre las ruinas; se sentirá obligado a resistir y a impedir el cataclismo o, por lo menos, a limitar el efecto de sus daños".
No puede existir barco sin capitán, ejército sin general, empresa sin gerente, ciudad sin alcalde, orden sin ley, nación sin rey o sin presidente, triunfo sin unidad de propósitos. Quieren ahora que haya Iglesia sin papa. La prudente espera incomprensible en el caso de sede vacante es subversión. El que no siembra desparrama. Si en la Iglesia se quita el fundamento que es el papa, todo el edificio amenaza ruina y se oscurece en los ánimos la luz de los principios morales. Mucho más, cuando San Pío X (VACANTE SEDE APOSTOLICA, Dic. 1904) y Pío XII (VACANTIS APOSTOLICAE SEDIS, Dic. 1945) ordenaron que en sede vacante se elija al papa INMEDIATAMENTE, pues en la Iglesia, NO HAY DEBER MAS SAGRADO Y URGENTE QUE ELEGIR PAPA CUANDO LA SEDE QUEDA VACANTE. ¡PORQUE NO HAY PELIGRO MAS GRANDE QUE LA SEDE VACANTE!.
LA NECESIDAD DE ELEGIR AL PAPA.
Es una gran tontería, pensar que porque ha pasado algún tiempo sin notarse la necesidad del papa (lo cual no es cierto), este no es necesario. Como sería una tontería pretender que en el momento en el que se manifiesta la primera célula infectada, el enfermo debe morir. Quienes se están negando a la unidad y a la elección, son formalmente responsables de MATAR el Cuerpo místico de Cristo. Y esto es matar a Cristo, por cuanto San Pablo se refirió a la Iglesia como "Cristo", y por cuanto Cristo mismo le dijo a San Pablo, cuando perseguía a la Iglesia, "¿por qué ME persigues?".
La Iglesia ha visto siempre la falta de papa como una PELIGROSISIMA DESGRACIA que amerita inmediata solución. Ella no puede estar sin papa ni un momento. Y es de entenderse que cuando la crisis es más grave, Pedro es más necesario para unificar criterios y acciones a fin de que obtenida la ayuda divina, se obtenga el triunfo prometido a la IGLESIA UNIDA, pero no a un grupo de tozudos en el cisma, que ni solos ni en montón, constituyen Iglesia.
Tan importante, tan esencial es para la Iglesia la presencia del papa, la voz del papa, el gobierno del papa, la dirección del papa, que previendo una situación de angustiosa emergencia, en el Concilio celebrado en Roma en abril de 1059 al que asiste el Papa Nicolás II, se dijo para el tiempo futuro: "Si el poder de los malos impide que la elección se haga en Roma, los cardenales-obispos REUNIDOS CON EL CLERO Y LOS SEGLARES temerosos de Dios, AUNQUE SEAN EN CORTO NUMERO, tendrán derecho para elegir papa en el sitio que juzguen a propósito; y si el electo no puede ser entronizado en la Santa Sede, no por eso carecerá de la autoridad competente para gobernar a la Iglesia" (COMPENDIO DE HISTORIA ECLESIASTICA GENERAL. T. I, Pág. 416, Núm. 666, año 1888 Madrid, Mons. Francisco de Asís Aguilar).
Quienes nos hemos atrevido a actuar nos hemos encontrado con un muro de resistencia, con el desprecio, con la difamación, con la calumnia, con la condena. Sea. Somos indignos obispos. Lo aceptamos. Entonces, lo lógico es que entre los dignos, los puros y los sabios, se haya dado ya la unidad. ¿Dónde está, señores sacerdotes, señores obispos esa unidad que no existe ni entre dos de ustedes?, ¿no es cierto que cada uno considera a los demás indignos de caminar con ustedes y gentes de las que se debe desconfiar?. ¡Es que hay que cuidar los intereses de la Iglesia!, dicen. Entonces hay que condenar a Dios por no haber permitido que surgieran hombres al gusto y capricho de ustedes.
La Iglesia ha visto siempre la falta de papa como una PELIGROSISIMA DESGRACIA que amerita inmediata solución. Ella no puede estar sin papa ni un momento. Y es de entenderse que cuando la crisis es más grave, Pedro es más necesario para unificar criterios y acciones a fin de que obtenida la ayuda divina, se obtenga el triunfo prometido a la IGLESIA UNIDA, pero no a un grupo de tozudos en el cisma, que ni solos ni en montón, constituyen Iglesia.
Tan importante, tan esencial es para la Iglesia la presencia del papa, la voz del papa, el gobierno del papa, la dirección del papa, que previendo una situación de angustiosa emergencia, en el Concilio celebrado en Roma en abril de 1059 al que asiste el Papa Nicolás II, se dijo para el tiempo futuro: "Si el poder de los malos impide que la elección se haga en Roma, los cardenales-obispos REUNIDOS CON EL CLERO Y LOS SEGLARES temerosos de Dios, AUNQUE SEAN EN CORTO NUMERO, tendrán derecho para elegir papa en el sitio que juzguen a propósito; y si el electo no puede ser entronizado en la Santa Sede, no por eso carecerá de la autoridad competente para gobernar a la Iglesia" (COMPENDIO DE HISTORIA ECLESIASTICA GENERAL. T. I, Pág. 416, Núm. 666, año 1888 Madrid, Mons. Francisco de Asís Aguilar).
Quienes nos hemos atrevido a actuar nos hemos encontrado con un muro de resistencia, con el desprecio, con la difamación, con la calumnia, con la condena. Sea. Somos indignos obispos. Lo aceptamos. Entonces, lo lógico es que entre los dignos, los puros y los sabios, se haya dado ya la unidad. ¿Dónde está, señores sacerdotes, señores obispos esa unidad que no existe ni entre dos de ustedes?, ¿no es cierto que cada uno considera a los demás indignos de caminar con ustedes y gentes de las que se debe desconfiar?. ¡Es que hay que cuidar los intereses de la Iglesia!, dicen. Entonces hay que condenar a Dios por no haber permitido que surgieran hombres al gusto y capricho de ustedes.
LAS CRISIS Y LOS SUFRIMIENTOS EN EL SENO DE LAS COMUNIDADES.
Es cierto que en una gran cantidad de comunidades aisladas, hay inmensos problemas, pero estos problemas no solamente los padecen por la situación que prevalece, sino que también, porque tercamente esas comunidades quieren permanecer en absoluta independencia y autonomía. Se está confundiendo gravemente lo que es propio y natural de este tiempo de caos con lo que culpablemente se propicia. Soportan hasta con cierto heroísmo el embate sin recordar aquellas palabras que escribió San Gregorio Magno en LOS MORALES (Lib. XVIII, Cap. 26, 41): "Lo que se sufre fuera de la Iglesia, ATORMENTA PERO NO PURIFICA. Una es la Iglesia en la cual el que pudiere ser purificado, podrá también ser purgado de cualquier mancha de los pecados. Y, si puestos fuera de la Iglesia padecéis por Dios alguna cosa de amargura y de tribulación, PODEIS SER TAN SOLO ENCENDIDOS, MAS NO LIMPIADOS. El fuego que toca en el cisma, trae penas de dura pasión, PERO NO CUECE LA CULPA DEL ERROR; da tormento de penas crueles, PERO NO HACE ACRECENTAMIENTO DE BUENOS MERITOS. El Apóstol San Pablo demuestra cómo es de NINGUNA VIRTUD este fuego de purificación que fuera de la Iglesia Católica es tolerado: Si diere mi cuerpo para que arda y no tuviere caridad, no me aprovecha nada. Unos hay que sienten de Dios cosas perversas; otros, que tienen de su Hacedor lo que es justo, PERO NO TIENEN UNIDAD CON LOS HERMANOS. Aquellos primeros están divididos por el error de la Fe, y los segundos por el pecado del cisma. Y por esto en la primera parte del Decálogo son reprimidas las culpas de entrambas partes, cuando se dice por Voz divina: Amarás a tu Señor Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu virtud, y a tu prójimo como a tí mismo. Así es que el que siente de Dios cosas perversas, es manifiesto ciertamente que no ama a Dios; mas, el que, está dividido de la unidad de la santa Iglesia, está claro que no ama al prójimo, PUES REHUSA TENERLE POR COMPAÑERO".
También dice (Lib. XVIII, Cap. XXVI, 42): "Cualquiera que se aparta de la unidad de la Iglesia por la herejía, sintiendo de Dios lo que no debe, O POR EL ERROR DEL CISMA, ES PRIVADO DE LA GRACIA DE LA CARIDAD. Si el fuego de la purificación me es dado fuera de su lugar, atorméntame con su pena, pero no me purga con limpieza".
El Derecho Canónico en el Canon 1325, 2, dice: "Si alguien... rehusa someterse al Sumo Pontífice, o se niega a comunicar con los miembros de la Iglesia que le están sometidos, ES CISMATICO".
¿Cómo se llama, pues, el negar el sometimiento al Sumo Pontífice que se manifiesta meridianamente en la oposición brutal a elegirlo, y el negarse a comunicar con los demás miembros de la Iglesia?. No tiene otro nombre que CISMA, por cuanto la pregunta no ha hecho más que repetir las mismas palabras del Derecho en su definición de lo que constituye el cisma.
También dice (Lib. XVIII, Cap. XXVI, 42): "Cualquiera que se aparta de la unidad de la Iglesia por la herejía, sintiendo de Dios lo que no debe, O POR EL ERROR DEL CISMA, ES PRIVADO DE LA GRACIA DE LA CARIDAD. Si el fuego de la purificación me es dado fuera de su lugar, atorméntame con su pena, pero no me purga con limpieza".
El Derecho Canónico en el Canon 1325, 2, dice: "Si alguien... rehusa someterse al Sumo Pontífice, o se niega a comunicar con los miembros de la Iglesia que le están sometidos, ES CISMATICO".
¿Cómo se llama, pues, el negar el sometimiento al Sumo Pontífice que se manifiesta meridianamente en la oposición brutal a elegirlo, y el negarse a comunicar con los demás miembros de la Iglesia?. No tiene otro nombre que CISMA, por cuanto la pregunta no ha hecho más que repetir las mismas palabras del Derecho en su definición de lo que constituye el cisma.
LOS CISMATICOS "TRADICIONALISTAS" CONSERVAN LA FORMA, PERO NO EL ESPIRITU.
"...amputar un miembro del cuerpo, digamos, un pie, una mano, un dedo. ¿Sigue por acaso el alma en el miembro amputado?. Integrando el cuerpo vivía; fuera del cuerpo muere. Un cristiano católico vive mientras permanece unido al cuerpo de la Iglesia; pero separándose del cuerpo es hereje, como miembro cortado y sin vida. Si, pues, queréis vivir en el Espíritu Santo, GUARDAD LA CARIDAD, amad la verdad, y MANTENED LA UNIDAD para llegar a la vida perdurable" (Sermón sobre Pentecostés, 267, 4. San Agustín). En el Núm. 268, 2, decía también: "Compadeceos de los que se apartan de la Iglesia. Mientras vivimos y disfrutamos de salud, cada uno de los miembros cumple su oficio. Si un miembro duele, todos los demás se compadecen; porque están en el cuerpo, pueden compadecerse; no pueden en cambio expirar. Pues, ¿qué es expirar sino perder el espíritu?. Ahora bien, si se arranca un miembro del cuerpo, ¿acaso sigue en él el espíritu?, y, sin embargo, se reconoce qué miembro es: dedo, mano, brazo, oreja, etc. Continúan, sí, TENIENDO LA FORMA, pero no la vida. Así, el hombre separado de la Iglesia. Buscas en él el Bautismo, y lo encuentras. Buscas la Fe, y la hallas. POSEE LA FORMA, PERO NO ESTA ALIMENTADO POR EL ESPIRITU. Y SI NO ESTA ALIMENTADO POR EL ESPIRITU, EN VANO NOS GLORIAMOS DE LA FORMA".
León XIII en su Encíclica SATIS COGNITUM, dice que la Iglesia "está constituida EN LA UNIDAD POR SU MISMA NATURALEZA", así es que comunidades aisladas atacan su misma esencia. Atacan la misma naturaleza de la Iglesia. Y una cosa que ha perdido su esencia y ha alterado su naturaleza, no permanece la misma cosa. En este caso, no sería Iglesia. ¿Cuesta tanto trabajo entender esto?, o más bien NO SE QUIERE ENTENDER.
"La cima de la perfección de la Iglesia, continúa León XIII, COMO EL FUNDAMENTO DE SU CONSTRUCCION, CONSISTE EN LA UNIDAD; por eso, sobrepuja a todo en el mundo, pues nada hay igual ni semejante a ella".
"...los que fingen, dice León XIII en su Enc. IMMORTALE DEI, no saber que todo cristiano ESTA OBLIGADO a ser buen soldado de Cristo, los que pretenden llegar, por caminos más llanos y sin exponerse a los azares del combate, a conseguir el premio debido a los vencedores, tan lejos están de atajar los pasos a los malos, que antes, les dejan expedito el camino". El cuerpo místico de Cristo, en cuanto cuerpo social posee los principios unitivos del fin común, principio rector y comunicación de deberes y derechos. En cuanto místico, la gracia y el Espíritu Santo, que, diferenciándolo de toda concepción naturalista de vínculos meramente jurídicos y sociales (MYSTICI CORPORIS. Pío XII), unifica a los miembros entre sí, con Cristo a la cabeza, sin privarle; de su propia esencia y personalidad. Una sociedad es una unidad compuesta de muchos hombres, todos los cuales, subditos o jefes, tienen no sólo deberes los unos y derechos los otros, sino deberes y derechos mutuos y correlativos. A pesar de la existencia de obligaciones y derechos privativos de una y otra clase, la sociedad en la que los gobernantes no sienten como propio lo que es de su pueblo, es una sociedad deformada. Como también lo será si los subditos no consideran suya la misión y el bien del superior.
Por eso decía Pío XII en su Encíclica MYSTICI CORPORIS: "además de eso, así como en la naturaleza no basta cualquier aglomeración de miembros (que es la imágen que dan los "tradicionalistas" de hoy) para constituir un cuerpo, sino que necesariamente ha de estar dotado de los que llaman órganos, esto es, de miembros que no ejercen la misma función, pero están dispuestos en un orden conveniente, así la Iglesia ha de llamarse cuerpo, principalmente, por razón de estar formada por una recta y bien proporcionada armonía y trabazón (lo que no se encuentra para nada entre los "tradicionalistas" de hoy) de partes y provista de diversos miembros que convenientemente se corresponden los unos a los otros..." (es diametralmente opuesto esto que dice Pío XII a la situación de los "tradicionalistas" de hoy). "Por lo cual, LOS QUE ESTAN SEPARADOS ENTRE SI POR LA FE O POR EL GOBIERNO, NO PUEDEN VIVIR EN ESTE UNICO CUERPO, NI TAMPOCO POR LO TANTO EN EL UNICO ESPIRITU".
¿No caen ahora, estas palabras, en oídos y cerebros cauterizados, soberbios, particularistas, que se autojustifican por la necesidad estar violando lo más grande y más sagrado de nuestra Religión, al mismo tiempo que con actitudes farisaicas condenan, como si fueran jueces del crimen y señores de horca y cuchillo, desde sus encumbrados estrados a quienes se han atrevido a pasar sobre la letra de la ley pe la extremísima y angustiante necesidad, y se escandalizan y emiten chirridos destemplados contra algo que la Iglesia ha autorizado como permitido e incluso como obligatorio?.
¿Y qué cuidado han demostrado el Dr. Wendland y el Sr. Heller por todas estas cosas, cuando descaradamente están predicando lo que es diametralmente opuesto?.
León XIII en su Encíclica SATIS COGNITUM, dice que la Iglesia "está constituida EN LA UNIDAD POR SU MISMA NATURALEZA", así es que comunidades aisladas atacan su misma esencia. Atacan la misma naturaleza de la Iglesia. Y una cosa que ha perdido su esencia y ha alterado su naturaleza, no permanece la misma cosa. En este caso, no sería Iglesia. ¿Cuesta tanto trabajo entender esto?, o más bien NO SE QUIERE ENTENDER.
"La cima de la perfección de la Iglesia, continúa León XIII, COMO EL FUNDAMENTO DE SU CONSTRUCCION, CONSISTE EN LA UNIDAD; por eso, sobrepuja a todo en el mundo, pues nada hay igual ni semejante a ella".
"...los que fingen, dice León XIII en su Enc. IMMORTALE DEI, no saber que todo cristiano ESTA OBLIGADO a ser buen soldado de Cristo, los que pretenden llegar, por caminos más llanos y sin exponerse a los azares del combate, a conseguir el premio debido a los vencedores, tan lejos están de atajar los pasos a los malos, que antes, les dejan expedito el camino". El cuerpo místico de Cristo, en cuanto cuerpo social posee los principios unitivos del fin común, principio rector y comunicación de deberes y derechos. En cuanto místico, la gracia y el Espíritu Santo, que, diferenciándolo de toda concepción naturalista de vínculos meramente jurídicos y sociales (MYSTICI CORPORIS. Pío XII), unifica a los miembros entre sí, con Cristo a la cabeza, sin privarle; de su propia esencia y personalidad. Una sociedad es una unidad compuesta de muchos hombres, todos los cuales, subditos o jefes, tienen no sólo deberes los unos y derechos los otros, sino deberes y derechos mutuos y correlativos. A pesar de la existencia de obligaciones y derechos privativos de una y otra clase, la sociedad en la que los gobernantes no sienten como propio lo que es de su pueblo, es una sociedad deformada. Como también lo será si los subditos no consideran suya la misión y el bien del superior.
Por eso decía Pío XII en su Encíclica MYSTICI CORPORIS: "además de eso, así como en la naturaleza no basta cualquier aglomeración de miembros (que es la imágen que dan los "tradicionalistas" de hoy) para constituir un cuerpo, sino que necesariamente ha de estar dotado de los que llaman órganos, esto es, de miembros que no ejercen la misma función, pero están dispuestos en un orden conveniente, así la Iglesia ha de llamarse cuerpo, principalmente, por razón de estar formada por una recta y bien proporcionada armonía y trabazón (lo que no se encuentra para nada entre los "tradicionalistas" de hoy) de partes y provista de diversos miembros que convenientemente se corresponden los unos a los otros..." (es diametralmente opuesto esto que dice Pío XII a la situación de los "tradicionalistas" de hoy). "Por lo cual, LOS QUE ESTAN SEPARADOS ENTRE SI POR LA FE O POR EL GOBIERNO, NO PUEDEN VIVIR EN ESTE UNICO CUERPO, NI TAMPOCO POR LO TANTO EN EL UNICO ESPIRITU".
¿No caen ahora, estas palabras, en oídos y cerebros cauterizados, soberbios, particularistas, que se autojustifican por la necesidad estar violando lo más grande y más sagrado de nuestra Religión, al mismo tiempo que con actitudes farisaicas condenan, como si fueran jueces del crimen y señores de horca y cuchillo, desde sus encumbrados estrados a quienes se han atrevido a pasar sobre la letra de la ley pe la extremísima y angustiante necesidad, y se escandalizan y emiten chirridos destemplados contra algo que la Iglesia ha autorizado como permitido e incluso como obligatorio?.
¿Y qué cuidado han demostrado el Dr. Wendland y el Sr. Heller por todas estas cosas, cuando descaradamente están predicando lo que es diametralmente opuesto?.
LA URGENTE NECESIDAD DE DEFENDER A LA IGLESIA.
Escribe el Dr. Wendland y publica el Sr. Heller: "La situación de diáspora de la Iglesia Católica-romana, que dura ya desde hace veinticinco años (este artículo lo escribió Wendland en 1973 (¡), lo corrigió y aumentó en 1990 y Heller publica esta nueva versión en julio de 2000, según anota la misma revista EINSICHT) y que por desgracia muchos todavía no han advertido, es un castigo de Dios (del trinitario), pero no un castigo de venganza, sino un castigo medicinal. ¿Pero por qué defenderse contra él?. ¿No es infantil y necio rehusar un medicamento sanador y no beberlo, aun cuando sabe amargo?. La vida de una Iglesia en la diáspora es amarga, y en modo alguno una golosina de miel".
Según la doctrina que nos están predicando el Dr. Wendland y el Sr. Heller, es un error resistir y combatir la embestida furiosa de los modernistas que en alianza con toda clase de sectas y de enemigos de la Iglesia, quieren destruirla y ponerla para siempre en una tumba, como pretendían y anunciaban los iluminados desde el siglo XIX. Esta crisis que estamos padeciendo los católicos, es un castigo, dicen los de la revista EINSICHT, pero solamente un castigo "medicinal", por lo cual NO HAY QUE DEFENDERSE DE EL, sino que hay que beberlo para poder sanar, y es "INFANTIL Y NECIO", rehusarlo, ya que es sanador, aunque sepa amargo y no a una golosina de miel. Hay que esperar que Cristo lo solucione.
Según esto, en la Iglesia podemos encontrar una larga lista de necios de mentalidad infantil, que defendieron a la Iglesia y lucharon contra las crisis producidas por las herejías y por toda clase de enemigos, negándose a beber esos diversos "castigos medicinales" que Dios, "el trinitario", dice Wendland, envió a la Iglesia con el fin de "curarla".
En el siglo I, tenemos a San Clemente Romano que antes de aceptar esa golosina amarga y sanadora, lucha contra los ebionitas, contra los elkesaítas, contra los nazaremos y contra la secta de Cerinto.
Contra los filósofos paganos, surgieron Milsíades, Teófilo y Gastor, y contra el gnosticismo, Hegésipo, Tertuliano, Apolonio y Gayo. Destaca como polemista acérrimo contra los gnósticos, San Ireneo.
Contra el Donatismo lucha San Agustín y otros ilustres obispos; contra el Arrianismo, San Atanasio; contra el Macedonianismo, San Gregorio Nacianceno y San Gregorio Niceno. Contra el Apolinarismo, San Atanasio y San Basilio y contra el Néstorianismo San Cirilo de Alejandría. Contra el Monotelismo, San Sofronio y el Papa San Martín I. Por combatir esta herejía, San Máximo murió mártir. Contra el Pelagianismo se levanta San Agustín y el Papa Inocencio I. Contra los marselleses se levantaron principalmente los escritores laicos Próspero de Aquitania e Hilario e igualmente San Agustín, ya muy anciano. Intervinieron, el Papa San Celestino, exhortando a seguir a San Agustín, San Fulgencio de Ruspe, San Avito de Vienne y San Cesáreo de Arles. Contra el Priscilianismo el obispo Higinio e Idacio de Mérida. Contra la herejía de los iconoclastas lucharon la emperatriz Irene inspirada por el patriarca Taracio, Nicéforo, patriarca de Constantinopia y el monje Teodoro Estudita. Contra el Adopcionismo lucharon Eterio, obispo de Osma y San Beato de Liábala. Contra la doctrina de Godescalco que predicaba una doble predestinación, luchan Rábano Mauro, Servato Lupo, Hincmaro de Reims y Remigio de Lyon; contra los antitrinitarios lucharon el abad Esperaindeo y Alvaro y contra el Antropomorfismo, el abad Sansón. Contra el antipapa Anacleto II se levanta San Bernardo de Claraval a favor de Inocencio II que era el verdadero pontífice. Igualmente San Bernardo combatió la herejía de los cátaros, y el Papa Inocencio III la de los albigenses. Santa Catalina de Siena logra que el Papa Gregorio XI volviera a Roma que desde Juan XXII (1316-1334), estaban en Aviñón. San Pedro Canisio, jesuíta, lucha contra la Reforma protestante y a él se debe que el avance de esa verdadera revolución se haya detenido e incluso retrocedido en muchos territorios. Y a toda la Compañía de Jesús, el combate al Protestantismo y en parte importante el éxito del Concilio de Trento. Etc., etc.
Según esto, en la Iglesia podemos encontrar una larga lista de necios de mentalidad infantil, que defendieron a la Iglesia y lucharon contra las crisis producidas por las herejías y por toda clase de enemigos, negándose a beber esos diversos "castigos medicinales" que Dios, "el trinitario", dice Wendland, envió a la Iglesia con el fin de "curarla".
En el siglo I, tenemos a San Clemente Romano que antes de aceptar esa golosina amarga y sanadora, lucha contra los ebionitas, contra los elkesaítas, contra los nazaremos y contra la secta de Cerinto.
Contra los filósofos paganos, surgieron Milsíades, Teófilo y Gastor, y contra el gnosticismo, Hegésipo, Tertuliano, Apolonio y Gayo. Destaca como polemista acérrimo contra los gnósticos, San Ireneo.
Contra el Donatismo lucha San Agustín y otros ilustres obispos; contra el Arrianismo, San Atanasio; contra el Macedonianismo, San Gregorio Nacianceno y San Gregorio Niceno. Contra el Apolinarismo, San Atanasio y San Basilio y contra el Néstorianismo San Cirilo de Alejandría. Contra el Monotelismo, San Sofronio y el Papa San Martín I. Por combatir esta herejía, San Máximo murió mártir. Contra el Pelagianismo se levanta San Agustín y el Papa Inocencio I. Contra los marselleses se levantaron principalmente los escritores laicos Próspero de Aquitania e Hilario e igualmente San Agustín, ya muy anciano. Intervinieron, el Papa San Celestino, exhortando a seguir a San Agustín, San Fulgencio de Ruspe, San Avito de Vienne y San Cesáreo de Arles. Contra el Priscilianismo el obispo Higinio e Idacio de Mérida. Contra la herejía de los iconoclastas lucharon la emperatriz Irene inspirada por el patriarca Taracio, Nicéforo, patriarca de Constantinopia y el monje Teodoro Estudita. Contra el Adopcionismo lucharon Eterio, obispo de Osma y San Beato de Liábala. Contra la doctrina de Godescalco que predicaba una doble predestinación, luchan Rábano Mauro, Servato Lupo, Hincmaro de Reims y Remigio de Lyon; contra los antitrinitarios lucharon el abad Esperaindeo y Alvaro y contra el Antropomorfismo, el abad Sansón. Contra el antipapa Anacleto II se levanta San Bernardo de Claraval a favor de Inocencio II que era el verdadero pontífice. Igualmente San Bernardo combatió la herejía de los cátaros, y el Papa Inocencio III la de los albigenses. Santa Catalina de Siena logra que el Papa Gregorio XI volviera a Roma que desde Juan XXII (1316-1334), estaban en Aviñón. San Pedro Canisio, jesuíta, lucha contra la Reforma protestante y a él se debe que el avance de esa verdadera revolución se haya detenido e incluso retrocedido en muchos territorios. Y a toda la Compañía de Jesús, el combate al Protestantismo y en parte importante el éxito del Concilio de Trento. Etc., etc.
Ninguno de estos ilustrísimos varones y mujeres cristianos, santos, papas, monjes, doctores, laicos y otros cuyas listas y hechos llenarían muchos volúmenes, dijeron nunca, que ante las crisis, no debería defenderse a la Iglesia, sino que se recibieran como un "medicamento sanador" enviado por Dios, y que era necesario esperar a que El las resolviera sin la participación de los hombres.
Esto es lo que dice el Dr. Wendland y ha publicado el Sr. Heller. Pero esta es una doctrina desconocida y nueva, que por nueva no es católica. ¿Qué dice el Magisterio al respecto?.
"Hoy el mundo navega a la deriva, acaso más que nunca, tras el norte engañoso de la felicidad. Y la felicidad está sólo en Dios y en la práctica de Sus divinas enseñanzas. POR ESO NUESTROS DIAS RECLAMAN APOSTOLES. SEDLO VOSOTROS. PERO NO OLVIDEIS QUE LA CARIDAD TIENE QUE SER VUESTRA CREDENCIAL, porque El que ha de despacharla ha dicho (Juan XIII, 35): "En esto conoceréis todos que sois mis discípulos, SI TENEIS CARIDAD UNOS PARA CON OTROS" (Al clero y al Pueblo argentinos. Pío XII, Feb. de 1948).
"...los que fingen no saber que todo cristiano está obligado a ser buen soldado de Cristo, los que pretenden llegar, por caminos muy llanos y sin exponerse a los azares del combate, a conseguir el premio bebido a los vencedores, tan lejos están de atajar los pasos a los malos, que antes les dejan el camino expedito" (Encíclica IMMORTALE DEI del Papa León XIII). "Para que el renacimiento religioso integral suceda, habrá que preparar, naturalmente, un plan razonado que os empeñe a todos de manera orgánica, y vosotros procuraréis moveros según una exacta y bien estudiada estrategia, alineándoos ordenadamente y fijando bien los objetivos a seguir. Es necesario, por tanto, REFORZAR VUESTRA UNION interna acentuando cada vez más el carácter unitario de vuestra organización y acogiendo después fraternalmente a todos como compañeros de armas para combatir hombro con hombro la misma batalla. El ejército católico está compuesto también por otras fuerzas que sería necio ignorar o contrariar. Hay sitio para todos, y de todos hay necesidad en este inmenso frente a cubrir, para rechazar los asaltos del enemigo. Recordad, sin embargo, todos, que NO HAY UNA ALINEACION ORDENADA SI,... NO SE ASEGURA LA UNIDAD DE MANDO; por eso os exhortamos vivamente a vosotros y a todas las fuerzas católicas a dejaros guiar en el trabajo apostólico por quienes están puestos por el Espíritu Santo para regir a la Iglesia de Dios" (Mensaje a la Acción Católica italiana. Pío XII. Dic. 8 de 1951).
"...todos los hombres de buena voluntad y cuantos quieran combatir bajo la dirección de los pastores de la Iglesia la batalla del bien y de la paz de Cristo, todos, bajo la guía del Magisterio de la Iglesia... no se busquen a sí mismos ni a sus propios intereses, sino los de Jesucristo; NO PRETENDAN IMPONER SUS PROPIOS PARECERES, SINO QUE ESTEN DISPUESTOS A DEPONERLOS, por buenos que parezcan... para que en todo y sobre todo Cristo reine..." (Ene. QUADRAGESIMO ANNO. Pío XI).
"...hombres verdaderos (hoy se necesitan), no de los que piensan solamente en divertirse y juguetear como niños, sino firmemente templados y dispuestos a la acción, que sienten como un deber sagrado el no descuidar nada que pueda ayudar a su perfección... hombres que sean capaces de sostener aquello que la Providencia ha confiado a sus cuidados" (Pío XII. A las Congregaciones Marianas. Enero 21 de 1945).
Esto es lo que dice el Dr. Wendland y ha publicado el Sr. Heller. Pero esta es una doctrina desconocida y nueva, que por nueva no es católica. ¿Qué dice el Magisterio al respecto?.
"Hoy el mundo navega a la deriva, acaso más que nunca, tras el norte engañoso de la felicidad. Y la felicidad está sólo en Dios y en la práctica de Sus divinas enseñanzas. POR ESO NUESTROS DIAS RECLAMAN APOSTOLES. SEDLO VOSOTROS. PERO NO OLVIDEIS QUE LA CARIDAD TIENE QUE SER VUESTRA CREDENCIAL, porque El que ha de despacharla ha dicho (Juan XIII, 35): "En esto conoceréis todos que sois mis discípulos, SI TENEIS CARIDAD UNOS PARA CON OTROS" (Al clero y al Pueblo argentinos. Pío XII, Feb. de 1948).
"...los que fingen no saber que todo cristiano está obligado a ser buen soldado de Cristo, los que pretenden llegar, por caminos muy llanos y sin exponerse a los azares del combate, a conseguir el premio bebido a los vencedores, tan lejos están de atajar los pasos a los malos, que antes les dejan el camino expedito" (Encíclica IMMORTALE DEI del Papa León XIII). "Para que el renacimiento religioso integral suceda, habrá que preparar, naturalmente, un plan razonado que os empeñe a todos de manera orgánica, y vosotros procuraréis moveros según una exacta y bien estudiada estrategia, alineándoos ordenadamente y fijando bien los objetivos a seguir. Es necesario, por tanto, REFORZAR VUESTRA UNION interna acentuando cada vez más el carácter unitario de vuestra organización y acogiendo después fraternalmente a todos como compañeros de armas para combatir hombro con hombro la misma batalla. El ejército católico está compuesto también por otras fuerzas que sería necio ignorar o contrariar. Hay sitio para todos, y de todos hay necesidad en este inmenso frente a cubrir, para rechazar los asaltos del enemigo. Recordad, sin embargo, todos, que NO HAY UNA ALINEACION ORDENADA SI,... NO SE ASEGURA LA UNIDAD DE MANDO; por eso os exhortamos vivamente a vosotros y a todas las fuerzas católicas a dejaros guiar en el trabajo apostólico por quienes están puestos por el Espíritu Santo para regir a la Iglesia de Dios" (Mensaje a la Acción Católica italiana. Pío XII. Dic. 8 de 1951).
"...todos los hombres de buena voluntad y cuantos quieran combatir bajo la dirección de los pastores de la Iglesia la batalla del bien y de la paz de Cristo, todos, bajo la guía del Magisterio de la Iglesia... no se busquen a sí mismos ni a sus propios intereses, sino los de Jesucristo; NO PRETENDAN IMPONER SUS PROPIOS PARECERES, SINO QUE ESTEN DISPUESTOS A DEPONERLOS, por buenos que parezcan... para que en todo y sobre todo Cristo reine..." (Ene. QUADRAGESIMO ANNO. Pío XI).
"...hombres verdaderos (hoy se necesitan), no de los que piensan solamente en divertirse y juguetear como niños, sino firmemente templados y dispuestos a la acción, que sienten como un deber sagrado el no descuidar nada que pueda ayudar a su perfección... hombres que sean capaces de sostener aquello que la Providencia ha confiado a sus cuidados" (Pío XII. A las Congregaciones Marianas. Enero 21 de 1945).
"...corazones que no teman asistir a la repetición y a la renovación del misterio de la Cruz del Redentor en el camino de la Iglesia sobre la Tierra, sin pensar en entregarse como los discípulos de Emaus a la fuga de la amarga realidad; corazones conscientes de que las victorias de la Esposa de Cristo, sobre todo las definitivas se preparan y se obtienen "in signum cui contradicetur" (Luc. II, 34), es decir, en contraste con todo aquello que la humana mediocridad y vanidad se ingenia en oponer a la penetración y al triunfo de lo espiritual y lo divino" (Pío XII. Al Sacro Colegio Cardenalicio. Víspera de Navidad de 1943).
"El tiempo presente exige católicos sin miedo, para los que resulta la cosa más natural del mundo la abierta confesión de su fe con las palabras y con las obras, siempre que lo pidan la ley de Dios y el sentimiento del honor cristiano. Verdaderos hombres, hombres íntegros, firmes e intrépidos" (Pío XII. A las Congregaciones Marianas. 1945).
"La persistencia de un estado general, que no dudamos en llamar explosivo, a cada instante, y cuyo origen debe buscarse en la tibieza religiosa de tantos, en el bajo nivel moral de la vida pública y privada, en la sistemática obra de intoxicación llevada a cabo en las almas sencillas, a las que se propina el veneno después de haberlas narcotizado, por decirlo así, el sentido de la verdadera libertad, no puede dejar a los buenos inmóviles en el mismo surco, contemplando con los brazos cruzados un porvenir aterrador" (A los fieles de Roma. Pío XII. Feb. 16 de 1952).
¿Existe, siquiera, un solo punto de contacto entre las doctrinas enseñadas por los papas, y las heréticas novedades que nos están proponiendo los de la revista EINSICHT?.
Unos nos invitan a la acción, a la defensa de la Iglesia, al esfuerzo,al sacrificio, a la firmeza, a la intrepidez. Hablan de los ejércitos de Cristo. Los otros nos predican la aceptación resignada de una crisis que es castigo medicinal, curativo, que se debe beber aunque sepa amargo. Nos predican la inacción. El entreguismo. La traición. La poltronería. La pereza. La tibieza. La asidia. El odio revolucionario que Mons. Gaume así describía: "Soy el odio de todo orden que no haya sido establecido por el hombre y en el cual no sea a la vez rey y dios. Soy la proclamación de los derechos del hombre sin importar los derechos de Dios. Soy la fundación del estado religioso y social en la voluntad del hombre en lugar de la voluntad de Dios".
¿Existe, siquiera, un solo punto de contacto entre las doctrinas enseñadas por los papas, y las heréticas novedades que nos están proponiendo los de la revista EINSICHT?.
Unos nos invitan a la acción, a la defensa de la Iglesia, al esfuerzo,al sacrificio, a la firmeza, a la intrepidez. Hablan de los ejércitos de Cristo. Los otros nos predican la aceptación resignada de una crisis que es castigo medicinal, curativo, que se debe beber aunque sepa amargo. Nos predican la inacción. El entreguismo. La traición. La poltronería. La pereza. La tibieza. La asidia. El odio revolucionario que Mons. Gaume así describía: "Soy el odio de todo orden que no haya sido establecido por el hombre y en el cual no sea a la vez rey y dios. Soy la proclamación de los derechos del hombre sin importar los derechos de Dios. Soy la fundación del estado religioso y social en la voluntad del hombre en lugar de la voluntad de Dios".
No hay comentarios:
Publicar un comentario