Dr. Homero Johas
LA
DEFENSA DE LA FE CATÓLICA HECHA
POR OBISPOS
FIELES EN EL VATICANO II
Sintetizamos algunos discursos
de prelados católicos, hechos en el Vaticano II, que no fueron oídos, ni
atendidos por los que regían las comisiones conciliares entregadas por los "papas" a enemigos de la fe:
1. Cardenal Eurico
Dante, de la Curia Romana
"La Declaración sobre la libertad
religiosa insinúa que la Religión Católica debe ser propagada por el Derecho común.
Es lo que, en el siglo pasado, afirmaron Lamennais y Montalembert, según los
principios del Liberalismo. La Declaración de la Revolución Francesa afirmaba: 'Nadie puede ser perseguido por causa de
sus opiniones religiosas, a no ser que la manifestación de ellas perturbe el
orden público'. Son equívocos los límites de ese derecho. En el Estado
Cristiano, los términos paz, derecho de los ciudadanos, moralidad pública tendría
sentido honesto y racional. En los no cristianos, sin prescindir tal vez del Derecho
natural, el sentido será genérico; ellos podrán ser instrumentos de tiranía contra
la Iglesia. En el Estado comunista, el sentido será diferente; los limites
impuestos serán contra el Derecho Natural".
2. Cardenal Alfredo Ottaviani, de la Curia Romana
"Siempre tuvo vigencia en la Iglesia
la doctrina según la cual nadie debe ser obligado a la Religión católica. Pero es
exagerado afirmar quien erra de buena fe merece estima y honra. Es digno de
tolerancia, de caridad; no de honra. Debemos hacer una Declaración sobre la
libertad de los que profesan la Revelación divina; no apelar solo a los derechos
naturales, sino también a los sobrenaturales. Debemos obedecer más a Dios que a
los hombres. Aquí no estamos en un Congreso de Filosofía Natural sino en un
Concilio de la Iglesia Católica; queremos profesar la verdad católica. Debemos
tener siempre presente que nuestra consciencia tiene el deber de conformarse con
la ley divina universal. No me agrada la afirmación de la incapacidad de los
hombres del Estado para juzgar sobre la verdadera religión. Por ese principio deberían
ser anulados nuestros concordatos. No me agrada la afirmación sobre la libertad
de propaganda de las falsas religiones".
3. Cardenal Alfredo Ottaviani, de la Curia Romana (Segundo
discurso)
"Fundamentar la libertad
religiosa en la dignidad del hombre significa colocar a la Iglesia de Cristo en
la misma condición que las falsas religiones. La Declaración debe tratar de la
verdadera Iglesia, la de Cristo; no de cualquier otra. No existe igualdad entre
lo verdadero y lo falso; entre la consciencia cierta y la errónea. La Declaración
coloca en el mismo plano elementos contrarios. Ella recomienda que pueda ser tolerado. No es prerrogativa de la dignidad humana enseñar el error. Se
debe distinguir entre la coacción física, la moral y la obligación. La obligación
es impuesta por Dios y por la Iglesia. Las citas hechas de las Escrituras fueron
hechas en sentido unilateral. El Magisterio de los papas no fue considerado. En
este asunto se debe respetar una jerarquía de valores; "obedecer antes
a Dios que a los hombres".
4. Cardenal Ernesto Ruffini, arzobispo de Palermo
"Es necesario distinguir entre
libertad física o psicológica y libertad moral. Solo a la verdad compete la libertad
moral. Como la verdad es solamente una, una sola es también la religión
verdadera. Solo a esta compete "per
se" el derecho a la libertad. El Concilio no puede urgir únicamente la
observancia de los artículos 18-20 de la Declaración de los Derechos Humanos
sobre la libertad de culto para individuos y sociedades, para la paz social. Las
autoridades civiles tienen la obligación de prestar el culto debido a Dios,
dentro de los límites permitidos por las circunstancias. Ellas tienen el deber
de defender, de auxiliar y de favorecer la religión verdadera. No basta afirmar que nada impide que la autoridad
civil en determinadas circunstancias, reconozcan jurídicamente
una religión. La Declaración debe ser rehecha
totalmente".
5. Cardenal Giuseppe
Siri, arzobispo de Genova
“No podemos defender lo que va
contra el proceder de Dios; la Declaración reivindica la libertad religiosa
para todas las comunidades religiosas, lo mismo para las que están lejos
del orden natural y lo contradicen. Dios tolera, mas no aprueba el abuso de la
libertad. Él lo castiga. Como sucesores de los Apóstoles, tenemos que defender
a ley divina. La Declaración no puede ser aceptada porque concede libertad
religiosa para todos".
6. Cardenal Arriba y
Castro, arzobispo de Tarragona, España
"Solamente la Iglesia de Cristo
tiene el derecho y el deber de predicar el Evangelio de Cristo. Es ilícito el
proselitismo de los no católicos. Debe ser impedido por la Iglesia y por
la autoridad civil, de acuerdo con el bien común. Que el Concilio no decrete la
ruina del Catolicismo donde él es la única religión. Si todas las religiones
son iguales, se debe concluir que ninguna de ellas es de interés. La religión
verdadera no debe ser impuesta por la fuerza. Los no católicos tienen apenas un
derecho a un culto privado".
7. Cardenal Thomas
Cooray, arzobispo de Colombo, Ceilán
"Nuestro deber es defender la
libertad de acuerdo con la verdad. Los límites del derecho a la libertad
religiosa se originan de la verdad objetiva. Contra ella no puede existir derecho
a la libertad de acción 'per se',
ni ‘in re physica', mucho menos, en
materia dogmática. La norma del hacer moral y la norma jurídica solo tiene
valor si es fundada en la verdad
objetiva. Esto para conservar intacta la doctrina de la Iglesia Católica sobre la
única verdadera religión, sobre l a única Iglesia de Cristo".
8. Cardenal Michel Browne, de la Curia Romana
"En abstracto, es evidente que
no son iguales los derechos sociales fundados en la consciencia individual
recta, pero errónea, y en la consciencia individual recta y verdadera. Se resuelve
así la dificultad deducida de la Encíclica 'Pacem in terris' (de Juan
XXIII,). Pio XII, en la Alocución a los prelados de la sagrada Rota, en 1945,
enseñó una norma doctrinaria diferente de la que está en la Declaración. La
libertad de consciencia en la sociedad no se funda en derechos de una consciencia
individual; se funda en el bien común universal.
9. Dom Frederico Melendro, arzobispo de Huai-ning,
China
"La libertad religiosa no contribuye
a la unidad de los cristianos. En la Declaración el orden objetivo queda
subordinado al orden subjetivo. Los hombres son apenas 'convidados’ a
abracar la fe; ellos están obligados a esto por precepto divino”.
10. Dom John
Ambrose Abasolo y Legue, arzobispo de Vijayapuran, India
"En materia religiosa la cuestión
es más de deber que de derecho. Es de los deberes para con Dios que se deducen los
derechos del hombre. No toda consciencia goza de los mismos derechos. Los
derechos de una consciencia verdadera y recta son superiores a los de una consciencia
invenciblemente errónea".
11. Dom Gregorio Modrego y Causaus, arzobispo de
Barcelona
"El ejercicio de la libertad solo
puede ser de acuerdo con las exigencias de la dependencia de Dios. No se puede
concebir verdadero derecho natural a la libertad fuera de esos límites. El
bien máximo de la sociedad es adherirse a
la verdad religiosa. El Estado no puede ser indiferente a los errores en doctrinas
religiosas. La Escritura citada por la Declaración no prueba el derecho
natural a la plena libertad religiosa. Los textos citados solo se refieren
a la religión verdadera. El Antiguo Testamento prohibió el culto de los ídolos;
y estableció penas severas para los transgresores de esa ley. El Magisterio
de la Iglesia Católica siempre insistió a los gobiernos contra la propagación
de religiones no católicas".
12. Dom Juan Carlos Aramburu, arzobispo de Tucuman,
Argentina
"Si el poder civil puede prohibir
el ejercicio de la religión, por razón del orden público y no por las razones de
la religión verdadera, de la verdadera paz publica, la legítima y natural, puede
también, a su libre arbitrio, juzgar que la paz pública es perturbada y
condenar la predicación de la religión verdadera
como ilegítima. En países comunistas y paganos eso ocurre. El poder civil podría
juzgar ilegítima la acción misionera de la religión verdadera de Jesucristo".
13. Dom Custodio Alves Pereira, arzobispo de Lorenzo
Marques, Mozambique
“La Declaración coloca la verdad y el
error en el mismo nivel. La Iglesia de Cristo, Maestra
de la Verdad, no puede ser colocada en la misma línea que las religiones
falsas. La Declaración es un absurdo. Ella equivale a declarar que la
Iglesia verdadera, la de Cristo, es una entre muchas falsas existentes en el
mundo. No se puede admitir que negar ese derecho a la libertad religiosa sea
injuria hecha al hombre".
14. Mons. Segundo García de Sierra y Méndez, arzobispo
de Burgos, España
“La Declaración no puede ser aprobada
e su substancia, por su método y por sus
principios. Ella pretende conciliar el derecho exclusivo de la Iglesia
verdadera, con una libertad a todos, para anunciar la verdad revelada. El derecho de la Iglesia
Católica se funda en su misión divina y en la verdadera dignidad del hombre.
Uno es de derecho sobrenatural y otro es de orden natural. Es
oportunismo querer fundar ese derecho en los deseos de libertad del mundo actual.
La Declaración favorece el Indiferentismo y el Estado neutro. Ella es contraria
a la doctrina católica. Ella concede los mismos derechos al proselitismo
para los errores y al proselitismo a la verdad. Este asunto debe ser tratado
no para agradar a los hombres; sino para agradar a Dios".
15. Mons. Marcel Lefebvre, arzobispo Superior de la
Congregación del Espíritu Santo
"La libertad no es absoluta; no
puede ser ejercida indiferentemente para el bien o para el mal. Y debe
distinguirse entre actos religiosos internos y externos. Los externos están
subordinados a los poderes civiles. El dictamen de la consciencia no es el
criterio último de la moralidad objetiva de los actos humanos. Las normas de la
Moral están vinculadas a los preceptos religiosos. Presentar la voz de la consciencia
individual como la voz de Dios coloca en peligro el celo de la Iglesia
ligado a la fe universal.
16. Mons. Marcel Lefebvre (segundo discurso)
"Esta doctrina de la Declaración
tuvo inicio en los filósofos Hobbes, Rousseau, Locke... Los papas -
especialmente Pio IX y León XIII - condenaron esta doctrina de la Declaración.
Las aprobaciones que ella recibe de los no-católicos son significativas. Cae
por tierra la argumentación de la Declaración con la definición de los conceptos
de libertad, de consciencia, de dignidad del hombre. Ellas no pueden ser definidas
con relación a ley divina. Solo la Iglesia verdadera tiene derecho a la libertad
religiosa porque solo ella confiere dignidad al hombre. A las falsas religiones,
es necesario examinar las circunstancias, caso por caso".
17. Mons. Adam Kozlowiecki, arzobispo de Lusaka, Zambia
"No se puede aceptar un
valor vago atribuido a la dignidad humana. Él se presta a interpretaciones en
sentido contrario a la verdadera Iglesia. No se puede insistir en el derecho a libertad
del hombre sin acentuar los derechos del Dios verdadero sobre el hombre".
18. Dom Antonio de Castro Mayer, obispo de Campos,
Brasil
"La Declaración peca en puntos fundamentales
como la igualdad de derechos entre religiones falsas con la verdadera. Solo la verdadera tiene el derecho de ser profesada públicamente. Los
derechos no son los mismos. La naturaleza humana, cuya dignidad se invoca, se perfecciona
solo con la adhesión al verdadero bien; la dignidad humana no es salvaguardada
por la adhesión al error, aún de buena fe. Las relaciones entre la religión
verdadera y la sociedad civil se rigen por la ley natural y por la ley positiva
revelada por Dios. Ora es ley de Dios que todos abracen la religión verdadera.
Luego, el estado no puede favorecer las religiones falsas. Nadie es condenado sino
por su propia culpa. La Declaración extiende, latitudinariamente, el Derecho
a la verdad y a los errores. Coloca el bien común como perfección del hombre,
y a la libertad de los errores como auxilio para esa perfección. Ella concibe
la dignidad del hombre de modo falso: pretende, erróneamente, la libertad
de acción por derecho y no por mera posibilidad ontológica. La Declaración coloca
un estado cuya estructura jurídica no se deriva de la verdad natural, ni de la verdad
revelada que manifiesta las leyes de Dios y, de modo positivo, concede derechos
a las religiones falsas".
19). Dom Giovanni Canestri, Obispo auxiliar de Roma
“La Declaración debe ser corregida en
muchos puntos para que no cause equívocos y no tenga consecuencias funestas. Contiene
afirmaciones inexactas, genéricas, superfluas, obscuras. No se puede condenar cualquier
proselitismo; sino el ejercido de modo deshonesto. Debería proclamar, de modo inequívoco,
el Derecho de la Iglesia en cuanto religión verdadera”.
20. Dom Anastasio Granado García, Obispo auxiliar de
Toledo
“Es nueva en la Iglesia la doctrina según la cual todos los grupos religiosos tienen estricto derecho de
propagar sus doctrinas, sean ellas verdaderas o falsas. La doctrina tradicional
afirma que solo existe derecho para la verdad y que el error puede ser
tolerado. Esta nueva doctrina se opone directamente a la doctrina de Pio XII
en la Alocución 'Ci riesce’. Ella pasa, ilícitamente, del orden subjetivo al
objetivo. Ella contradice el propio concepto de libertad religiosa que expone".
21. Dom Angelo Teniño Saiz, Obispo de Orense, España
"En el campo de la Religión, en
primer lugar, es necesario saber si Dios habló claramente, indicando la manera
de ser venerado por los hombres. Es injuria a Dios someterlo a la razón
humana; los que creen en Dios y aceptan
su Palabra a los que no creen. La Declaración debe ser radicalmente
reformada porque esta fundada en la equiparación de todas las religiones en
la sociedad. Si, para el bien común de la Iglesia, fuera conveniente conceder mayor
libertad en materia religiosa, esto debe ser hecho según la genuina doctrina de
la Iglesia y no según los principios falsos de un Humanismo que, en materia
religiosa, considera al hombre como la norma suprema".
22. Dom Ubaldo Evaristo Cibrián Fernández, prelado nullius de Coro-Coro, Bolivia
"La Declaración no puede ser aprobada. Ella no se funda en principios doctrinarios verdaderos. O, por
lo menos, no son expuestos rectamente. Ella procede de modo demasiadamente filosófico
y racionalista. Ella ignora o menosprecia el Magisterio ordinario de la
Iglesia; de modo principal, el del Pontífice Romano. Ella confunde la verdad
absoluta de los principios como su aplicación práctica".
23. Dom Juan Bautista Velasco, Obispo (expulsado) de
Hsiamen, China
"La Declaración contradice la doctrina
secular de la Iglesia. Está impregnada de
Legalismo. Puede causar el Pragmatismo, el Indiferentismo, el Naturalismo
religioso. Enseña, en materia de Fe, el Subjetivismo. No distingue entre los
Derechos de la verdad y los del error. No les dieron oído a las observaciones
de los padres conciliares que, en consciencia, acreditan la falsedad de los
principios fundamentales de la Declaración".
24. Dom Emilio Tagle Covarrubias, Obispo de
Valparaíso, Chile
"En la Declaración se encuentran
contradicciones. Ella muestra favoritismo excesivo con relación a las religiones
falsas. Causa el peligro del Indiferentismo y del liberalismo. Solo la religión verdadera
tiene derecho la libertad religiosa. Las falsas, según las circunstancias de hecho
y las exigencias del bien común, pueden apenas ser toleradas".
25. Mons. Abilio Del Campo y de La Bárcena, Obispo
de Calahorra, España
"La Declaración tiene sentido
de humanismo naturalista. Ella no define, la verdadera dignidad del hombre.
En la presente economía de la salvación, no se debe hablar de la naturaleza
humana como tal, por la elevación al estado sobrenatural. La Declaración no habla
de los Derechos de Dios. La libertad religiosa, proclamada y reconocida en las Constituciones
civiles, son hechos que no pueden regir los principios doctrinarios de la Iglesia.
El Concilio católico no toma esas Constituciones como fuentes de la doctrina
católica. Si los católicos tienen el derecho y el deber de defender la Fe
católica, no se puede conceder a los
acatólicos el derecho de enseñar. La Declaración favorece el Subjetivismo religioso
y la Moralidad de Situaciones, dado que Religión y Moral están ligadas íntimamente.
Condenar toda coacción en materia religiosa es peligroso para el ambiente de la
familia, para la educación cristiana de los hijos, el tesoro del cristianismo
guardado durante siglos".
26. Dom Primo Gasbarri, Obispo administrador
apostólico de Grosseto, Italia
“La Declaración abre camino al
Liberalismo, el Laicismo, el Indiferentismo, el Irenismo, el Existencialismo,
la Ética de Situaciones. Ella no
distingue entre el Derecho verdadero, en armonía con el derecho natural y el Derecho
positivista. Ella atribuye el mismo Derecho a la verdad y al error. Ella no
está de acuerdo con la Doctrina tradicional de los Sumos Pontífices".
27. Mons. Thomas Muldoon, Obispo auxiliar de Sídney,
Australia
"La Declaración trata del
aspecto jurídico-civil de la cuestión, pero omite el aspecto teológico-moral. Los
católicos tendrán dificultad en aceptarla; los no-católicos harán falsas
interpretaciones".
28. Mons. Paulo Muñoz Vega, Obispo auxiliar de
Quito, Ecuador
"La
Declaración carece de fundamento teológico; mira la situación de pluralismo religioso, en
abstracción jurídico-filosófica, deja de lado la realidad sobrenatural y
las consideraciones teológicas. Mira apenas el aspecto jurídico-social. La
Declaración no tiene la característica de documento de un Concilio católico. Ella
debe definir el derecho del hombre a la libertad prometida por Cristo y garantizada
por Dios. El Derecho a la libertad religiosa tiene por fin facultar al hombre
seguir su vocación sobrenatural”.
Este compendio de palabras de los cardenales,
arzobispos y obispos católicos demuestra, de modo super-evidente, la herejía del
Vaticano II y de sus papas. Esta
Declaración es la base del Ecumenismo, de la Colegialidad, del culto del hombre,
de la misa popular. Ella muestra la herejía del Indiferentismo religioso y,
base de la herejía del Agnosticismo, común a todos esos errores. Estos y otros obispos
no fueron oídos! Más no es la mayoría numérica de votos que altera la fe
universal de la Iglesia. La autoridad de esos prelados fieles demuestra, de
modo clarísimo, la naturaleza falsa del Vaticano II y de sus papas. El
conjunto de esas palabras forma un discurso irrefutable al ser meditado por
todos. Ella aclara las herejías del Vaticano II y de sus papas. Muestra
que tal Concilio e obra de los miembros de las sociedades secretas, que son enemigas
de la Iglesia y del Estado Católico.
"De ningún modo es lícito
defender la libertad religiosa como se fuera uno de los derechos que la naturaleza
dio al hombre". (León XIII — Encíclica Libertas)
Traducción:
R.P.
Manuel Martínez Hernández.
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