Dr. Homero Johas
Quién
quiera tener una síntesis de la perversión del Vaticano II debe ver las cosas
condenadas por la Iglesia en los últimos siglos, principalmente en Lutero,
Lamennais y Loisy; mirando el Concilio de Trento y Concilio Vaticano I. Mirando
la "Syllabus" de Pio
IX y el Decreto "Lamentabili",
bajo San Pio X. El campo es inmenso en toda Filosofía y en toda Teología.
Pero, aquí vamos a ver dos puntos centrales del "Syllabus" de Pio IX; en orden individual y en orden
social. La Declaración de la libertad religiosa del Vaticano II es esencialmente "Anti-syllabus". La
libertad religiosa es "radicalmente
opuesta” a la doctrina católica verdadera. Transforma la tolerancia
paternal y benigna de Dios de algunos males individuales casuales, en "derecho” del hombre para errar, para no "distinguir"
entre verdad y error en religión: cualquier religión salva; Dios verdadero es
igual a los dioses falsos; moral cristiana es una opinión igual a la moral pagana;
Monoteísmo es igual a Politeísmo. Todo poder viene del hombre; no de Dios; no
existe un solo Dios verdadero; cada uno tiene "su verdad”, individual y libre. Se rechaza la verdad
universal, única, necesaria, común a todos, no libre, divina y no humana.
Ahí
está el núcleo de la "nueva religión”, la de los ateos, agnósticos,
panteístas, del humanismo pagano, del Politeísmo de la "nueva iglesia”,
del "nuevo tiempo” de la
evolución de la verdad conforme a las opiniones y voluntades humanas.
Veamos algunas de las condenaciones
de Pio IX y su resurgimiento
actual opuesto por la "nueva religión"
politeísta del Vaticano II.
A)
DESVÍOS DOCTRINÁRIOS EN LA ORDEN INDIVIDUAL
"El
hombre es libre de abrazar y profesar aquella religión que él, guiado por la
luz de la razón, juzgue verdadera (15)".
Tal doctrina es falsa
porque la verdad natural y la revelada, es universal, común a todos; necesaria
y no libre. Ella no viene del "juicio
propio” del herético (Tit. III, 10-11); sino de la norma divina, de la
razón y de la Revelación del Antiguo y Nuevo Testamento. La autoridad Dios y de Cristo no está bajo el juicio y la voluntad humana, "de cada uno para si",
como quiere el Vaticano II
(3.3). La religión verdadera es imperada por Dios a los hombres y no procede de
opiniones de los hombres. Ahí se pretende la opinión individual de cualquiera,
en religión: ateos, agnósticos, paganos, heréticos.
Véase
la perversidad del Vaticano II pregonando esa doctrina condenada por Pío IX y
por los papas: Gregorio XVI, León XIII, San Pio X, Pio XI.
"En cualquier religión podemos encontrar el camino de la salvación
eterna y conseguir la eterna salvación".
No se
distingue la única religión verdadera de la multitud de las falsas. Es el
Indiferentismo de credo, verdadero o falso. Es el Liberalismo agnóstico de Lamennais
y de los ateos y agnósticos de la Revolución Francesa.
Se
iguala a Cristo con dioses falsos. Fuera de la Iglesia no hay salvación
definió el Concilio de Florencia. Perecerán eternamente los que estén fuera de
la unidad de fe y de régimen.
El
Vaticano II: "no discrimina por
razones religiosas”; no impone la profesión de la verdadera religión y no
rechaza las falsas. Concede el derecho de no seguir la verdad.
A la única religión verdadera, la iguala
a todas las falsas. Quiere la "salvación"
en todas las religiones falsas. "Quien
no cree ya está condenado" enseñó Cristo. "Quien no está conmigo, está contra mi." El "Ecumenismo" del Vaticano
II es una "falsa religión"
tanto como las religiones paganas (Pio XI), tanto como el Politeísmo pagano.
"Por
lo menos se debe tener esperanzas en la salvación eterna de todos los
que no están en la verdadera Iglesia de Cristo".
Sobre eso escribió el Concilio de
Florencia: "Firmemente cree, profesa
y predica el Concilio que nadie que no este dentro de la Iglesia Católica, no solo
los paganos, sino también los judíos o los herejes y cismáticos, puede hacerse
participante de la vida eterna, sino que irán al fuego eterno que está
preparado para el Diablo y sus ángeles (Mt. XXV, 41); a no ser que
antes de su muerte se una con ella" (D.B. 7214). El Ecumenismo es una "unión” ilícita y pervertida
con los infieles, sobre los cuales Dios pregona la "separación' (2 Cor. VI, 14-18). La "nueva iglesia" predica el camino de la perdición
eterna. Quien no conservar la fe "íntegra
e inviolada, sin duda perecerá eternamente" dice el Símbolo
atanasiano (D.S. 75). Una sola herejía deja fuera de la Iglesia (León XIII, Satis Cognitum). La herejía y el cisma
"separan de la Iglesia"
(Pio XII - D. S. 3803).
4)
Forma diversa es igual en el nuevo credo
"No
es el Protestantismo otra cosa sino una forma diversa de la misma religión cristiana
verdadera; en él, como en la Iglesia Católica, de modo igual, se agrada a Dios".
Ningún credo que tiene "forma diversa" tiene "forma igual". Los errores
son formas diversas de la única forma verdadera. Una sola forma es verdadera, las
formas diversas son falsas. La diversidad de credo del Protestantismo es inmensa:
tiene el "libre-examen"
individual de la Revelación, por lo que de ello resultaron centenas de sectas; la verdad, es una sola. Ellos no tienen la unidad
universal en la verdad divina necesaria. Tiene el Politeísmo libre, el
Agnosticismo, el Juicio y voluntad humana. La “unión” con las sectas protestantes es la unión con la herejía,
fuera de la Iglesia. La condenación a Lutero es la misma para todos los
luteranos y otros protestantes. El credo diverso no es el credo idéntico. Los
erros diversos no son idénticos a la verdad una y única, universal, divina, de
la Iglesia de Cristo.
B)
ERRORES SOBRE EL ORDEN SOCIAL
1)
Libertad para los falsos cultos
"En
nuestro tiempo no conviene que la religión Católica sea tenida como la única religión
del Estado, excluidos otros cultos".
Aquí se quiere variar la verdad y el
deber moral conforme a los tiempos como una evolución de la verdad. Si la
tolerancia del error de los otros puede variar según las diferencias individuales
de los errantes, con todo la doctrina y la norma universal de Derecho divino no
varia con los tiempos y con los errores individuales. En todos los tiempos la
verdad de Cristo es una sola y única. Los "otros cultos" pueden ser o no ser tolerados conforme
a su malignidad y peligrosidad. Siempre, en todos los tiempos, las doctrinas y
cultos falsos son falsos. En cada caso individual, si por la recta razón conocida
por la autoridad, un determinado culto falso puede ser tolerado, eso no se extiende
a todos los otros cultos falsos, y no es objeto de una doctrina universal
sobre todos los "otros
cultos" falsos. Por si, todos los otros cultos falsos son nocivos
al orden universal cristiano; todos impiden lo ordenado por Dios fundado
exclusivamente en la verdad y en el bien. Todos pueden ser impedidos por la
espada del ministro de Dios para protección del bien común.
La "conveniencia" de
la verdad viene de la necesidad de la verdadera fe para la salvación eterna de
las almas. Los errores pervierten esa verdadera fe.
2)
Orden público individual, indiferente
"De modo loable, en algunas regiones católicas, fue establecido por ley
que las personas que inmigran a ellas, puedan tener público ejercicio de su propio
culto, cualquier que sea este.
Lo
que es loable es lo establecido por el Derecho divino y no
por opinión de los enemigos de Dios. Y el ministro de Dios alaba a los buenos y
castiga a los malos (Rom. XIII, 1-7). Si,
en algunas regiones católicas una secta es tolerada por un bien mayor, o para
evitar un mal mayor, eso no se extiende universalmente a todas las personas,
cada una con su "culto propio", "cualquiera
que sea". Así el culto de un judío, con las prácticas del Antiguo
Testamento, no es igual al culto pagano de un mahometano, o al culto satánico
del vudú. Ahí, se pretende de modo universal, introducir en el mundo el "culto propio", como la
libertad religiosa del Concilio Vaticano II "sin distinguir” si su tolerancia es buena o nociva para el
bien común de la salvación de las almas.
El satanismo, el Ateísmo, el
Indiferentismo entre verdad y error, no es un bien mayor para el orden público
que debe tener por fin la salvación eterna de las almas. Ellos llevan a la
perdición eterna. El Vaticano II proclamó ese mal, trocándolo en bien.
3) La
libertad para cualquier corrupción
"Es
falso que la libertad civil de cualquier culto, así como el poder
concedido a todas las personas para manifestar, abierta y públicamente, opiniones
y pensamientos, conduzca a corromper, las costumbres y el espíritu
de los pueblos y propagar la peste del Indiferentismo".
Tal sentencia quiere invertir el bien
y el mal; pretende que la manifestación pública de las opiniones falsas, de los cultos falsos, no lleva a la corrupción, de las costumbres, de la Moral y del
verdadero culto, del verdadero Dios. Como si los errores no fueran contra la
verdad; y las falsas leyes morales no fueran contra las verdaderas normas morales.
Como si los árboles malos no dieran frutos malos. La libertad para todos los errores, y para todas las perversidades morales, por cierto,
producen frutos malos en el orden público. La libertad de Arrio produjo la
corrupción de los arrianos. La libertad de Lutero produjo, la corrupción doctrinaria
de los protestantes. La libertad de Mahoma, la corrupción de los mahometanos; la
libertad de los vudús, a la corrupción de los satanistas; la libertad de los ateos,
la corrupción del Ateísmo. Y el Vaticano II predica esa libertad “sin discriminación por razones
religiosas” y el "derecho
de no seguir la verdad", sino a "cualquier" error. Los corruptos producen la corrupción.
Tal "no discriminación"
se vuelve indiferente a cualquier error, cualquier mal, cualquier corrupción
religiosa o moral.
4) Progreso de los erros libres y maldades
''Puede
y debe el Pontífice Romano reconciliarse y transigir con el progreso, con el
Liberalismo y con la civilización moderna".
Aquí
se pretende que el ministro de Dios, el Vicario de Cristo, abandone la fe
divina universal y los mandamientos divinos y se adapte a la voluntad de los que pretenden mudar las doctrinas
universales a otras, procedentes de grupos "modernos", actuales, profesando la libertad a todos los
errores y actos contra la Moral cristiana. Llaman a eso "progreso"; como si el verdadero progreso a la verdad
y el bien fueran igual al falso progreso de los errores y de los
males.
Se
elimina la verdad universal opuesta a todos los errores; se elimina
la fe divina universal, venida de la autoridad del Dios verdadero. Se
eliminan los mandamientos divinos. Dios es el mismo, ayer, hoy y siempre.
El no cambió. El Papa está subordinado al Derecho divino y no puede oponerse
a El en nada, sin separarse de la Iglesia de Cristo. El Vaticano II cometió
ese crimen, queriendo vivir: "al
compás del mundo moderno” regido por los ateos y por los masones de la
Revolución Francesa que mató medio millón de católicos. El País de la mentira
disimulase con su “operación del
error" (2 Tes. II,1-11). Dios no se rige por los juicios de los malos.
Esas condenaciones de Pio IX en el Syllabus son las condenaciones dadas al
Concilio Vaticano II. Quien no quiere ver, está voluntariamente ciego.
COMENTARIOS
El Magisterio de la Iglesia condena la
"libertad religiosa"
predicada por la "nueva iglesia";
la "iniquidad religiosa”
de la "nueva iglesia”; la
salvación en "cualquier fe",
conforme a la herejía de Lamennais, condenada por Gregorio XVI. Se pretende
contra la definición de Fe, del Concilio de Florencia, la salvación fuera de la
Iglesia. No se quiere la "unicidad”
de la verdadera Religión, sino el Politeísmo pagano. Cada uno con su "propio culto", "cualquiera
que sea". Es la libertad de las opiniones y el Indiferentismo
entre la verdad y los errores. Es la corrupción del Americanismo, del
Liberalismo, de la “Civilización Moderna” opuesta al imperio de la verdad y del
único Dios verdadero: Eso es gravísimo. Es la nota evidente del Satanismo. Es
el Magisterio de la Iglesia quien muestra la “corrupción” del “nuevo
tiempo”, de la “doctrina nueva”.
Traducción:
R.P.
Manuel Martínez Hernández.
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