Dr. Homero Johas
1.- No son pocos los que hoy consideran las diferencias de credo
como cosas indiferentes e iguales. Lo que es la perversidad del Agnosticismo
masónico, reiterada por la igualdad y libertad religiosa del Vaticano II. La misma
liturgia perfecta y florida externamente oculta la diferencia de credo entre los
fieles y los infieles.
En la publicación "Adsum", de Mons. Mark
Pivarunas, de los Estados Unidos - julio de 2012 - después de rechazar el
Vaticano II, es publicado un escrito antiguo, encima del cual se lee: "Una razón por la cual existen diferencias
entre católicos tradicionalistas". Estas palabras no son del artículo
antiguo, sino de hoy.
Tal artículo después de referir las disensiones entre
santos y entre no-santos del pasado, desde la creación del mundo hasta el Antiguo
Testamento, pasa por las disensiones entre Santos del Nuevo Testamento: San Pablo
y San Pedro; San Epifanio y San Juan Crisóstomo: San Agustín y San Jerónimo. Y
afirma que ambos eran sinceros y que: "ambos
estaban ciertos" (both were rights). Insinúa, por tanto las
diferencias entre los que se dicen "católicos
tradicionalistas" son cosas indiferentes; que las sentencias opuestas
por contradicción son iguales; que no existe distinción entre verdad y error;
entre fe y herejía; entre fiel e infiel. Todos son igualmente "católicos". Todos son
igualmente fieles a la Tradición. No existe verdad universal
absoluta: solamente opiniones individuales, libres.
2.- Entretanto vemos "católicos
tradicionalistas" contradiciendo a la autoridad divina del Magisterio
dogmático de la Sede de Pedro:
• La Sede de Pedro enseña la invalidez del poder de
jurisdicción ordinaria de los heréticos públicos. Ellos enseñan lo opuesto, la
validez.
•
La Sede de Pedro enseña el deber gravísimo de
extinguir la vacancia de la Sede de Pedro. Ellos enseñan que no quieren trabajar
para extinguir esa vacancia.
La Sede de Pedro impera las normas de los cánones: 188.
4: 2314,1; 2232: 2315; 2200. 2: 1827: 1325. Ellos no se someten a tales normas
de acción mandadas por la Iglesia.
3.- Santo
Tomás de Aquino escribe sobre los que rechazan lo ordenado por la Iglesia; "Después que algo fue determinado por la
autoridad universal de la Iglesia, si alguien, de modo pertinaz, rechaza tal ordenación,
será juzgado herético" (S. T. 2-2, 11, 2, ad 3). San Pedro
nada enseñó contra la autoridad divina de la Sede que le fue confiada; se
desvió levemente en el obrar; no en el creer. San Epifanio y San Juan
Crisóstomo divergen sobre Orígenes: pero Orígenes todavía no era condenado por la
Iglesia. San Agustín y San Jerónimo divergieron sobre la cesación de la ley antigua;
solo después la Iglesia definió esa cuestión.
4.- No es el caso de la "nueva
iglesia" del Vaticano II: las doctrinas que ella predica ya fueran
condenadas por la Sede de Pedro: libertad e igualdad religiosa, Ecumenismo,
poder supremo colegiado, misa del pueblo; derecho de no seguir la verdad.
Un Decreto antiguo de
la Iglesia dispone:
"Siempre que se
trata sobre materia de fe, juzgo que todos nuestros hermanos y obispos no deben
referirse a otro señor solo a Pedro, a la autoridad de su nombre."
Santo Tomás enseña:
"Ni San Jerónimo, ni San Agustín irguen su sentencia contra la Sede de
Pedro". San Jerónimo enseña: "Si
mi sentencia es confirmada por la autoridad de la Sede de Pedro, quién esté
contra mi o es imperito, o malévolo, o no-católico y herético”.
San Máximo enseña: "Quién
no quiere ser, o ser tenido como herético, que satisfaga no a este o aquél, pues
esto es superfluo e irracional. Que él corra a la Sede de Pedro. Satisfaga él y
todos, de modo común, en todas partes, como pio y ortodoxo." (Carta a
Pedro).
5.- Quien iguala opiniones opuestas de particulares,
subordinados ambos a la Sede de Pedro, sin mirar la autoridad divina de la
Sede de Pedro, quiere igualar la opinión humana inferior a la sentencia divina,
a la autoridad divina superior a ella. Dos opiniones humanas contradictorias
entre si, no son igualmente verdaderas y libres en materia de fe, si una es
conforme a la autoridad divina de la Sede de Pedro la otra es contra esta
autoridad divina. No es "católico"
ni "tradicionalista"
quien está contra cosas ya determinadas por la Sede de Pedro. Entre católicos la
unidad de fe y de gobierno no tiene diferencia.
Traducción:
R.P.
Manuel Martínez Hernández.
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