Aprende a practicar desde muy temprano esta virtud divina: la Bondad. El que no tiene buen corazón siendo joven, no lo tendrá jamás; la bondad no es fruto del invierno que madura bajo la nieve.
Desde ahora sé bueno como Jesucristo, bueno hasta el sacrificio, hasta la ternura, hasta el olvido de ti mismo.
Como El, sé bueno para con los pobres, para los enfermos, para los que el mundo desprecia, para los que sufren y lloran en este amargo y triste valle.
Dales un poco de tu dinero, si lo tienes; dales un poco de tu tiempo, si dispones de él; dales tus palabras de amigo; dales tu corazón; esto lo podrás siempre.
Sé bueno para con los buenos; sé bueno aún para con los malvados. Ten amigos, no enemigos; cuando menos que tu corazón no los conozca.
Ciertamente no conviene que seas un Cándido; pero el primer movimiento de tu corazón debe pertenecer al amor y no a la desconfianza.
Nunca niegues tu afecto a un hombre por el hecho de que el mundo lo censure porque pertenezca a una secta despreciable; la bondad del cristiano, como la de Jesús, ama a todos los hombres y pone un velo sobre todas sus miserias
Que tu bondad sea espontánea, inspirada sin duda por la fe, pero hecha también de piedad y de simpatía humana.
Jamás cuentes con los demás, pero obra de manera que se pueda siempre contar contigo.
Sé bueno: la bondad asemeja al hombre con Dios, cuyo primer atributo es la bondad.
Sé bueno: no hay como los grandes corazones que saben cómo hay satisfacción y gloria en ser bueno.
Sé bueno hasta el sacrificio; pon tu alegría en ser útil al prójimo y tu dicha en hacerle feliz.
Lleva la bondad hasta el perdón de las injurias, es la más alta cima de la virtud y la señal cierta de que verdaderamente se es hijo de Cristo y del Evangelio.
La bondad dará a tu juventud un atractivo indecible y un extraordinario poder, porque la bondad es el primer conquistador del mundo.
Al menos te valdrá la amistad de Dios y la salvación eterna; porque, ¿cómo será condenado aquél que no ha hecho más que bien a sus hermanos?
Desde ahora sé bueno como Jesucristo, bueno hasta el sacrificio, hasta la ternura, hasta el olvido de ti mismo.
Como El, sé bueno para con los pobres, para los enfermos, para los que el mundo desprecia, para los que sufren y lloran en este amargo y triste valle.
Dales un poco de tu dinero, si lo tienes; dales un poco de tu tiempo, si dispones de él; dales tus palabras de amigo; dales tu corazón; esto lo podrás siempre.
Sé bueno para con los buenos; sé bueno aún para con los malvados. Ten amigos, no enemigos; cuando menos que tu corazón no los conozca.
Ciertamente no conviene que seas un Cándido; pero el primer movimiento de tu corazón debe pertenecer al amor y no a la desconfianza.
Nunca niegues tu afecto a un hombre por el hecho de que el mundo lo censure porque pertenezca a una secta despreciable; la bondad del cristiano, como la de Jesús, ama a todos los hombres y pone un velo sobre todas sus miserias
Que tu bondad sea espontánea, inspirada sin duda por la fe, pero hecha también de piedad y de simpatía humana.
Jamás cuentes con los demás, pero obra de manera que se pueda siempre contar contigo.
Sé bueno: la bondad asemeja al hombre con Dios, cuyo primer atributo es la bondad.
Sé bueno: no hay como los grandes corazones que saben cómo hay satisfacción y gloria en ser bueno.
Sé bueno hasta el sacrificio; pon tu alegría en ser útil al prójimo y tu dicha en hacerle feliz.
Lleva la bondad hasta el perdón de las injurias, es la más alta cima de la virtud y la señal cierta de que verdaderamente se es hijo de Cristo y del Evangelio.
La bondad dará a tu juventud un atractivo indecible y un extraordinario poder, porque la bondad es el primer conquistador del mundo.
Al menos te valdrá la amistad de Dios y la salvación eterna; porque, ¿cómo será condenado aquél que no ha hecho más que bien a sus hermanos?
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