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viernes, 22 de octubre de 2010

CONFIEMOS


¿Y porqué no confiar, aunque rebrama
furibunda en el cielo la tormenta?
¿No apaciguó Jesús las tempestades
con ademán sencillo de su diestra. . . ?

¿Y porque no confiar, aunque la Patria
agonizante ya, se agita y tiembla?
¿No es Jesucristo el Dios que habló a las tumbas,
y le dieron sus muertos por respuesta...?

¿Y porqué no confiar, aunque la Patria
el castigo que sufre, bien merezca?
¿No es Jesucristo el Buen Pastor que vino
para buscar a la perdida oveja?.. .

¿Y porqué no confiar, aunque implacable
sea quien nos hiera la Justicia eterna?
No es Jesucristo el Dios-Misericordia
que a Dios-Justicia, por nosotros ruega?

¡Clamemos a Jesús! Brote del alma
la voz doliente de la humilde queja;
confiemos en Jesús: es nuestro Padre:
¿Quién del hijo la súplica desprecia?. . .


Mons. Vicente M. Camacho
4 de Junio de 1914.

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