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domingo, 31 de octubre de 2010

HOMENAJE A CRISTO REY


Era Gobernador de Jalisco el conocido literato, Lic. D. José López Portillo y Rojas. Ocupaba la presidencia de la República el General D. Victoriano Huerta, jalisciense. Los revolucionarios de Venustiano Carranza se enseñoreaban del norte de la nación, presentándose ya en las fronteras del Estado de Jalisco sus aguerridas chusmas. Los católicos de Guadalajara resolvieron hacer una manifestación pública en homenaje a Cristo Rey. como impetración y como desagravio. El Lic. López Portillo, llevado a la primera magistratura del Estado por el Partido Católico, de pronto concede el permiso para la manifestación, pero luego se retracta amenazado por las logias masónicas. Los católicos, llegado el día, haciendo caso omiso de las veleidades de López Portillo, se organizan en una espontánea y grandiosa manifestación religioso-cívica que inundará las calles de la gran urbe tapatía.
Es el 11 de enero de 1914. La plazuela de la catedral hierve de gentío que espera ansioso la hora de marcha. El Sr. Arzobispo de Guadalajara Dr. D. Francisco Orozco y Jiménez, acompañado de otros dos Prelados, deja a eso de las cuatro de la tarde su Palacio, y se pone al frente del desfile. Tras el Pastor las olas interminables de los manifestantes desembocan por la calle de Alcalde rumbo al Santuario de la Santísima Virgen de Guadalupe. No van callados. Sus gargantas aclaman jubilosamente a Cristo Rey. De sus pechos brotan caldeados los himnos al Corazón de Jesús. Lentamente, ante la admiración y la amenaza de los anticatólicos, la piadosa muchedumbre regresa hacia el sur por la Avenida Pedro Loza, por la calle de Santa Mónica y por la de Colón, para tornar a las puertas de Catedral por la Avenida de San Francisco, hoy 16 de Septiembre, pasando por la plaza de armas. El corazón saltaba con fuerza. Los pechos jadeantes sacaban una voz enronquecida. Las manos estaban turgentes de aplaudir. Cristo Rey era el centro de aquella grandilocuente aclamación. ¿Qué viene la policía montada a deshacer la manifestación?, ¿que en tal bocacalle están emplazadas las ametralladoras?...... ¡Nada es capaz de contener aquel río humano, arrollador! Frente a los almacenes de la Ciudad de México un osado vocifera: ¡Viva Juárez! y, un manifestante lo arroja al suelo de una cachetada. Las muchachas del almacén que miran desde los balcones, aplauden la valentía levantando un burlesco pitorreo. Registrábanse como ésta muchas escenas de valor en el trayecto.
La multitud invade las amplias naves de la Catedral casi desordenadamente. No cabe ya un alfiler. La mayor parte hace alto en las afueras del sagrado recinto. Dentro, sube al púlpito el P. José Mier y Terán, de la Compañía de Jesús, y se desata en una tempestuosa arenga de circunstancias que arranca al compacto auditorio sonoros e interminables vivas a Cristo Rey. Los rostros estaban bañados por el llanto. Un Te Deum con sus notas sedantes aplaca el oleaje de tantas emociones. Empezaba a oscurecer cuando se disolvía la manifestación de imperecedera memoria.
¡Guadalajara había escrito la primera página de una epopeya que tendrá por nombre Insurrección CRISTERA!
Tan hermoso ejemplo de valor cristiano tuvo repercusiones sublimes en toda la República, y ¿por qué no decirlo? hasta en el Vaticano. Unos doce años más tarde será preciso que el Papa Pío XI instituya la fiesta litúrgica de Cristo Rey (11 de diciembre de 1925).
Veamos ahora cómo describe Doña Cuna el eco que en Juchitlán tuvo, ocho días más tarde, la manifestación tapatía, según carta escrita a su hijo Mirro que estudiaba primer año de teología en Guadalajara. Es de fecha 19 de enero de 1914.
"La presente lleva por objeto noticiarte los sucesos de ayer con motivo del desfile en desagravio al Corazón de Jesucristo Rey.
"Comienzo por decirte que desde el sábado se veía en todos los semblantes un entusiasmo indescriptible. Por la tarde llegó la banda de Tecolotlán a reforzar a los músicos de aquí. Ya juntos se presentaron en el zaguán del curato a saludar a nuestro digno Párroco, con una diana muy alegre y algunas piezas más.
"A las cuatro de la mañana de ayer las campanas se echaron a todo vuelo por el pelotón de auxilio que vive en la torre, mientras la banda recorría las calles de la población, que amanecieron todas muy regadas. Pasó la misa o misas con un mundo de gente que no cabía en nuestro templo. A las 12 se llamó para la reunión de los Obreros Católicos. Ya reunidos se les impuso un distintivo tricolor en el brazo y a los que formaban la mesa directiva se les terció una banda tricolor. Luego se llamó al rosario, a las 2 de la tarde, y como era domingo tercero hubo procesión con el Santísimo y los obreros se colocaron en dos filas haciéndole valla.
"Después de la reserva del Santísimo se comenzó a llamar para que se reuniera de nuevo la población para el desfile. Allí verías a los celadores encargados de las distintas agrupaciones, que eran los vecinos principales, portando cada uno una banda roja, con la inscripción de cada gremio. Una vez reunidos todos frente al templo comenzó la marcha.
"Primeramente iban tres ángeles o heraldos, muy bonitamente vestidos, en caballos blancos, compuestos los corceles con adornos rojos y rizadas las crines. Nuestro muy digno Señor Cura a pie junto a los heraldos que desplegaban su estandarte. En seguida, la escuela oficial de niños: su distintivo un moño rojo y un bracelete y su bandera, con su director y ayudantes al frente. Después, la escuela oficial de niñas vestidas de blanco con banda roja y lazos rojos en la cabeza y su estandarte blanco y rojo. Luego la escuela parroquial de niñas del Sagrado Corazón de Jesús, presidida por la directora, tu hermana, con vestidos rojos de vuelta blanca al cuello y con bata del mismo color, banda y moños blancos y su estandarte que lució entre los mejores. En seguida la Asociación de Hijas de María, con su cinta azul y su rico estandarte, blanco y con flecos de oro y letreros dorados. Tras las Hijas de María, las socias de San Vicente con su cinta roja, su estandarte y su crucifijo. Luego la Hermandad de la Vela Perpétua, con su escapulario y su estandarte también muy lujoso. Después, el Apostolado de la Oración y la Guardia de Honor con sus correspondientes distintivos. En seguida los comerciantes y agricultores con su estandarte blanco con listones rojos. Finalmente la Sociedad de Obreros
Católicos, con divisas tricolores y su estandarte igualmente tricolor con flecos de oro y una banda roja en que se leía: ¡Gloria sempiterna a CRISTO REY! Cerraba el desfile un carro alegórico, de tela plateada, con la imagen de escultura del Sagrado Corazón, sobre un campo azul, y a sus pies, tres niñas vestidas de ángeles que le rendían homenaje. Junto al carro tocaba la banda llevando al brazo los músicos como distintivo una lira y un lazo rojo.
"Al comenzar a moverse la manifestación la banda tocó nuestro Himno Nacional. Eran las 4 de la tarde en punto. De la puerta del atrio avanzó por la calle de Don Librado (Degollado); siguió por la calle de Domingo García (Reforma) y dio vueta por la de Casto (Hidalgo) hasta llegar a la plazuela de los Vázquez. De ahí dobló por la de D. Darío Preciado (Constitución y Morelos). Bajó por la de las Reynaga hasta pasar por frente a nuestra casa (Corona). Al entrar en la de Morelos un grupo de señoritas acompañadas de la banda empezó a entonar el Himno al Sagrado Corazón y todas las gentes contestaban cantando: Corazón Santo Tú reinarás!"
(Interrumpo aquí la carta de Doña Cuna para citar otra de Rómulo Reynaga a su amigo Joaquín Camacho): "Al tomar la calle Corona y al entrar en la plaza principal, el pueblo, frenético en su santo regocijo, gritaba con todos sus pulmones: ¡Viva Cristo Rey! reflejando en su semblante la protesta más firme contra los enemigos de la Iglesia. Esto, unido a los atronadores cohetes, al alegre tañer de las campanas y a las armoniosas notas musicales, hacía estremecernos de entusiasmo y pedir fervorosos el verdadero reinado de Jesucristo".
Prosigue el primer escrito:
La manifestación "entró a la plaza, dio vuelta por el portal, siguió por la de los Covarrubias (Hidalgo) hasta llegar de nuevo al atrio. Los grupos entraron por su orden. En el trayecto se tomaron varias fotografías. Una vez adentro la banda tocó otra vez el Himno Nacional, y hubo muchos vivas al Corazón de Jesús y a México. Después subió a la cátedra sagrada nuestro muy elocuente Señor Cura e hizo una peroración tan conmovedora que hubo llanto general. Después de tantas lágrimas vertidas de alegría se siguieron los vivas y los aplausos, de todo el pueblo en masa. El Te Deum fue la nota final, cantado por ocho voces de señoritas, por Manuel (Aréchiga) y otro cantor de Tecolotlán. Hoy se siguen tomando más fotografías, para enviarlas a El Regional con la reseña de tan grandioso suceso".
Hasta aquí la carta de Cuna. La de Rómulo añade:
"Esta espontánea manifestación acabó a las 5.30 con la entrada al templo de las varias agrupaciones que desfilaron, siendo imposible que cupiera en nuestro espacioso templo la multitud de no menos de 5,000 personas manifestantes. Nuestro querido párroco supo mantenerse a la altura de su fama por la elocuencia con que nos espetó un discurso alusivo a la fiesta, arrancando nuevas vivas al Rey de los Reyes, a la Madre del Salvador, a la patria y a esta población. Como acción de gracias fue entonado el Te Deum de Luna, a toda banda, compuesta de 25 músicos, entre ellos los de esta población, que, como sabes, cuando quieren no se avergüenzan entre los profesores. Los comentarios más optimistas fueron para el digno sacerdote el Sr. Cura D. Simón Camberos por lo acertado que estuvo en la organización de esta inolvidable solemnidad. ¡Dios reciba el homenaje que le hemos tributado". (18 de enero de 1914).

Juchitlán con la sangre de sus hijos escribirá, trece años más tarde, el drama trágico de su cooperación cristera. Esta manifestación no fue sino el prólogo. Y tan ilustre pueblo sigue reconociendo y aclamando a Cristo Rey, como un epílogo sin fin.
La escultura del Sagrado Corazón que presidió el homenaje fue la única que se salvó de las sacrilegas llamas del General Juaní B. Izaguirre.
Rómulo Reynaga, que fue el alma de la organización del desfile, morirá villanamente asesinado por la facción carrancista.
D. Simón Camberos fue el segundo Párroco de Juchitlán. Su período abarca desde el 8 de diciembre de 1913 hasta el 12 de diciembre de 1918, en que entregó al P. Mauricio Vega. El Sr. Cura Camberos murió en Guadalajara, el 22 de junio de 1930, siendo cura párroco de Zapotlanejo.

Pbro. Dr. Ramiro Camacho
MI MADRE Y YO
Estampas historicas de provincia
1943

1 comentario:

Padre Manuel dijo...
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