Y dicen los blasfemos
que con su propia mano
Tendrán que echar por tierra
el trono soberano
Del Sucesor de Pedro,
Vicario de Jesús.
¡No saben en qué roca
se asienta el Vaticano. . .
Napoleón, responde:
¿La conmoviste tú?
que con su propia mano
Tendrán que echar por tierra
el trono soberano
Del Sucesor de Pedro,
Vicario de Jesús.
¡No saben en qué roca
se asienta el Vaticano. . .
Napoleón, responde:
¿La conmoviste tú?
Y dicen los blasfemos
que Cristo ya agoniza;
Que pronto, de la Iglesia,
montones de ceniza
Escombros humeantes
tan sólo quedarán.
Responde Diocleciano:
¿qué fue de la sonrisa
Con que dijiste un día:
"La Iglesia ha muerto ya". . .?
Napoleón es polvo:
es polvo Diocleciano:
¡Y es trono inconmovible
aún el vaticano!
¡La Iglesia aún vive y reina
en plena juventud!
¡Y el sucesor de Pedro,
el perseguido anciano,
Aún es sol inmenso
de indeficiente luz
Mons. Vicente M. Camacho
2 de julio de 1914
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