INTRODUCCIÓN
1.- Tal base relativista, contraria a
la razón y la Fe universal, puede ser vista en todos los documentos del Vaticano
II; especialmente en dos: "Dignitatis
humanae" y "Lumen
gentium"; sobre la "dignidad
del hombre" y sobre la "nueva
iglesia", de la humanidad, ecuménica, mas universal que la Iglesia
Católica, reuniendo todos los hombres, de cualquier religión, junto con los
agnósticos y ateos, sin ninguna religión. La "Dignitatis humanae",
sobre la Libertad e Igualdad Religiosa, repite la Declaración de los agnósticos
y ateos de la Revolución Francesa y la de la ONU, de 1974. Ella se centraliza en
un falso concepto de la "dignidad
del hombre", autónomo e independiente, agnóstico o ateo, sin Dios,
sin sumisión a las doctrinas y normas de acción del único verdadero Dios, el de
la Iglesia Católica, con "derecho
de no seguir a Dios".
2.- El Agnosticismo rechaza el
principio de no contradicción y el de identidad: dos cosas opuestas por
contradicción, como verdad y error, son iguales. El ser será igual al no ser.
Se niega la verdad universal necesaria; todo será individual y libre: el error
sería igual a la verdad; el bien será igual al mal; Cristo-Dios será igual a
Lucifer; el Dios verdadero será igual a todos los falsos. San Pio X, en la
encíclica "Pascendi"
alertó sobre esa pseudo-filosofia agnóstica en la base del Modernismo, profesado
por el heresiarca Loisy seguido por los promotores de la "nueva iglesia",
disimulados como "católicos".
3.- En la base de la Declaración
conciliar sobre la "dignidad de la
persona humana" está escrito: "En nuestro tiempo los hombres se vuelven cada vez mas conscientes
de la dignidad de la persona humana".
Esto
es, en el tiempo presente, la verdad universal, transcendente a los
tiempos, cambian con las "consciencias"
individuales de las personas, sin diferenciar si son verdaderas o
falsas, buenas o malas, sumisas o no a la Verdad eterna, divina, del único Dios
verdadero, Jesucristo. La verdad seria individual, libre, evolucionaría con los
tiempos. La verdad del pasado seria cosa "muerta", "superada",
no seria perene como la de la Geometría de Euclides. Todos los hombres,
individualmente, están apenas "en
busca de la verdad", busqueda libre de "coacción exterior" del único Dios verdadero, con "inquisición libre",
individual, uniéndose por consenso de los hombres "entre si", decidiendo "en común" y
no por sumisión a las doctrinas y mandamientos del único Dios verdadero. Cada uno
se adhiere a su verdad, no por necesidad lógica, objetiva, común a todos, sino
por "asentimiento personal",
por deber moral del obrar no procedente de la verdad universal natural y de las
doctrinas y preceptos de Dios, Verbo encarnado, que habitó entre nosotros. La
"adhesión" será por la
Moral libre, igual a la no adhesión. Seguir a la verdad será igual al "derecho de no satisfacer la obligación
de seguir la verdad y de adherirse a ella" (2.9). Esto es, la
verdad lógica universal, necesaria, queda dependiente del libre arbitrio
individual para "satisfacer"
o no la "obligación"
moral de obrar, adhiriéndose o no, a tal "obligación" moral. La Ontología y el Dogma pierden la
universalidad de la razón y de la Fe y quedan subordinadas a las arbitrariedades
de cada uno. El deber moral de buscar la verdad es destruido por el "derecho" de acción para no
buscar la verdad. La voluntad es colocada sobre de la razón y de la Fe
universal verdadera.
4.- Las declaraciones del
Concilio sobre ese "derecho del
hombre" han evolucionado
"por la experiencia de los siglos"
(9.1); sin la permanencia universal de las doctrinas y mandamientos
divinos. La Revelación divina, dice el Concilio "no afirma ese derecho", sino, muestra "la dignidad del hombre"
(9.3). Como si Cristo fuese agnóstico, pregona el libre arbitrio de los hombres,
sin doctrinas y leyes universales. Porque el "deber de creer" incluye la libertad humana; la
verdad natural y revelada, en la cual él se funda, seria una verdad individual,
relativa al arbitrio de cada uno. Cristo seria el Padre del Liberalismo; no seria
impuesto el "deber de creer"
bajo la pena de eterna condenación para los que no creen; "quien no cree ya está condenado"
(Jo III, 18). Y el creer, acto de fe, no es el conocimiento natural de la verdad
universal, con los mandamientos de Dios impresos en las mentes de todos los hombres.
Donde indicar el "deber de creer"
para retirar la verdad lógica universal, significa que todos los hombres son
naturalmente irracionales, agnósticos, dotados solo de libre arbitrio y no de
razón y de intelecto. Donde se pervierte la doctrina y la autoridad divina de
Cristo. Se genera el Fideísmo agnóstico.
5.- El Concilio agnóstico afirma que
"Dios tiene en cuenta la dignidad de
la persona humana, criada por Él, la cual debe ser conducida por criterio propio
y gozar de libertad" (11.2). El agnóstico, sin un solo Dios
verdadero, invoca su "dios",
individual y libre, para atribuir a él su "norma de la libertad religiosa" para todos los hombres.
Dios tenía decretado la libertad e igualdad religiosa, sin mandamientos, sin
verdades impuestas a todos por el "deber
de creer". Tal "deber"
estaría subordinado a esa "dignidad
del hombre", y tenía concedido a todos el "criterio propio", libre, para conocer la verdad y
para hacer, sin mandamientos imperativos, sin el Derecho Natural y el
Sobrenatural. Por cierto eso es impostura de los ateos.
6.- Se coloca un "fermento evangélico" obrando
"en las mentes de los hombres"
y "ayudando" a los
"hombres" de todas las especies (paganos, ateos, judíos, heréticos) a tener "persuasión" propia, según la cual la "materia religiosa",
natural o de la Revelación es "inmune
de coacción" por parte de la autoridad divina y del Vicario de
Cristo y de los ministros de Dios, que castiga a los malos que obran contra la
verdad natural o revelada. Tal "revelación"
viene de las "mentes de los hombres",
evolucionando con el "correr de los
tiempos" (12,4), es la señal manifiesta de la impostura agnóstica
del Vaticano II. Ella rechaza las verdades y normas racionales universales
verdaderas; coloca la evolución de la verdad con los tiempos; rechaza la
autoridad exterior de Cristo-Dios y de "su
Iglesia"; de la Sede de Pedro. El Concilio no cita a esta autoridad
divina, de la Cabeza única de la Iglesia y de la Sede de Pedro. Rechaza la "forma única" de educación (5,3). Es totalmente irracional,
anti-intelectual, anti-cristiano. La verdad seria individual y libre; cambiante
con los tiempos, con las voluntades y juicios humanos, sin subordinación universal a la autoridad divina.
Se ve cuanta impostura existe sobre ese falso concepto de la "dignidad del hombre", independiente
y autónomo, obedeciendo solo a si mismo y no a la autoridad divina de Cristo, de
los Apóstoles, de la Sede de Pedro.
7. Con tales premisas, instituyendo una
"nueva iglesia", relativista,
agnóstica, venida de las mentes y voluntades humanas, dice el Concilio que su
"iglesia" "es fiel a
Cristo y a los Apóstoles" cuando "reconoce y favorece la causa de la libertad religiosa como
conforme con la dignidad del hombre y con la revelación de Dios"
(12,1). ¡Impostura! La libertad religiosa fue solemnemente condenada por Pio
IX (Quanta cura). Tal concepto de la "dignidad del hombre"
fue dicho ser "falso",
por San Pio X (Notre charge apostolique).
San Pio X condenó el Agnosticismo y la verdad venida de la mente de los hombres
(Pascendi). La Revelación de Dios,
exterior, de Cristo, no es una revelación individual, interior, invisible, libre,
relativista.
Se ve claramente al Concilio fundado en el Agnosticismo, en
el arbitrio humano, sin tener en cuenta para nada que la Lógica racional y
absoluta, de los principios metafísicos, requiere el Dogma venido de la autoridad
divina, la Revelación exterior de Cristo-Dios. Él rechaza la razón y la fe
divina y se encierra en el arbitrio individual de los ateos.
Traducción:
R.P.
Manuel Martínez Hernández.
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