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miércoles, 26 de junio de 2013

EL AGNOSTICISMO DEL VATICANO II



Por Dr. Homero Johas

INTRODUCCIÓN 

     1.- Tal base relativista, contraria a la razón y la Fe universal, puede ser vista en todos los documentos del Vaticano II; especialmen­te en dos: "Dignitatis humanae" y "Lumen gentium"; sobre la "dignidad del hombre" y sobre la "nueva iglesia", de la humanidad, ecuménica, mas universal que la Iglesia Católica, reuniendo todos los hombres, de cualquier religión, junto con los agnósticos y ateos, sin ninguna religión. La "Dignitatis humanae", sobre la Libertad e Igualdad Religiosa, repite la Declaración de los agnósticos y ateos de la Revolución Francesa y la de la ONU, de 1974. Ella se centraliza en un falso concepto de la "dignidad del hombre", autónomo e independiente, agnóstico o ateo, sin Dios, sin sumisión a las doctrinas y normas de acción del único verdadero Dios, el de la Iglesia Católica, con "derecho de no seguir a Dios".


     2.- El Agnosticismo rechaza el principio de no contradicción y el de identidad: dos cosas opuestas por contradicción, como verdad y error, son iguales. El ser será igual al no ser. Se niega la verdad universal necesaria; todo será individual y libre: el error sería igual a la verdad; el bien será igual al mal; Cristo-Dios será igual a Lucifer; el Dios verdadero será igual a todos los falsos. San Pio X, en la encíclica "Pascendi" alertó sobre esa pseudo-filosofia agnóstica en la base del Modernismo, profesado por el heresiarca Loisy seguido por los promotores de la "nueva iglesia", disimulados como "católicos". 

     3.- En la base de la Declaración conciliar sobre la "dignidad de la persona humana" está escrito: "En nuestro tiempo los hombres se vuelven cada vez mas conscientes de la dignidad de la persona humana".

     Esto es, en el tiempo presente, la verdad universal, transcendente a los tiempos, cambian con las "consciencias" individuales de las personas, sin diferenciar si son verdaderas o falsas, buenas o malas, sumisas o no a la Verdad eterna, divina, del único Dios verdadero, Jesucristo. La verdad seria individual, libre, evolucionaría con los tiempos. La verdad del pasado seria cosa "muerta", "superada", no seria perene como la de la Geometría de Euclides. Todos los hombres, individualmente, están apenas "en busca de la verdad", busqueda libre de "coacción exterior" del único Dios verdadero, con "inquisición libre", individual, uniéndose por consenso de los hombres "entre si", decidiendo "en común" y no por sumisión a las doctrinas y mandamientos del único Dios verdadero. Cada uno se adhiere a su verdad, no por necesidad lógica, objetiva, común a todos, sino por "asentimiento personal", por deber moral del obrar no procedente de la verdad universal natural y de las doctrinas y preceptos de Dios, Verbo encarnado, que habitó entre nosotros. La "adhesión" será por la Moral libre, igual a la no adhesión. Seguir a la verdad será igual al "derecho de no satisfacer la obligación de seguir la verdad y de adherirse a ella" (2.9). Esto es, la verdad lógica universal, necesaria, queda dependiente del libre arbitrio individual para "satisfacer" o no la "obligación" moral de obrar, adhiriéndose o no, a tal "obligación" moral. La Ontología y el Dogma pierden la universalidad de la razón y de la Fe y quedan subordinadas a las arbitrariedades de cada uno. El deber moral de buscar la verdad es destruido por el "derecho" de acción para no buscar la verdad. La voluntad es colocada sobre de la razón y de la Fe universal verdadera. 

     4.- Las declaraciones del Concilio sobre ese "derecho del hombre" han evolucionado "por la experiencia de los siglos" (9.1); sin la permanencia universal de las doctrinas y mandamientos divinos. La Revelación divina, dice el Concilio "no afirma ese derecho", sino, muestra "la dignidad del hombre" (9.3). Como si Cristo fuese agnóstico, pregona el libre arbitrio de los hombres, sin doctrinas y leyes universales. Porque el "deber de creer" incluye la libertad humana; la verdad natural y revelada, en la cual él se funda, seria una verdad individual, relativa al arbitrio de cada uno. Cristo seria el Padre del Liberalismo; no seria impuesto el "deber de creer" bajo la pena de eterna condenación para los que no creen; "quien no cree ya está condenado" (Jo III, 18). Y el creer, acto de fe, no es el conocimiento natural de la verdad universal, con los mandamientos de Dios impresos en las mentes de todos los hombres. Donde indicar el "deber de creer" para retirar la verdad lógica universal, significa que todos los hombres son naturalmente irracionales, agnósticos, dotados solo de libre arbitrio y no de razón y de intelecto. Donde se pervierte la doctrina y la autoridad divina de Cristo. Se genera el Fideísmo agnóstico.


     5.- El Concilio agnóstico afirma que "Dios tiene en cuenta la dignidad de la persona humana, criada por Él, la cual debe ser con­ducida por criterio propio y gozar de libertad" (11.2). El agnóstico, sin un solo Dios verdadero, invoca su "dios", individual y libre, para atribuir a él su "norma de la libertad religiosa" para todos los hombres. Dios tenía decretado la libertad e igualdad religiosa, sin mandamientos, sin verdades impuestas a todos por el "deber de creer". Tal "deber" estaría subordinado a esa "dignidad del hombre", y tenía concedido a todos el "criterio propio", libre, para conocer la verdad y para hacer, sin mandamientos imperativos, sin el Derecho Natural y el Sobrenatural. Por cierto eso es impostura de los ateos.


     6.- Se coloca un "fermento evangélico" obrando "en las mentes de los hombres" y "ayudando" a los "hombres" de todas las especies (paganos, ateos, judíos, heréticos) a tener "persuasión" propia, según la cual la "materia religiosa", natural o de la Revelación es "inmune de coacción" por parte de la autoridad divina y del Vicario de Cristo y de los ministros de Dios, que castiga a los malos que obran contra la verdad natural o revelada. Tal "revelación" viene de las "mentes de los ho­mbres", evolucionando con el "correr de los tiempos" (12,4), es la señal manifiesta de la impostura agnóstica del Vaticano II. Ella rechaza las verda­des y normas racionales universales verdaderas; coloca la evolución de la verdad con los tiempos; rechaza la autoridad exterior de Cristo-Dios y de "su Iglesia"; de la Sede de Pedro. El Concilio no cita a esta auto­ridad divina, de la Cabeza única de la Iglesia y de la Sede de Pedro. Rechaza la "forma única" de educación (5,3). Es totalmente irracional, anti-intelectual, anti-cristiano. La verdad seria individual y libre; cambiante con los tiempos, con las voluntades y juicios humanos, sin  subordinación universal a la autoridad divina. Se ve cuanta impostura existe sobre ese falso concepto de la "dignidad del hombre", independiente y autónomo, obedeciendo solo a si mismo y no a la autoridad divina de Cristo, de los Apóstoles, de la Sede de Pedro.


     7. Con tales premisas, instituyendo una "nueva iglesia", relati­vista, agnóstica, venida de las mentes y voluntades humanas, dice el Concilio que su "iglesia" "es fiel a Cristo y a los Apóstoles" cuando "reconoce y favorece la causa de la libertad religiosa como conforme con la dignidad del hombre y con la revelación de Dios" (12,1). ¡Impostura! La libertad religiosa fue solemnemente condenada por Pio IX (Quanta cura). Tal concepto de la "dignidad del hombre" fue dicho ser "falso", por San Pio X (Notre charge apostolique). San Pio X condenó el Agnosticismo y la verdad venida de la mente de los hombres (Pascendi). La Revelación de Dios, exterior, de Cristo, no es una re­velación individual, interior, invisible, libre, relativista. 
     Se ve claramente al Concilio fundado en el Agnosticismo, en el arbitrio huma­no, sin tener en cuenta para nada que la Lógica racional y absoluta, de los principios metafísicos, requiere el Dogma venido de la autoridad divina, la Revelación exterior de Cristo-Dios. Él rechaza la razón y la fe divina y se encierra en el arbitrio individual de los ateos.
Traducción:
R.P. Manuel Martínez Hernández.

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