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sábado, 22 de junio de 2013

EL GRAN ORIENTE DE LA MASONERIA SIN MASCARA (VIII)

Por Mons. George F. Dillon

XV
LA CARTA DE PICCOLO TIGRE  

     "A causa de la imposibilidad en la cual se encuentran nuestros hermanos y amigos para decir, aún, la última palabra, se ha juzgado bueno y útil propagar la luz en todas partes, y poner en movimiento todo lo que aspira a moverse. Por esta razón no cesamos de recomendaros: afiliad personas de todas las clases a cualquier clase de asociación, no importa cuál, siempre que el misterio y el secreto sean las características dominantes. Toda Italia está cubierta de confraternidades religiosas, con penitentes de diversos colores. No tengáis miedo de deslizar algunos de vuestros acólitos en el mismo medio de estos rebaños, guiados como están por una estúpida devoción.
     Dejad a nuestros agentes estudiar con cuidado la personalidad de estos hombres pertenecientes a las confraternidades y verán ellos que, poco a poco, podrán hacerse de una buena cosecha. Bajo cualquier pretexto fútil, pero nunca político o religioso, cread o, mejor, hacer que otros creen, asociaciones que tengan como objeto el comercio, la industria, la música, las bellas artes, etc. (Mazzini, después de exhortar a sus seguidores a atraer a tantos de las clases altas como fuera posible al complot secreto, que ha dado como resultado la Italia unida, y que se piensa que resultará en una Italia republicana, como preludio a una Europa republicana, dice: "Asociad, asociad. Todo está contenido en esta palabra. Las sociedades secretas pueden dar una irresistible fuerza al partido que tenga la habilidad de invocarlas. No tengáis miedo de verlas dividida. Cuanto más divididas estén mejor será: Todos ellos avanzan por distintos senderos haci un mismo fin. El secreto sera a menudo develado. Tanto mejor. El secreto es necesario para darles, seguridad a los miembros, pero una cierta transparencia es necesaria para meterles miedo a aquellos que desean permanecer estacionarios. Cuando un gran numero de asociados, de los que reciben ordenes de difundir una idea en el extranjero y convertirla en opinión publica, puedan coordinarse aun por un momento, encontrarán el viejo edificio agujereado por todos lados, y cayendose, como por milagro, ante el menor soplo de progreso. Ellos mismos se asombraran de ver a  los reyes, a los señores, a los hombres de dinero, a los sacerdotes y a todos aquellos que forman el esqueleto del viejo edificio social, volar ante el solo poder de la opinión pública. Coraje, entonces, y perseverancia"). Reunid en un lugar u otro —aún en las sacristías o las capillas—, a estas aún ignorantes tribus. Ponedlas bajo los cuidados de la tutela pastoral de algún sacerdote virtuoso, bien conocido, pero crédulo y fácil de engañar. Luego infiltrad el veneno en esos corazones elegidos; infiltradlo en pequeñas dosis, y como por casualidad. Más tarde, al reflexionar, os asombraréis de vuestro éxito.
     Lo esencial es separar a un hombre de su familia, de modo de causar que pierda su moral. El está suficientemente dispuesto ya, al haber sido torcido su carácter, a escapar de los cuidados del hogar y correr tras placeres fáciles y alegrias prohibidas. Ama ya las largas conversaciones de café y la locura de Los espectaculos. Conducidlo, sostenedlo, dadle alguna clase de importancia; enseñadle discretamente a comenzar a cansarse de su trabajo cotidiano, y, manejándolo de esta manera, despues de haberlo separado de su esposa e hijos, y de haberle mostrado cuán dolorosos son todos sus deberes, excitad el deseo de otra forma de existencia. El hombre nació rebelde. Excitad en él deseo de rebelion hasta que se convierta en una conflagración, pero de tal manera que la conflagracion no se lleve a efecto. Esta es la preparacion para el gran trabajo que debeis comenzar. Cuando hayáis insinuado en algunas almas el disgusto por la familia y por la religión (casi siernpre una sigue a la otra), dejad caer algunas palabras que provoquen el deseo de afiliarse a la logia más próxima. 
     La vanidad que el ciudadano y el burgues sienten de pertenecer a la Francmasoneria es algo tan común y tan universal que a menudo me hacen pensar con asombro en la estupidez humana. Comienzo a asombrarme al no ver al mundo entero golpear a las puertas de todos los Venerables, y exigir de estos caballeros el honor de ser uno de los trabajadores elegidos para la reconstruccion del templo de Salomon. El prestigio de lo desconocido ejerce sobre los hombres cierta clase de poder que los hace prepararse temblando para las fantasmagóricas pruebas de la iniciación y del banquete fraternal.
     Encontrarse perteneciendo a una logia, sentirse llamado a guardar de la esposa y los hijos, un secreto que nunca se os confia, es para ciertas naturalezas un placer y una ambición. Las logias, hoy en dia, pueden crear glotones, pero nunca formarán ciudadanos. Hay demasiadas cenas entre los señores creyentes y los señores reverendos. Pero ellos forman cierta clase de deposito, cierta clase de criadero, un centro a traves del cual es necesario pasar antes de llegar a nosotros. Las logias no son sino un relativo mal, un mal atemperado por una falsa filantropia, y por canciones todavia más falsas, como sucede en Francia. Todo eso es demasiado pastoral y demasiado gastronomico; pero es este un objeto que hay que alentar sin cesar. Al enseñarle a un hombre a llevar el vaso a los labios, os apoderiis de su inteligencia y de su libertad, disponéis de le haceis dar vueItas, lo estudiáis. Adivináis sus inclinaciones, sus afectos y sus tendencias; luego, cuando está maduro para nosotros, nosotros lo dirigimos hacia la sociedad secreta de la cual la Francmasoneria solo puede ser la antecámara.
     La Alta Vendita desea que bajo un pretexto u otro, tantos principes y personas de fortuna como sea posible sean introducidas en las Logias Masónicas. Principes de casas soberanas, y aquellas que no tienen la esperanza legitima de ser reyes por la gracia de Dios, todos desean ser reyes por gracia de la Revolución. El Duque de Orleans es un Francmasón, El Principe de Carignan también lo fue. Y tanto en Italia como en todas partes, no hay quien, de entre ellos, aspire a los demasiado modestos honores del delantal y el fratacho simbólicos (Referencia a los simbolos de la masoneria. N. del T.). Otros de entre ellos o están desheredados o proscriptos.
     Adulad a los que entre ellos ambicionen popularidad; monopolizadlos para la Francmasoneria. La Alta Vendita verá luego lo qua puede hacer para utilizarlos en la causa del progreso. Un principe que no tiene reino que esperar, es una cosa afortunada para nosotros. Hay muchos de ellos en esas circunstancias. Haced Francmasones de ellos. La logia los conducira a hacerse carbonarios. Y día vendrá, tal vez, en que la Alta Vendita se digne afiliarlos. Mientras esperan ellos deberán servir de cazabobos para los imbéciles, los intrigantes, los burgueses y los necesitados. Estos pobres príncipes servirán nuestros fines, mientras piensan qué sólo están sirviendo los suyos propios. Forman ellos un magnifico cartel anunciador, y siempre hay tontos sufícientes que están listos, a comprometerse al servicio de la conspiración que parece estar dirigida por alguno que otro príncipe.
   Una vez que un hombre, que un príncipe (especialmente un príncipe), haya comenzado a corromperse, estad, seguros de que no cesará ea su caída. Hay poca moral aún entre los más morales en el mundo, y se va rapido en la ruta de tal tendencia. No os descorazonéis de ver a las logias florecer, mientras que a los Carbónarios les resulta difícil reclutar. Son las logias con lo que contamos para doblar nuestras filas. Ellas forman, sin saberlo, nuestro noviciado preparatorio. En ellas se discute sin fin sobre los peligros del fanatismo, sobre la felicidad de la igualdad social y sobre los grandes principios de la libertad religiosa. Se lanza en medio de sus fiestas tronantes anatemas contra la intolerancia y la persecución. Esto es positivamente más de lo que requerimos para hacernos de adeptos. Un hombre imbuido de estos principios no está lejos de nosotros. No se requiere más para alistarlo. La ley del progreso social está allí, bien allí. No hay necesidad de tomarse el trabajo de buscar en otro lado. En las presentes circunstancias jamás os saquéis la máscara. Contentaos con rondar alrededor del rebaño católico pero, como buenos lobos, apoderaos del primer corderito que se ofrezca en las condiciones deseadas.
     El burgués tiene mucho de lo que es bueno para nosotros el príncipe más todavía. por todo esto, se debe permitir a estos corderitos que se conviertan en zorros como el infame Carignasi. La traición del juramento es una sentencia de muerte; y todos estos príncipes, sea por debilidad o cobardía, por ambición o arrepentimiento, nos traicionan, o nos denuncian.
     Afortunadamente, ellos saben poco, en realidad nada, y no pueden detectar nuestros verdaderos misterios.
     En ocasión de mi último viaje a Francia, vi con profunda satisfacción que nuestros jóvenes iniciados exhibían un extremo ardor por la difusión de las ideas carbonarias; pero también hallé que habían precipitado un poco el movimiento. Pienso que ellos han convertido su odio religioso en un odio político. La conspiración contra el Papa no se debe confundir con otros proyectos. Estamos expuestos a ver germinar en el seno de las sociedades secretas, ambiciones ardientes; y los ambiciosos, una vez en el poder, pueden abandonarnos. La ruta que seguimos no está aún lo suficientemente bien trazada como para librarnos de intrigantes y tribunos. Es absolutamente necesario descatolizar al mundo. Y un hombre ambicioso, habiendo alcanzado este fin se guardará bien de secundarnos. La revolución de la Iglesia es la revolución permanente. Es el derrocamiento necesario de los tronos y las dinastias. Ahora bien, un hombre ambicioso no puede realmente desear estas cosas. Nosotros miramos más alto y más lejos. Haced que vuestros esfuerzos sean, por tanto, por nosotros y para fortalecernos. No conspiremos sino contra Roma. Para esto, sirvámonos de toda clase de incidentes; aprovechémonos de cualquier clase de eventualidad. Pongámonos en, guardia principalmente contra el excesivo celo. Un buen odio completamente frio, completamente calculado, completamente profundo es mas valioso que todos esos fuegos artificiales y todas esas declamaciones de plataforma. En París no pueden comprender esto pero en Londres pude ver hombres que comprendían mejor nuestro plan y que se asociaban a nosotros más fructíferamente. Me han sido hechas considerables ofertas. Pronto tendremos Una imprenta a nuestra disposición en Malta. Podremos entonces, con impunidad, con seguro golpe, y bajo la bandera inglesa, distribuir de uno a otro confín de Italia libros, panfletos, etc., y lo que la Alta Vendita considere propio poner en circulación". 

     Este documento fue dado a conocer en 1822. Desde entonces, las instrucciones, que se dan en él han sido llevadas a cabo en las logias carbonarias no sólo en  Italia sino en todas partes. "Rondad alrededor del rebaño catálico y apoderaos del primer corderito que se os ofrezca en las condiciones deseadas." Esto, y la orden de entrar en confraternidades católicas fueron directivas tan bien ejecutadas por el infame Carey bajo al influencia del "N° 1", como lo fueron por cualquier conspirador italiano bajo la inspiración personal de Piccolo Tigre. Carey, el católico a voces —el católico que tenia amigos francmasones o pertenecientes a los Orange, dispuestos a ayudarle en el verdadero modo francmasón, es decir, consiguiendo que se nombrara a miembros de la sociedad como concejales, miembros de municipios o del Parlamento- era, lo sabemos ahora, un verdadero hipócrita de sociedad secreta de genuino tipo italiano, que rondó con provecho el cercado del rebaño catolico; y también se unio ‘‘con fruto" a las confraternidades de la Iglesia.
     Otra curiosa  instrucción dada por la Alta Vendita a los Carbonarios de las logias inferiores es la manera de engatusar a un sacerdote y hacer al bueno y simple, hombre ayudar inconscientemente, los designios de las sectas Revolucionarias. Entre las instrucciones permanentes de la Alta Vendita dadas a todas las logias, se recordará el pasaje relativo a crear mala fama a los prelados que pudieran ser demasiado avisados o demasiado buenos para trabajar por los Carbonarios contra la conciencia, Dios y las  almas de los hombres. "Encontrad habilmente las palabras y las formas de hacerlos impopulares", es la suma de lo que se aconseja hacer. ¿No ha sido esto intentado entre nosotros? Pero el principal consejo de estas instrucciones permanentes es seducir al clero. El eclesiástico que se quiera engañar debe ser al fervor patriótico. Es necesario que se lo enceguezca por medio de una constante, aunque, por supuesto, falsa popularidad. Se le debe hacer creer que ese camino,tan placentero para la carne y la sangre, no es solamente el más patriótico, sino el mejor para la religión. "Una Iglesia libre en un Estado libre" fue el grito con el cual los sectarios derribaron los altares, exiliaron a los religiosos, se apoderaron de la propiedad de la Iglesia, robaron al Papa y despojaron al Comité de Cardenales. Hubo eclesiásticos tan bien engañados, en un momento dado, como para dejarse llevar por este grito en Italia; como tambien ha habido eclesiásticos que se han dejado engañar, si no por este mismo grito, por otros tan falsos y fatales, en otras partes del mundo, según lo que sabemos. La seducción de los más notables eclesiásticos, prelados y obispos, fue la politica general de la secta en todo momento, y tal politica perrnanece asi hasta nuestros dias.
     Las fuerzas de los Carbonarios tenian encomendados los sacerdotes y los influyentes locales. Estos tenian de ser posible, que ser corrompidos, desarmadas y seducidos. Cada carbonario tenia la orden de tratar de corromper a un cristiano, a un hombre de familia, por medios que ni el diablo mismo encarnado podria haber planeado mejor. Al final de su carta, Piccolo Tigre echa una mirada a los medios de corrupción que él estaba esperanzado entonces —y sus esperanzas pronto fueron completamente realizadas— en tener operando para la difusión de la "luz" masónica a través de Italia. Tenemos otro documento que nos habilitará para juzgar la naturaleza de esta "luz". El documento está contenido en una carta de Vindex a Nubius y cuya intención última era que las ideas de la Alta Vendita pasaran a traves de las logias.
     Se encuentra en esa conveniente forma de preguntas que el Sultán propone al Sheik-ul-Islam (Gran mufti de Constantinopla, principal autoridad en ley sagrada en el Imperio Turco (Del árabe Shaikh el mayor, el jefe. N. del T.) cuando quiere hacer la guerra. Pone este sus razones en una lista de preguntas y el Sheik responde con otras tantas respuestas. De este modo se hace aparecer a la guerra como cosa recta ante los ojos de Alá, y todo el Islam va a luchar en una guerra de este modo santificada. El nuevo Islam también procede asi. Una serie de cuestiones muy habilmente pensadas se ofrecen a la consideración de un miembro de la Alta Vendita por otro de los miembros, y la respuesta que ha sido bien preparada en los conclaves secretos es, por supuesto, dada o está implicita según sea la naturaleza del caso. La horrible cualidad de las diabólicas medidas propuestas por Vindex a Nubius en esta forma, para obtener la deseada destrucción de Ia Iglesia, no puede ser sobrepasada. Si se deja de lado el asesinato no es por miedo u odio a tal clase de crimen, sino porque no es la politica más conveniente. Vindex ciertamente encuentra el único golpe que podria —si tal cosa fuere posible que, gracias a Dios, no lo es— destruir la Iglesia de Dios, y colocar como él bien lo dice, al catolicismo en la tumba. La siguiente es una traducción del documento:
     Castellamare, 9 de agosto de 1838.
     "Los asesinatos de los cuales nuestra gente se hace culpable, ora en Francia ora en Suiza y siempre en Italia, son para nosotros fuente de vergiienza y de remordimiento. El asesinato esta en la cuna del mundo, ilustrado por el epílogo de Abel y Caín, y nosotros hemos progresado demasiado como para contentarnos con tales medios. ¿A qué propósito sirve matar un hombre? ¿Para meter miedo a los timidos y mantener a los audaces 1ejos de nosotros? Nuestros predecesores en la secta carbonaria no comprendieron su poder. No reside este en que la sangre de un hombre aislado, o aun la de un traidor, pueda ser cobrada, sino en que se pueda ejercer ese poder sobre las masas. No individualicemos el crimen. Con el objeto hacernos grandes, aun en cuanto al patriotismo y al odio a la Iglesia, es necesario que lo generalicemos. Un golpe de daga nada significa, nada produce. ¿Que le importa al mundo de unos pocos cadáveres tirados en los caminos por causa de la venganza de las sociedades secretas? ¿Qué le importa al mundo si la sangre de un trabajador, de un artista, de un caballero o aún de un príncipe ha corrido en virtud de una sentencia de Mazzini, o de algunos de sus degolladores jugando en serio al tribunal sagrado? El mundo no tiene tiempo de prestar oídos a los últimos gritos de la víctima. Estos pasan y se olvidan. Nosotros somos, mi Nubius, solo nosotros, los que podemos suspender la marcha del mundo. El catolicismo no le tiene mas miedo a un estilete bien afilado del que le tienen las monarquías; pero estos pilares del orden social pueden caer por medio de la corrupción. Nunca cesemos entonces, de corromper. Tertuliano tenía razón al decir que la sangre de los mártires, es la semilla del cristianismo. No hagamos mártires, entonces, sino que popularicemos el vicio entre las multitudes. Hagamos que lo absorban por sus cinco sentidos; que lo beban; que se saturen en él; que la tierra sembrada por Aretino siempre está dispuesta a recibir enseñanzas pecaminosas. Haced corazones viciosos y no tendréis más católicos mantened al sacerdote fuera de sus labores, fuera del altar, fuera de la virtud. Buscad hábilmente ocupar sus horas y sus pensamientos  en otras cosas. Hacedlo perezoso, glotón y patriota. Se volverá ambicioso, intrigante y perverso. Habréis de esta manera cumplido vuestra tarea mil veces mejor que si hubiérais mellado la punta de vuestro estilete en huesos de algunos pobres desgraciados. Yo no deseo, ni lo deseáis vos tampoco, mi amigo Nubius, dedicar mi vida a las conspiraciones y asi ser arrastrado a los viejos hábitos.
     Corrupción en masa es lo que nosotros nos hemos propuesto: la corrupción del pueblo por el clero y la corrupción del clero por nosotros; la corrupción que un día nos capacitara para poner a la Iglesia en la tumba. He oído recientemente a uno de nuestros amigos reirse filosóficamente de nuestros proyectos y decirnos: "para destruir al catolicismo es necesario comenzar por suprimir a las mujeres". Estas palabras son  ciertas en un sentido, pero, desde que nosotros no podemos suprimir a la mujer, corrompámosla con la Iglesia, corruptio optimi pessima. El objeto que tenemos en vista es suficientemente bueno para tentar a hombres como nosotros; no nos separemos de él por causa de alguna miserable satisfacción de venganza personal. El mejor puñal con el cual golpear a la Iglesia es la corrupción. A trabajar entonces, hasta el fin mismo". 

     El horrible programa de impureza fue adoptado inmediatamente. No fue sino, después de todo, un intento más determinado que nunca de difundir la inmoralidad de la cual Voltaire y su escuela fueron los apóstoles. En la época en que la Alta Vendita propuso este infernal plan este grupo estaba resistiendo las hostilidades contra su autoridad que les estaba oponiendo Joseph Mazzini, que por entonces se estaba haciendo notorio y quien, sin embargo, lo superó.
     Mazzini desarrolló y enseñó, en su gradilocuente estilo, y también la practicó, la doctrina del asesinatoque formaba, como sabemos, una parte del sistema de todas las sociedades secretas, y que la Alta Vendita desaproba porque temia que en esos momentos se fuera a emplear contra los miembros de su propio cuerpo. Mazzini habla de haberse levantado de la cama un día completamente convencido en cuanto a la legalidad de sacar de en medio con la daga a quienquiera que a él se le ocurriese considerar como un enemigo, y completamente decidido, a poner tan horrible principio en ejecución. El apreciaba este método como el medio más simple dado a un pueblo oprimido para deshacerse de los tiranos. Pero por más que trabajara para hacer  plausible este principio como recurso solo permisible contra tiranos y traidores, pronto se vio como podia ser fácilmente extendido hasta que se convirtiera en un peligro capital para los mismos sectarios. La naturaleza humana nunca puede Ilegar a ser tan baja y tan ciega como para no volverse contra principios tan perniciosos. Podia este durar durante una temporada entre los primeros pioneros de la Alta Vendita, entre los Mano Negra de España, entre los nihilistas de Rusia, entre los Invencibles de Irlanda, entre los tradeunionistas tipo Bradlaugh en Inglaterra, o entre los Comunistas de Paris. Podia servir para hacer vivir en el terror al príncipe o lider desafortunados que fueron seducidos en su juventud o en la edad adulta para entrar en las sociedades secretas por motivos de ambición, y que, cuando tal ambicion se hubiera cumplimentado, se rehusaran a llegar al tipo de socialismo que requeria la Alta Vendita.
     Pero por otra parte el asesinato no probó ser el poder soberano en la práctica, que Mazzini esperaba que fuese en las manos de los carbonarios. Sus asociados más astutos pronto se dieron cuenta de esto. Y no por retorcimientos de la conciencia, sino porque tenian un fuerte sentido de lo poco expediente del metodo con respecto a sus fines, lo rechazaron. Encontraron un medio más efectivo, aunque mucho más infame, de dominar al mundo. Era este el asesinato. Pero no de cuerpos sino de almas por medio de la deliberada, sistemática y perseverante difusión de la inmoralidad.       
     Nubius, que, en conjunción con los templarios de Francia, y los amigos secretos de la revolución en Inglaterra había causado todas las penurias soportadas por la Iglesia y por el Padre Santo durante el celebrado Congreso de Roma y durante todo el reinado de Luis Felipe, y con tanta habilidad planeó las revoluciones que luego llevaron a cabo Palmerston y Napoleón III, recibió ua carta de uno de sus co-conspiradores, antes de su muerte y que decía: "Hemos llevado la mayor parte de las cosas a sus extremos. Les hemos sacado a la gente los bienes del cielo y los bienes de la tierra. Les hemos despojado de su fe religiosa, de su virtud, de su probidad, de sus virtudes familiares; y mientras tanto, ¿que oimos a la distancia, sino roncos gritos? Temblamos porque el monstruo puede devorarnos. Poco a poco hemos privado a la gente de todo sentimiento honorable. No tendrán piedad. Más pienso en ello y más convencido estoy de que debemos buscar que se dilate el pago". 

    La Alta Vendita, luego, se sentó con calma a considerar los mejores medios de llevar a termino estos designios. Satán y sus ángeles caidos no podrian haber planeado medios más eficaces que los que ellos encontraron. Resolvieron difundir el pecado por todos los métodos usados en el pasado por los demonios para tentar a los hombres a pecar, hacer la práctica del pecado habitual, y mantener a la infeliz víctima en estado de pecado hasta el fin. Tenían, siendo hombres vivientes, medios para llevar acabo estos propósitos, que los demonios no pueden usar sin la ayuda de los hombres. La civilización cristiana establecida sobre las ruinas licenciosas del paganismo había mantenido a oscuras a la sociedad europea. El vicio, cuando apareció, tuvo que esconder la cabeza de verguenza. La decencia pública, respaldada por la opinión pública, lo mantuvo ahogado. En tanto que la moralidad existiere como una virtud reconocida, la Revolución no tenía chances de suceso permanente; y así los hombres de la Alta Vendita resolvieron hacer retroceder al mundo a un estado de brutal licencia de las costumbres no sólo tan malo como el del paganismo, sino a un estado ante el cual la misma moral de los paganos se sentiría temblar. Para hacer esto procedieron con precaución. Su primer intento fue hacer que el vicio perdiera su cualidad convencional de horroroso, y que no pudiera ser penado por la ley civil. La desafortunada clase de seres humanos que hacía un comercio del pecado iba a ser tomada bajo la protección de la ley, y a ser mantenida libre en enfermedades a expensas del Estado. Se iba a licenciar Casas, a inspeccionarlas, a protegerlas, y a dejarlas que cumplieran su propósito. El deshonor que estaba implícito en su infame condición, iba, en cuanto concernía a la ley, a ser borrado. Ese saludable sentido del peligro y el miedo a la enfermedad que alejaba a los dispuestos a la criminalidad del pecado iba a desaparecer. Los agentes de la Alta Vendita tenían instrucciones de incrementar el número y la seducción de esos seres desafortunados, mientras que el estado, una vez hecha la revolución, iba a cerrar los ojos ante sus excesos y a colaborar en sus atentados contra la juventud del país. Las personas citadas iban a ser, colocadas cerca de las grandes escuelas y de las universidades, y en todo lugar donde pudieran arruinar a las generaciones jóvenes en cada país en el cual la secta obtuviera poder.
     Por otra parte la líteratura se hizo tan inmora1 como fuera posible, y se difundió con una perseverancia y un trabajo dignos de mejor causa. Las estaciones ferroviarias, los kioscos de periodicos, las librerías, los restaurantes, debieron soportar producciones infames, al mismo tiempo que éstas eran difundidas al voleo en todas las tierras.
     La enseñanza de la Universidad y de todas las escuelas medias del Etado, no solo se iba a convertir en ateísta y hostil a la religión, sino que fue realmente planeada para desmoralizar al infortunado alumno en una epoca de la vida demasiado propensa al vicio.
     Finalmente, aparte de la más libre de las licencias para 1a blasfemia y la inmoralidad, y la difusión y exhibición de figuras, pinturas y esculturas inmorales, un último intento se iba a llevar a efecto contra la virtud de las jóvenes mujeres bajo el disfraz de educarlas segun los progresos del conocimiento humano. 
     Por lo tanto, no importaba el gasto, se iban a proveer escuelas medias y de alta categoría para las niñas que debían ser, a cualquier costo, alejadas del cuidado protector de las monjas. Iban ellas a ser instruidas en escuelas dirigidas por maestros laicos, y a ser expuestas siempre a tales influencias, que pudieran dañar, si no destruir, su pureza, y, como consecuencia segura, su fe. Estas escuelas siempre han estado a la orden del día con respecto a la masonería en el mundo entero. "Si no podemos suprimir a la mujer corrompámosla junto con la iglesia", decía Vindex, y por cierto que han actuado según estas directivas.
     La terrible sociedad que planeó estos medios infernales de destruir la religión, el orden social y las almas de los hombres continuó sus operaciones durante mucho tiempo. Su «instrucción permanente" se convirtió en la palabra sagrada para las sociedades secretas de Europa. Sus agentes, como Piccolo Tigre, viajaban incesantemente por todos los países. Sus órdenes eran recibidas por los jefes y los afiliados de las logias, de acuerdo con el sistema de la masonería, como decisiones inevitables. Pero desafortunadamente para el mundo, el sistema, permitía demasiada acción política a las líneas secundarias de la gran conspiración. En esta última surgieron espíritus ambiciosos que, abrazando en su totalidad las doctrinas de Voltaire y los principios de Weishaupt, comenzaron a pensar que la Alta Vendita estaba deteniendo demasiado a la misma revolución. Estos sentimientos se hicieron generales cuando la Alta Vendita se rehusó a admitir a Mazzini, que deseaba convertirse en uno de los invisibles cuarenta, número del cual el supremo cuerpo gubernativo jamás se permitía pasar.
     Los celos de Nubius —porque los celos son una cualidad de los demonios de las organizaciones ateístas, desde sus más altas inteligencias hasta las más bajas— impidieron que se lo admitiese. Pero Mazzini era ya demasiado poderoso entre las filas de los carbonarios como para que se le negara voz en los comandos supremos. Clamó entonces contra los viejos jefes y su impotencia y por la necesidad de cambio. Como consecuencia, Nubius murio misteriosamente. M. Crétineau-Joly cree que fue por medio del veneno; y como era costumbre de este infortunado jefe traicionar (para autoprotegerse o para castigar) a ciertas logias de los Carbonarios al Gobierno Pontificio, es más que probable que fue a causa de sus informe que el gobierno mismo se apoderó de los archivos completos de la Alta Vendita y que la Iglesia y la sociedad poseen los documentos que he citado y otros todavía más valiosos como guía para descubrir y derrotar los intentos del ateísmo organizado. Vemos que, sucesivamente, la Alta Vendita pasa a París y luego también a Berlín. Se convierte en la sucesora inmediata del Círculo interno de Weishaupt. Puede cambiar en el número de sus adeptos y en sus lugares de reunión, pero siempre subsiste. Hay a su cabeza un jefe reconocido tal como Nubius o Weishaupt. Pero en vida el jefe es usualmente desconocido, por lo menos fuera del mundo de la masonería "iluminada". Este jefe es desconocido para los adeptos de los rangos inferiores de las logias comunes, pero controla un poder que, sin embargo, como en los casos de Nubius y Mazzini, no es siempre indisputable. Desde esa época, si no antes de ella, ha habido dos partidos bajo su Directorio, cada uno de ellos con sus propios deberes bien definidos.

 (Los siguientes extractos de las reglas de los Carbonarios de Italia, "Jóven Italia", dará una idea del espíritu e intención de la orden cuando fue mejorada por el genio organizador y guerrero de Manzzini)
     Art. I. — La Sociedad está formada para la indispensable destruccion de todos los gobiernos de la Peninsula y para formar de Italia un solo estado bajo un gobierno republicano.
     Art. II. — Habiendo experimentado los horribles males del poder absoluto y los todavia mayores de las monarquias constitucionales, debemos trabajar pare fundar una Repfiblica que sea una e indivisible.
     Art. XXX. — Aquellos que no obedezcan las ordenes de la sociedad secreta, o que revelen sus misterios, seran apuñalados, sin remisión. El mismo castigo pars los traidores.
     Art. XXXI. — El tribunal secreto pronunciará la sentencia y designará uno o dos miembroa afiliados para su inmediata ejecución.
     Art. XXXII — Cualquiera que se rehuse a ejecutar la sentencia será consideredo un perjuro y como tal será muerto en el acto.
     Art. XXXIII. — Si el individuo culpable escapa sera perseguido sin tregua por todas partes y deberá ser golpeado por mano invisible, aunque busque refugio en el seno de su madre o en los tabernáculos de Cristo.
     Art. XXXIV. — Cada tribunal secreto debe ser capaz, no solo de juzgar al adepto culpable, sino de causar que se condene a muerte a cualquier persona que haye sido por él anatematizada. 
     Art: XXXIX. — Los oficiales deberán lleyar una daga de formato antiguo, los suboficiales y soldados tendrán pistolas y bayonetas junto con un puñal de 30 centimetros de largo atado a sus cinturas, y sobre el cual habrán hecho juramento, etc.

     Gran número de inspectores de policia, generales y hombres de estado fueron asesinados por orden de estos tribunales. Las logias asistieron en este trabajo.
     Eckert dice, La Francmasoneria, t. ii, p. 218, 219: Mazzini fue la cabeza de la Joven Europa y del poder guerrero de la Francmasondria, y encontramos en la Latomia que el ministro Nothorub, que se habia retirado de ella le dijo a M. Vesbugern en el palacio nacional, y en en la presencia de seis diputados, que la Francmasoneria en esos momentos se habia convertido en Belgica en una poderosa y peligrosa arma en las manos de ciertos hombres, que la insurreccidn suiza tenia sus origenes en las maquinaciones de las logias belgas, y que el hermano Defacqz, Gran Maestre de estas logias, había encarado, en 1844, un viaje a Suiza, con objeto de preparar esa insurreccion".

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