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lunes, 3 de junio de 2013

MES DE JUNIO Dedicado al Corazón Sacratísimo de Jesús.

      Ha de ser, sin duda, la del Sagrado Corazón la reina de nuestras devociones. Enseñada por el mismo amorosísimo Jesús, que tuvo la dignación de indicar a su confidente Santa Margarita María las prácticas con que desea ser honrado. Pide amor y reparación, y quiere que se los manifestemos: en la Sagrada Comunión, en especial de los nueve primeros viernes de mes; en la fiesta del viernes siguiente a la octava del Corpus; en la Hora Santa; en la consagración personal y pública; en la exposición de su imagen. Bueno será que pongamos empeño decidido en el retiro de este mes en renovarnos en la práctica devota de todos estos ejercicios.

     a) Los nueve primeros viernes de mes.— A los fieles que comulgaren el primer viernes de mes y asistieren devotamente al piadoso ejercicio en honor del Sagrado Corazón, celebrado en público, se les concede: indulgencia plenaria, añadiendo la confesión sacramental y la oración a intención del Sumo Pontífice. Y si el mismo día recibieren la Sagrada Eucaristía y recitaren en privado algunas preces para reparar las injurias de los hombres al Sacratísimo Corazón, se les concede indulgencia plenaria, añadiendo la confesión sacramental, la visita de alguna iglesia u oratorio público y la oración a intención de la Iglesia; pero donde se tuviere en público el piadoso ejercicio, sólo ganarán esta indulgencia los legítimamente impedidos de asistir a él.
     A los fieles que en los demás viernes del año recitaren algunas piadosas preces, como se ha dicho, se les concede: Indulgencia de siete años cada viernes. (S. P. A., 1 junio 1934.)     b) La novena.—A los fieles que asistieren a la novena celebrada publicamente, ya inmediatamente antes de la fiesta del Sagrado Corazón, ya en cualquier tiempo del año, se les concede: indulgencia de diez años por cada día; plenaria, confesándose, comulgando y orando a intención de la Iglesia, a los que asistan, por lo menos, a cinco días. A los que en el mismo tiempo hicieren las preces en privado, con intención de prolongarlas por nueve días, se les concede: indulgencia de siete años una vez al día; indulgencia plenaria, con las condiciones acostumbradas, al fin de la novena; pero si en la localidad se celebrare en público, sólo ganan esta indulgencia los legítimamente impedidos para asistir. (S. P. A., 22 febrero 1935.)
     c) La fiesta del Sagrado Corazón.—A los fieles que visitaren piadosamente la iglesia u oratorio público en que se celebra la fiesta del Sagrado Corazón se les concede: indulgencia plenaria si hubieren confesado y comulgado y orasen por las intenciones de la Iglesia. (S. P. A., 4 noviembre 1934.)
     d) La Hora Santa.—A los fieles que en cualquiera iglesia u oratorio público o semipúblico (para los que legítimamente lo usan) participaren por una hora en el piadoso ejercicio llamado Hora Santa, para ronovar la memoria de la Pasión y muerte de Jesucristo y para meditar y venerar el ferventísimo amor con que quiso instituir la divina Eucaristía, se les concede: indulgencia plenaria, con tal de que hubieren expiado debidamente sus pecados por la penitencia sacramental, recibido la Sagrada Comunión y orado por las intenciones de la Iglesia. (S. P. A., 21 marzo 1933.)
     e) La consagración al Corazón de Jesús.—Puede hacerse en varias formas; aquí no pondremos sino el «Acto de confianza en el Sagrado Corazón», del Beato P. De la Colombiére, S. J.: 
     «Estoy tan convencido, Dios mío, de que velas sobre todos los que esperan en Ti y de que no puede faltar cosa alguna a quien de Ti las aguarda todas, que he determinado vivir en adelante sin ningún cuidado, descargándome en Ti de toda solicitud. Despójenme los hombres de los bienes y de la honra, prívenme las enfermedades de las fuerzas y medios de servirle, pierda yo por mí mismo la gracia pecando, que no por eso perderé la esperanza, antes la conservaré hasta el postrer suspiro de mi vida, y vanos serán los esfuerzos de todos los demonios del infierno para arrancármela, porque con vuestros auxilios me levantaré de la culpa.
     "Aguarden unos la felicidad de sus riquezas o talentos; descansen otros en la inocencia de su vida, en la aspereza de su penitencia, en la multitud de sus buenas obras o en el fervor de sus oraciones; en cuanto a mí, toda mi esperanza se funda en la seguridad con que espero ser ayudado de Ti, y en el firme propósito que tengo de cooperar a tu gracia. Confianza como ésta jamás a nadie salió fallida. Así que seguro estoy de ser eternamente bienaventurado, porque espero firmemente serlo, y aporque Tú, Dios mío, eres de quien lo espero todo.
     "Bien conozco que de mí soy frágil y mudable; sé cuánto pueden las tentaciones contra las virtudes más robustas; he visto caer las estrellas del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de eso logra acobardarme. Mientras espere de veras, libre estoy de toda desgracia; y de que esperaré siempre, estoy cierto, porque espero también esta esperanza invariable. En fin, para mí es seguro que nunca será demasiado lo que espere de Ti, y que nunca tendré menos de lo que hubiera esperado. Por tanto, espero que me sostendrás sin dejarme caer en los riesgos más inminentes y me defenderás aun de los ataques más furiosos y harás que mi flaqueza triunfe de los más espantosos enemigos. Espero que me amarás a mí siempre, y yo a mi vez te amaré sin intermisión; y para llegar en un solo vuelo con la esperanza hasta donde pueda allegarse, te espero a Ti mismo, oh Criador mío para el tiempo y para la eternidad. Amén.»

     f) El mes del Corazón de Jesús.—Los fieles que honren al divino Corazón con algunas oraciones o piadosos obsequios, pueden ganar: 1) Si asisten a algún ejercicio hecho en público: diez años cada dia del mes; plenaria, con las condiciones acostumbradas, si asisten, por lo menos, diez días. 2) Si lo hicisen en privado, siete años cada día; plenaria, con las condiciones acostumbradas, si lo han hecho durante todo el mes. Pero donde se celebra en público, sólo pueden ganar indulgencia los que estuvieren legítimamente impedidos para asistir a él. (S. P. A 1 marzo 1933.)
     Hay, además, otra indulgencia muy singular, con cedida al mes celebrado con extraordinaria solemnidad. Para lucrar esta indulgencia, «toties quoties" al modo de la Porciúncula, se requiere: 1) Predicación diaria (plática o sermón), además del ejercido piadoso correspondiente. 2) En vez de la predicación diaria, se puede tener ésta a modo de Ejercicios durante ocho días, en los que se predique, al menos, dos veces al día. 3) Sólo pueden ganar las indulgencias jubilares los que hayan asistido íntegramente a esos Ejercicios o diez días, al menos, a la predicación mensual. 4) No valen para este efecto los oratorios privados, sino en los casos señalados por el Derecho, es decir, cuando se trate de una Comunidad que carece de iglesia u oratorio público.


La Santísima Trinidad.

     Cae con frecuencia en este mes de junio la fiesta de la Santísima Trinidad, y muy justo es que procuremos consolidar nuestra devoción a este augusto misterio.
     Prácticas.—1) A los fieles que a la mañana, al mediodía y a la tarde recitaren tres veces, con devoción, la doxología «Gloria Patri, et Filio et Spiritui »Sancto...», con intención de dar gracias a la Santísima Trinidad por los eximios dones y privilegios concedidos a la Bienaventurada Virgen María, se les concede: indulgencia de quinientos días por cada una de las recitaciones correspondientes a las tres partes del día; indulgencia plenaria, con las condiciones acostumbradas, si se hacen durante todo el mes. (S. P. A., 23 marzo 1936.)
     2) A los fieles que devotamente rezasen algunas preces en honor de la Santísima Trinidad, con propósito de repetirlas nueve días seguidos, se les concede: Indulgencia de siete años una vez cada día: indulgencia plenaria. con las condiciones acostumbradas. al terminar la novena. (S. P. A., 18 marzo 1932.)

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